Refugiados sursudaneses en el asentamiento de Imvepi
JAMES AKENA/REUTERS
Actualizado: miércoles, 8 noviembre 2017 21:34


PALORINYA (UGANDA), 8 (Reuters/EP)

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) han denunciado este miércoles que un elevado número de refugiados sursudaneses están muriendo porque los retrasos en las tareas de distribución de alimentos dentro de los campamentos obligan a muchos a regresar a sus hogares en busca de comida.

El PMA ha advertido de que las tareas de distribución de alimentos en los campamentos no empezaron hasta el 26 de octubre. Se tarda dos semanas en completar dichas distribuciones, por lo que decenas de miles de personas refugiadas se quedaron sin recibir comida.

El director del comité de bienestar de los refugiados en Palorinya, Modi Scopas John, ha contado que los refugiados emprenden el camino de vuelta a casa a diario. "Si no tienes nada para comer, ¿qué haces? (...) Tienes que buscar comida", ha declarado.

Muchas personas desesperadas volvieron a Sudán del Sur. Al menos ocho refugiados del campo de Palorinya fueron asesinados cuando regresaron en octubre en busca de comida, según han contado familiares de las víctimas y miembros de una iglesia anglicana, que investiga las muertes de civiles. En agosto y septiembre, cuando las provisiones de comida se distribuyeron sin incidencias, solo se registró la muerte de dos refugiados que habían vuelto a Sudán del Sur en busca de alimento.

Las brechas de financiación y los problemas en la organización suelen retrasar o reducir sus escasos víveres, lo que obliga a algunas familias desesperadas a regresar a los lugares de los que han huido. Esta situación pone de manifiesto la lucha que realizan estas personas para enfrentar la mayor crisis de refugiados que ha habido en África en las últimas dos décadas.

Durante este año, el promedio de personas refugiadas procedente de Sudán del Sur que han llegado a Uganda alcanza las 35.000 personas al mes. El campo de Bidi Bidi acogía a unas 285.000 personas a finales de septiembre.

ACNUR ha asegurado que la financiación solo ha cubierto un 32 por ciento de los 674 millones de dólares requeridos para asistir a los refugiados que están en Uganda. Por su parte, el PMA ha señalado que está haciendo frente a un déficit de 71 millones de dólares de cara a los próximos seis meses.

SITUACIÓN DE DESESPERACIÓN

Oliver Wani, un agricultor de 45 años, encontró asilo en un campo de refugiados de Uganda cuando huyó de la guerra civil en Sudán del Sur. Sin embargo, cuando el agua y la comida se acabaron, volvió a casa para morir en el conflicto del que había huido.

Wani fue uno de los millones de ciudadanos sursudaneses que vivía en los campamentos de refugiados que hay en la frontera con Uganda y que buscan asilo allí huyendo de los cuatro años de guerra que han devastado su país.

Wani, que se hacía cargo de sus padres ancianos, no recibió provisiones de comida en octubre porque las tareas de distribución se retrasaron. Entonces decidió volver en busca de comida a Sudán del sur, donde tenía tierras cultivadas.

Dos semanas después, otros refugiados que habían vuelto a sus casas reconocieron los restos de Wani junto al cadáver de otro refugiado en un camino forestal con el suelo lleno de balas. "Regresó para buscar comida", ha declarado su padre, Timon. "Tengo el corazón roto", ha añadido.

La guerra civil de Sudán del Sur --un país rico en petróleo y reconocido como Estado soberano en 2011-- ha obligado a más de un tercio de sus 12 millones de ciudadanos a huir de sus hogares. Decenas de miles han muerto, algunas en matanzas étnicas y otras de inanición y enfermedades.

Palorinya es el segundo campamento de refugiados más grande del norte de Uganda, después del campo de Bidi Bidi, y alberga a 185.000 persona. El PMA ha explicado que lo normal es que cada refugiado reciba al mes 12 kilogramos de maíz, 6 kilogramos de judías, aceite y sal.

COMIDA CON RETRASO O PODRIDA

Un responsable de las tareas de distribución de alimentos de la ONG World Vision, Mutabazi Caleb, ha advertido de que el campamento de Palorinya tiene retrasos de dos meses en comparación con los suministros de comida que han recibido otros campos.

El PMA ha explicado que en septiembre tuvo que sustituir en algunos campos la mitad de la ración de cereales por dinero para que los refugiados pudieran comprar alimentos, al tiempo que ha asegurado estar trabajando en medidas para prevenir futuros retrasos.

No obstante, los refugiados han narrado que incluso cuando la comida llega no dura un mes. Estas personas han afirmado que, de los 12 kilogramos de grano de maíz que reciben, se ven obligados a vender uno para poder pagar por moler el resto y convertirlo en harina.

Otros gastan ese dinero en jabón, por ejemplo. Mientras que hay personas que han denunciado que en ocasiones las judías que les daban eran incomestibles. Liong Viola, de 32 años y madre de cuatro niños ha asegurado que las legumbres que les entregan "no están bien: algunas están podridas y huelen mal".

El director del PMA en Sudán del Sur, El Jidir Daloum, ha señalado que se está investigando estas denuncias y ha sostenido que se compromete a proporcionar a las personas refugiadas "comida de la más alta calidad".

Por su parte John, ha pedido a los refugiados que se queden en los campamentos. Sin embargo, estas personas han explicado que si recibieran las raciones de comida que les corresponden no pensarían en volver a Sudán del Sur, pero lo hacen porque "la comida es vida", ha afirmado un refugiado sursudanés.

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