MADRID, 9 Mar. (EUROPA PRESS) -
El Gobierno de Kim Jong Un ha aumentado la represión contra quienes usan teléfonos móviles para comunicarse con sus seres queridos en el extranjero, que se arriesgan a ser recluidos en campos de concentración, en un intento para mantener el hermetismo del régimen, según sostiene Amnistía Internacional en un informe publicado este miércoles.
"La frontera digital es el último frente de batalla de los intentos del Gobierno norcoreano", ha denunciado la ONG, que en 'Connection Denied': ha documentado "la intensificación de los controles, la represión y la intimidación a la población" desde que Kim llegó al poder, en 2011.
"Las autoridades norcoreanas están atacando a quienes utilizan teléfonos móviles para contactar con su familia en el extranjero", ha dicho Arnold Fang, investigador sobre Asia Oriental de Amnistía Internacional.
El líder norcoreano "justifica esa represión como una medida necesaria para detener lo que llama 'el virus del capitalismo'", pero se trata en realidad de un nuevo esfuerzo por "aislar a la ciudadanía y ocultar la atroz situación de los Derechos Humanos".
"No hay nada que pueda justificar el encarcelamiento de personas por tratar de satisfacer una necesidad humana fundamental: el contacto con su familia y sus amistades", ha recalcado la ONG. "Es indignante", ha remachado Fang.
LOS MÓVILES CHINOS
En Corea del Norte las únicas comunicaciones permitidas para la inmensa mayoría de la población son las que se hacen a través del servicio telefónico nacional, que tiene bloqueadas las llamadas internacionales.
Solo un puñado de privilegiados --extranjeros y "ciudadanos seleccionados-- tiene acceso a Internet. "Algunos norcoreanos pueden acceder a una red informática cerrada, que únicamente proporciona conexión a correo electrónico y sitios web nacionales", ha explicado AI.
Esta situación impide que aquellos que logran huir de Corea del Norte contacten con sus familiares, "lo que deja a las dos partes con la incertidumbre de si sus seres queridos están vivos o muertos, están siendo investigados o encarcelados".
"Muchas personas se están aprovechando de la floreciente economía privada informal norcoreana, en la que los comerciantes introducen de contrabando, especialmente desde la vecina China, comida, ropa y otros productos", ha indiciado la organización humanitaria.
Así, "existe un creciente comercio ilegal de teléfonos móviles, llamados comúnmente 'teléfonos móviles chinos', independientemente de su marca, que permiten a los norcoreanos que viven cerca de la frontera acceder a redes móviles chinas y comunicarse con el extranjero".
El coste de estos teléfonos puede alcanzar hasta los 500 dólares, por lo que la mayoría de los norcoreanos se sirven de "intermediarios" que pueden llegar a cobrar una comisión del 30 por ciento sobre una transferencia mínima de 1.000 dólares realizada desde fuera del país.
Choi Ji Woo logró hablar con sus padres después de que huyeran de Corea del Norte a través de este método. "Choi hizo un peligroso viaje a las montañas" con un intermediario. "A veces caminábamos toda la noche para cruzar un monte. No podíamos usar linterna y era noche cerrada, no veía un palmo delante de mí", cuenta. "Cuando hizo la llamada y oí la voz de mi padre, pensé: '¡Está vivo, está vivo!'", relata.
ESTRECHA VIGILANCIA
La razón de que estas llamadas se hagan desde lugares alejados es que hace más difícil que sean detectadas por las autoridades norcoreanas. Por si acaso, los interlocutores nunca revelan su verdadera identidad, hablan con pseudónimos.
Pero "Pyongyang ha incrementado su capacidad tecnológica para controlar y reprimir a las personas, en un intento de bloquear el contacto con el mundo exterior en la era digital". "Ese incremento incluye la importación de modernos dispositivos de vigilancia y detección", ha detallado AI.
Eun Mi fue detenida una vez por usar un "teléfono chino" antes de que consiguiera escapar de Corea del norte. "Cuando los agentes de la Oficina 27 vinieron a detenerme, se quitaron la chaqueta y llevaban unos cables eléctricos alrededor del cuerpo", ha descrito.
Bak Moon, que antes de desertar era ingeniero, recuerda haber oído hablar de equipos de vigilancia importados más avanzados que pueden reconocer el contenido de las comunicaciones. "Pueden determinar con precisión la posición de los teléfonos móviles", ha sostenido.
A la sofisticada tecnología se suma "la vigilancia cotidiana de unas personas a otras", que "es generalizada". "Todos vigilaban a todos. En los barrios, y en los lugares de trabajo, la gente se vigilaba mutuamente", ha afirmado Jong Hee, que salió del país hace dos años.
"UN GRAN PELIGRO"
El investigador de la ONG ha explicado que los norcoreanos asumen "un gran riesgo personal" al "mantener una breve conversación telefónica con sus seres queridos" porque pueden enfrentarse a cargos penales, incluido el de traición.
"Cualquier persona a la que descubran haciendo una llamada internacional con un 'teléfono móvil chino' se arriesga a ser enviada a un centro reformatorio, o incluso a un campo penitenciario para presos políticos", ha indicado.
"Para quienes carecen de contactos influyentes en el Gobierno, la única esperanza de evitar la cárcel es sobornar a los funcionarios", incluso "la petición de sobornos parece ser a menudo el motivo real de algunas detenciones".
"Si el caso es grave, te envían al campo penitenciario para presos políticos, donde te espera una larga condena. En un caso más leve, te envían a un centro reformatorio con una pena de cárcel de entre uno y dos años. Sin embargo, la mayoría de la gente sale mediante un soborno", ha señalado So Kyung, que ahora vive en Japón.
LIBERTAD DE EXPRESIÓN
"Las autoridades norcoreanas deben poner fin a los represivos controles contra quienes desean ponerse en contacto con el mundo exterior", ha reclamado Fang, subrayando que "esta violación generalizada del derecho a expresarse libremente y recibir información contribuye directamente a mantener la terrible privación de los Derechos Humanos".
Amnistía Internacional ha pedido al Gobierno norcoreano "que levante todas las restricciones injustificadas de la libertad de expresión y permita el flujo sin trabas de información entre las personas que están en Corea del Norte y el resto del mundo".
"Esto incluye permitir a la ciudadanía norcoreana acceso completo y sin censura a Internet y a los servicios internacionales de telefonía móvil", ha indicado. "Además, las autoridades deben cesar toda vigilancia e interferencia de las comunicaciones que sea innecesaria y que no tenga ni un destinatario específico ni una finalidad legítima", ha añadido.