MADRID, 29 Ago. (EUROPA PRESS) -
El Gobierno de Reino Unido ha reclamado este martes una reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas durante la jornada del miércoles para discutir la escalada de violencia en el estado birmano de Rajine.
"Reino Unido pide una reunión mañana del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Birmania. Es necesario hacer frente a problemas a largo plazo en Rajine", ha dicho en un mensaje en su cuenta en la red social Twitter, pidiendo "contención" a todas las partes.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, expresó el lunes su "profunda preocupación" por las informaciones sobre la muerte de civiles durante las operaciones de las fuerzas de seguridad en Rajine, pidiendo a Bangladesh que permita a los rohingya que huyen que entren al país.
"Esta última ronda de violencia tiene lugar tras los ataques del 25 de agosto contra las fuerzas de seguridad de Birmania", indicó el portavoz de Guterres, Stéphane Dujarric, resaltando que el secretario general de la ONU "condenó los ataques y reitera la importancia de hacer frente a las causas de la violencia".
Unos 5.000 rohingya han cruzado la frontera hacia Bangladesh en los últimos días debido a las "operaciones de limpieza" puestas en marcha por el Ejército de Birmania en el estado de Rajine, en respuesta a una ola de ataques llevada a cabo el pasado viernes por insurgentes rohingya que se saldó con más de cien muertos --la mayoría de ellos, milicianos--.
La minoría birmana teme represalias de las fuerzas de seguridad por los ataques del viernes contra puestos policiales y una base militar, que han sido reivindicados por el Ejército de Salvación Rohingya de Arakan (ARSA), un grupo armado conocido anteriormente como Aharak al Yaqin que fue creado por los rohingya exiliados tras la ola de violencia de 2012.
Las autoridades han instado a los rohingya a colaborar y han asegurado que aquellos que no hayan participado en los ataques ni guarden relación con ARSA no tienen nada que temer. "La situación no es buena, pero todo depende de ellos", ha añadido el portavoz policial.
Por su parte, la líder 'de facto' del país, la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, ha acusado a las ONG internacionales que trabajan en Rajine de ayudar a los insurgentes y ha sugerido que el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas les habría proporcionado comida.
En respuesta, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Raad al Husein, ha criticado la actuación del Gobierno de Birmania ante la ola de violencia y ha descrito como "irresponsables" las acusaciones de Suu Kyi.
CRISIS EN RAJINE
Este es el mayor estallido de violencia desde hace cinco años, cuando los enfrentamientos entre rohingya y budistas --que son mayoría en el resto de Birmania-- se saldaron con un balance de más 200 muertos y 140.000 desplazados en la capital de Rajine.
La violencia resurgió el pasado mes de octubre, cuando nueve guardias fronterizos murieron a manos de insurgentes rohingya. Desde entonces, 87.000 rohingya han huido a Bangladesh por temor a las "operaciones de limpieza", en las que, según sospecha la ONU, se habrían producido violaciones de los Derechos Humanos.
"Ahora mismo la situación es extremadamente grave y podría llevar a otra gran crisis. No es fácil saber qué ocurrirá, pero es muy preocupante", ha dicho Richard Horsey, antiguo diplomático de Naciones Unidas que ahora trabaja como analista político desde Rangún.
Los rohingya son una minoría étnica de fe musulmana que se concentra en Rajine. Son más de un millón de personas, pero el Gobierno birmano no les reconoce como ciudadanos porque considera que son descendientes de inmigrantes ilegales procedentes de Bangladesh.