NAIROBI, 1 Oct. (Reuters/EP) -
La repatriación en masa de refugiados de Burundi desde Tanzania, prevista por los dos gobiernos del país, comenzará el jueves con la vuelta de un primer grupo de 1.000 personas, según ha informado este martes el jefe de Repatriación del Gobierno burundés, Nestor Bimenyimana, que ha agregado que el proceso de vuelta a casa es "voluntario".
Cientos de burundeses han muerto en enfrentamientos con la Fuerzas de Seguridad del país desde 2015, cuando el presidente Pierre Nkurunziza se presentó a su tercer mandato. En el mismo período, más de 400.000 huyeron al extranjero, sobre todo a Tanzania, Ruanda y República Democrática del Congo.
Burundi y Tanzania acordaron en agosto que la repatriación de 200.000 refugiados de Burundi empezaría en octubre. Según Bimenyimana, 15.000 refugiados burundeses viven "ilegalmente" en campos de refugiados de Tanzania, pero no ha proporcionado más detalles en este sentido.
En este contexto, ha asegurado que la repatriación de este grupo de personas era "probable". "No sabemos cuándo, es Tanzania la que tiene que decidir cuándo los devuelve. Nosotros estamos preparados para recibirlos en nuestro país", ha señalado Bimenyimana.
El anuncio de la repatriación provocó en algunas de las personas que cruzaron la frontera para escapar de la violencia temor de que se produjeran retornos forzados. Este también es el sentir de la ONU y grupos de defensa de los Derechos Humanos, que han expresado que temen que el Gobierno burundés fuerce a los refugiados a volver a casa, en un contexto peligroso que incluye persecución política.
"En este punto, las cosas no conducen a regresos en masa", según ha apuntado este martes un portavoz de ACNUR, Babar Baloch, a Reuters. Baloch ha agregado que los refugiados "deben tomar una decisión sobre si la situación es correcta para que ellos vuelvan o no". Además, ha indicado que aquellos que se sentían seguros para volver ya han vuelto, mientras que otras personas siguen huyendo de Burundi por los problemas a los que se enfrentan allí.
EJECUCIONES Y VIOLACIONES
Según Human Rights Watch, el Gobierno de Burundi no tolera una actitud crítica hacia el mismo, y las fuerzas de seguridad del Estado son responsables de ejecuciones, violaciones, secuestros e intimidación contra personas que consideran oponentes políticos.
De hecho, investigadores de la ONU concluyeron el mes pasado que Burundi estaba en riesgo de sufrir una nueva oleada de atrocidades según se acercan las elecciones de 2020, mientras la crisis política que azota el país sigue sin resolverse y el presidente cada vez se retrata más como un "líder divino".
Por su parte, el Gobierno burundés niega sistemáticamente las acusaciones de violación de Derechos Humanos.
Nkurunziza ascendió al poder en 2005 tras una guerra civil que dejó 300.000 muertos en el país. La población de Burundi está dividida en dos etnias, la tutsi y la hutu, igual que su vecina Ruanda, en la que los hutu perpetraron un genocidio contra los tutsis en 1994. Los burundeses que han huido desde 2015 incluyen miembros de ambas etnias.