Campo de desplazados de Batangafo (República Centroafricana)
MÉDICOS SIN FRONTERAS
Actualizado: sábado, 28 noviembre 2015 8:29

La visita del Papa llega a menos de un mes de las primeras elecciones tras el conflicto interreligioso

MADRID, 28 Nov. (EDIZIONES) -

La visita del Papa a República Centroafricana pone en el mapa a un país sumido en una grave crisis política desde hace tres años y que tiene, entre sus principales retos a corto plazo, la celebración de unas esperadas elecciones presidenciales y parlamentarias que podrían acrecentar la división interreligiosa.

República Centroafricana lleva décadas sumido en la inestabilidad política pero fue en 2013, con un golpe de Estado liderado por una milicia musulmana (Séléka), cuando el país saltó por los aires. El asalto al poder desencadenó una venganza de grupos cristianos (anti-balaka).

Una frágil administración de transición, encabezada por la presidenta Catherine Samba Panza, ha gobernado el país con la promesa de calmar los ánimos y convocar nuevas elecciones. Tras varios aplazamientos, la primera votación está convocada para el próximo 27 de diciembre.

La asesora de asuntos humanitarios de Médicos Sin Fronteras (MSF) en República Centroafricana, Enrica Picco, ha advertido de que el país atraviesa un momento "aún más difícil" al vivido durante estos años, tanto a nivel político como humanitario, con una crisis "sin precedentes". Uno de cada cinco habitantes --casi un millón de personas-- ha tenido que abandonar su hogar, la mitad de ellos hacia países vecinos.

En un encuentro con periodistas, Picco ha subrayado que aún persiste un conflicto de baja intensidad que provoca brotes como el vivido en Bangui en octubre, cuando el asesinato de un taxista desencadenó nuevos enfrentamientos. MSF, con programas en distintos puntos del país, asume que en un escenario como el actual hasta repartir la ayuda es "complicado".

"Nadie puede circular libremente por el país", ha apuntado el centroafricano Faouzi Kilembe, experto en desarrollo local y sociedad civil. Estas dificultades afectan también a la logística electoral, lo que ha provocado problemas incluso para repartir material a apenas unas decenas de kilómetros de Bangui.

"Cuanto más se acercan las elecciones, más aumenta la violencia", ha advertido Kilembe, al describir un escenario que podría empeorar tras la votación. En este sentido, ha avisado de que los resultados previsiblemente serán impugnados por quienes no se sienten representados o consideran que no se han establecido las garantías democráticas suficientes.

Kilembe teme que el nuevo gobierno no pueda trabajar en condiciones "muy diferentes" al actual, a pesar de la legitimidad que espera obtener de las elecciones.

DESPLIEGUE INTERNACIONAL

La presencia de las fuerzas internacionales tampoco garantiza la seguridad, según este experto, crítico con un despliegue que o bien "no conoce la realidad" o adolece de una "incapacidad total" para responder a los desafíos sobre el terreno.

Picco, de MSF, ha admitido que la población "no se siente protegida" a pesar de la presencia de los 'cascos azules' de la ONU (MINUSCA) y de la misión de Francia. Según Kilembe, ambas misiones han fracasado al no lograr hacer frente a la "principal necesidad": el desarme de los distintos grupos.

Kilembe ha asegurado, además, que en el caso de la MINUSCA el hecho de no intervenir "inmediatamente" cuando se produce alguna crisis provoca que, como ocurrió el mes pasado en Bangui, haya un gran número de muertes.

La antropóloga Louisa Lombard, coautora del libro 'Making Sense of the Central African Republic', ha explicado en el mismo encuentro que, para efectuar cualquier operación, los 'cascos azules' necesitan la "aprobación" del jefe de misión, lo que limita la posibilidad de una "actuación rápida".

La misión francesa 'Sangaris', por su parte, comenzó a finales de 2013 con una cierta "animosidad" por parte de la población musulmana, ya que inicialmente intentaron desarmar a los Séléka, ha contado Kilembe. Entre la población cundió una idea: "La Sangaris ha venido para apoyar a los anti-balaka".

Pasado el tiempo, y tras la presión a los cristianos, el malestar hacia el despliegue de Francia se ha generalizado y, a día de hoy, ni sus "colosales medios" han sido eficaces frente a unos grupos que continúan igual o más armados que hace dos años.

Kilembe ha defendido la necesidad de que República Centroafricana cuente con un Ejército propio, "que no pertenezca ni a un grupo ni a otro", de cara a un escenario de postconflicto que se atisba lejano en el horizonte.

MÁS "VISIBILIDAD"

El Papa llega a República Centroafricana dentro de una gira regional que ha sido cuestionada desde el punto de vista de la seguridad. Sin embargo, las organizaciones de ayuda celebran que el país pueda lograr así más "visibilidad", como ha recalcado la asesora de asuntos humanitarios de MSF.

También comparten esta idea Lombard y la otra autora del libro, Tatiana Carayannis, conscientes de que República Centroafricana es un país que "no tiene la atención que merece" habida cuenta de la grave crisis que atraviesa. "El Papa no está en riesgo", ha subrayado Carayannis.

La violencia, sin embargo, podría reavivarse después de la visita. "Todo es posible", en palabras de Kilembe, que tampoco prevé riesgos para la integridad del Pontífice durante su estancia en República Centroafricana.

Este experto ha asegurado que la visita no es sólo importante para los cristianos, ilusionados por recibir a su líder espiritual, sino también para los musulmanes, que tienen la oportunidad de demostrar que lo que vive República Centroafricana no tiene nada que ver con la religión. "No es una guerra religiosa, sino política", ha sentenciado.

La escala del Papa en Bangui incluye una visita a la principal mezquita de la capital, un gesto bien recibido por parte de la comunidad musulmana local.

Un portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, (ACNUR), Leo Dobbs, ha pedido a las distintas partes que aprovechen la visita del Papa para avanzar en la reconciliación, por el bien de una población que ha sufrido en los últimos años arrestos arbitrarios, detención ilegal, tortura, extorsiones, robos, palizas, violaciones, saqueos, incendios, secuestros y restricción de movimientos, entre otros abusos.

Los niños representan a un grupo especialmente vulnerable y, en su caso, se arriesgan también a reclutamientos forzosos por parte de grupos armados. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) calcula que alrededor de 1,2 millones de noños necesitan ayuda humanitaria de forma urgente.

Más noticias