Quienes aún permanecen en la ciudad "no tienen dinero para vivir, mucho menos para huir" del asalto militar, subraya el NRC
MADRID, 28 Sep. (EUROPA PRESS) -
Tras más de tres años de conflicto y varios meses de una ofensiva militar por parte de las fuerzas gubernamentales yemeníes y la coalición militar que lidera Arabia Saudí, los habitantes de la provincia de Hodeida, donde se encuentra el estratégico puerto por el que entran la mayoría de alimentos y combustible, están resignados y no esperan ya que nadie acuda en su ayuda.
"El estado de ánimo en Hodeida es de resignación", subraya Ibraheem al Hadri, que trabaja para el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC) en Hodeida. "No hay ningún indicio de que el mundo vaya a intervenir, ninguna promesa de que se protegerá a la gente de un ataque violento", lamenta.
"No es que Yemen sea una crisis olvidada, es simplemente que el mundo elige no preocuparse por ello", denuncia este trabajador del NRC, subrayando que muchos de quienes aún siguen en Hodeida "no tienen dónde ir".
En la provincia de Hodeida, en el oeste del país y bajo control de los rebeldes huthis, vivían antes de que comenzara el asalto militar de las fuerzas yemeníes y la coalición saudí unos 3,3 millones de personas, unas 600.000 de ellas en la ciudad portuaria. Según los últimos datos de la ONU, unos 78.400 hogares se han visto desplazados por la violencia en Hodeida desde junio, tanto dentro de la provincia como hacia otras zonas en las provincias de Saná, Ibb y Saada.
Los que aún no se han marchado "no tienen suficiente dinero para vivir, mucho menos para huir", subraya Al Hadri. "El coste de los alimentos, el agua y el transporte son ahora mismo completamente impredecibles, si no puedes permitirte el pan el lunes, no hay ninguna garantía de que serás capaz de hacerlo el martes", ilustra.
El precio del diésel ha aumentado un 48 por ciento entre agosto y la tercera semana de septiembre, mientras que el del petróleo ha subido un 42 por ciento. En cuanto al precio del trigo, según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), ha subido un 22 por ciento, mientras que el azúcar se ha encarecido un 10 por ciento en la provincia en este mismo periodo.
Según explica el NRC, esta semana las fuerzas gubernamentales y de la coalición han avanzado hacia el este de la ciudad de Hodeida, cortando importantes rutas que unen esta con Saná, la capital, controlada desde 2014 por los huthis. Esto obliga a hacer recorridos más largos en el transporte, encareciendo los productos de primera necesidad, lo cual dificulta el acceso a los mismos de la población.
A esto se suma la fuerte depreciación que ha experimentado el rial yemení en el último año. Según los residentes, esta semana se cambia el dólar por 700 riales, cuando a principios de año la tasa de cambio era de unos 400. Sin medios de vida, con una inflación galopante y en medio de la escasez, muchos yemeníes no tienen prácticamente que llevarse a la boca y el riesgo de hambruna es una posibilidad real.
"¿QUÉ HEMOS HECHO PARA MERECER ESTO?"
"Seguimos preguntándolos por qué nos está ocurriendo esto a nosotros. ¿Qué hemos hecho para merecer esto?", se pregunta una mujer que se ha visto obligada a huir de Hodeida a Saná junto a su marido y sus cuatro hijos y que prefiere no dar su nombre.
"Nuestra vida era buena antes de la guerra. Mi marido solía trabajar en una compañía médica privada y yo trabajaba en una farmacia. Todos nuestros hijos iban a la escuela", recuerda. Pero entonces, en junio comenzaron los bombardeos. "Nos vimos atrapados en el medio de los combates y rodeados por bolsas de arena que fueron colocadas en las líneas de frente", explica.
"Solía coger a mis hijos y apretarlos contra mí cuando escuchábamos que llegaban los aviones", añade, precisando que muchos de sus vecinos resultaron heridos en los combates, lo que les empujó a decidir escapar y dejar todo atrás. "Vendí mis joyas para pagar el viaje de autobús. No traje nada más que algo de ropa", indica.
En Saná, pagan un alquiler de unos 20 dólares al mes por una habitación para los seis, su marido aún sigue intentando encontrar trabajo, ella gana lo que puede con trabajos de henna y sus cuatro hijos han dejado de ir a la escuela.
"Los niños están muy afectados por la situación, sus vidas han cambiado completamente", lamenta. "Todas las partes nos están haciendo daño en esta guerra. Quiero volver a mi hogar. Quiero recuperar mi dignidad", sostiene la mujer.
LOS CIVILES, BAJO EL FUEGO CRUZADO
"Las bombas destruyen a familias cada día, pero aún así se permite que esta guerra continúe", se lamenta por su parte el secretario general del NRC, Jan Egeland. "Los civiles están bajo el fuego de todas las partes en el conflicto", denuncia.
Egeland ha advertido de que si la ofensiva militar llega hasta la ciudad de Hodeida, "decenas de miles de civiles corren el riesgo de verse atrapados en el fuego cruzado". "Si los combates bloquean más carreteras importantes, cortará el salvavidas para más de 20 millones de yemeníes que dependen de los suministros que llegan a través del puerto de Hodeida para sobrevivir", previene.
"Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Irán y todos los actores implicados en esta guerra pueden y deben poner fin a la carnicería", sostiene Egeland. "Deben llamar a todas las partes a dejar las armas y comenzar ahora las conversaciones de paz", subraya.