BANJUL, 3 Feb. (Fundación Thomson Reuters/EP) -
La precaria estabilidad del nuevo Gobierno del presidente gambiano, Adama Barrow, está amenazada por el retorno de decenas de miles de refugiados que están regresando al país tras ser expulsados de Libia, tras recibir torturas en los centros de detención donde fueron recluidos cuando intentaban escapar precisamente del antecesor de Barrow en el cargo, el autócrata Yahya Jammeh.
El Ejecutivo de Gambia trabaja ahora con fondos europeos para dar cabida en la sociedad a estos retornados, y para al mismo tiempo cumplir con las promesas de amplias reformas económicas que le llevaron al poder.
Por poner cifras, el año pasado, la Organización Internacional para las Migraciones (IOM) ayudó a regresar a casi 2.500 gambianos a su país, recién liberados de cárceles libias y amenazados por los mercados de esclavos que proliferan en el país norteafricano aprovechando la caótica situación en la que se encuentra tras la caida del histórico Muamar Gadafi.
Los retornados son una presencia notable en esta nación de dos millones de personas, especialmente vulnerable ante cualquier cambio poblacional, mucho más que otros países del oeste de África que luchan contra la migración.
El secretario permanente del Ministerio del Interior de Gambia, Bulli Dibba, lo ha explicado a la Fundación Thomson Reuters sin paliativos. "No estamos listos para recibir a todas estas personas. Estamos muy preocupados por la seguridad nacional", ha aseverado. "El Gobierno ya está luchando para lidiar con el desempleo. Si encima entran más personas, ¿qué haremos con ellos?".
La tensión es palpable. En noviembre, un grupo de migrantes recién arrojados arrojó piedras a las oficinas de la OIM porque no estaban contentos con el apoyo que habían recibido, según la portavoz de la agencia, Florence Kim.
FUERA DE ALCANCE
Los gambianos han representado aproximadamente a uno de cada 20 migrantes que llegaron a Italia en los últimos años, convirtiéndolo en el país con el mayor número de inmigrantes per cápita que llega a Europa.
Al tratar de frenar el flujo, la Unión Europea está financiando programas de capacitación laboral y empoderamiento de los jóvenes en todo el continente con su Fondo Fiduciario para África de 3.200 millones de euros.
Pero si bien el fondo se creó en 2015, la mayoría de los programas en Gambia comenzó el año pasado, según la OIM.
De los 2.435 migrantes que regresaron a Gambia en 2017, solo 170 hasta ahora han recibido paquetes de reintegración de la OIM, que consisten en fondos para la educación o la creación de empresas. La agencia ha recibido quejas, aunque se esfuerza por evitar tensiones y divisiones dentro de las comunidades, dijo Kim de la OIM.
Además, muchos de los migrantes retornados están traumatizados, son analfabetos o viven en áreas remotas, lo que dificulta su asistencia.
"Conozco personas que tienen ideas, pero no tienen ninguna ayuda", ha explicado Donald Greywoode, de 36 años, quien renunció a su trabajo de oficina y se dirigió a Europa en una ruta conocida localmente como "la vuelta". Cuando Greywoode regresó, se encontró recogiendo basura.
Sin educación, capacitación u oportunidades laborales, el aburrimiento y el resentimiento podrían generar un grave conflicto. "Hay mucho, mucho en juego en ese país", en opinión de la investigadora de la Universidad de Friburgo y experta en la inmigración en Gambia, Franzisca Zanker.
VUELTA A EMPEZAR
La falta de oportunidades y la frustración política podría llevar a muchos gambianos a emigrar una vez más, según los expertos, que piden cambios económicos más amplios para mantener a los jóvenes en casa.
"Incluso después de habilitar a todas estas personas, si la industria no existe, seguirá habiendo problemas", en opinión de Kebba Sillah, director del Sterling Consortium, un instituto de formación profesional respaldado por el Fondo Fiduciario de la UE para África.
"Creo que la UE necesita alentar a sus empresas a instalarse aquí, no solo inyectar dinero", ha apostillado.