La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff
UESLEI MARCELINO / REUTERS
Actualizado: martes, 25 agosto 2015 17:03

La presidenta advierte: "No puedo garantizar que 2016 sea maravilloso"

RÍO DE JANEIRO, 25 Ago. (EUROPA PRESS) -

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha admitido que tardó en calibrar la magnitud de la crisis que afecta al país --en recesión y con dos años de malas previsiones por delante-- y que quizá hubiera sido buena idea empezar a aplicar medidas de ajuste el año pasado.

"Me equivoqué en tardar tanto en darme cuenta de la que la situación era más grave de lo que imaginábamos. Tal vez tendríamos que haber empezado a hacer una inflexión antes", ha señalado Rousseff.

La presidenta cree que en agosto del año pasado aún no había indicios de que la crisis iba a tomar la actual envergadura, pero sí en octubre o noviembre, por lo que esas medidas preventivas deberían haberse tomado incluso antes de las elecciones presidenciales de octubre, según ha comentado en una entrevista con varios periódicos brasileños.

Para Rousseff el futuro es imprevisible: "Hay una situación de desaceleración internacional y vamos a tener que saber lidiar con ella. No nos afecta únicamente a nosotros", ha dicho, y ha avisado de que es imposible saber a ciencia cierta las consecuencias de la crisis china.

En su opinión, dentro del grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) la percepción general era que la crisis era "superable", pero la situación dio un vuelco después del acuerdo entre Estados Unidos e Irán, que colocará en el mercado internacional entre dos y tres millones de barriles de petróleo.

En una entrevista con una radio local de Sao Paulo esta mañana Rousseff ha vuelto a insistir en que es difícil hacer previsiones, pero ha avisado: "Espero que la situación mejore en el futuro, pero no puedo garantizar que 2016 sea maravilloso. No tendremos una situación maravillosa en 2016, pero tampoco será esa dificultad inmensa que muchos pintan", ha añadido.

EL ESCÁNDALO PETROBRÁS LE PILLÓ "POR SORPRESA"

Sobre los casos de corrupción y en concreto sobre el caso Petrobras la presidenta ha aseverado que el escándalo la pilló "por sorpresa", y que no esperaba de ningún modo que compañeros del Partido de los Trabajadores (PT) estuvieran implicados.

Rousseff también ha sido preguntada sobre su difícil relación con el presidente de la Cámara, Eduardo Cunha (Partido del Movimiento Democrático de Brasil, PMDB), importante obstáculo para el Gobierno y otro de los políticos manchados por el escándalo de la petrolera. La presidenta no ha querido entrar en detalles y ha optado por la ironía: "Hoy estoy budista. Hoy soy Dilmita paz y amor", ha asegurado.

Rousseff también ha confirmado que eliminará diez de los 39 ministerios porque "todo el mundo está a favor" y ha elogiado el trabajo del vicepresidente Michel Temer (PMDB) al frente de la articulación política; en su opinión ha sido un "éxito" porque consiguió lo más importante, forjar mayorías en el Congreso para que salieran adelante los planes de ajuste del Ejecutivo.

Temer anunció este lunes que dejaba la coordinación política en el Ejecutivo. El vicepresidente era hasta ahora un hombre clave para generar estabilidad por su papel de bisagra entre los intereses del Gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) y los de la base aliada --que encabeza su propio partido-- pero la escalada de tensión que se vive desde que Cunha se viera salpicado por el caso Petrobras ha acabado forzando su salida.

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