EEUU flexibiliza los controles para viajeros frecuentes y permite importación de carne
WASHINGTON, 30 Jun. (EUROPA PRESS) -
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha indicado que confía en el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y ha dado por superada la crisis en la relación bilateral a raíz del escándalo de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), según ha dicho tras la reunión entre ambos en la Casa Blanca.
"Creo en el presidente Obama", ha afirmado, añandiendo que Obama le ha indicado en varias ocasiones que ni él ni su Gobierno se involucrarán en "actos invasivos de espionaje a países amigos" y que la próxima vez que quiera saber alguna información no pública sobre Brasil simplemente la llamará por teléfono.
Rousseff ha dicho que las condiciones a día de hoy son "muy diferentes" y ha asegurado que esta visita supone un "relanzamiento" de la relación, muy dañada después de que las revelaciones de Edward Snowden apuntaran que tanto ella como Petrobras habían sido objeto de escuchas por parte de la Inteligencia norteamericana.
Como consecuencia, Rousseff canceló el viaje previsto para octubre de 2013 a Estados Unidos y la relación se mantuvo muy tensa desde entonces; aunque empezó a restaurarse en el pasado Mundial de Fútbol de 2014 con la visita del vicepresidente norteamericano, Joe Biden, y se acabó de suavizar el pasado mes de abril con el encuentro entre ambos líderes en la Cumbre de las Américas de Panamá.
El renovado buen clima entre los presidentes se ha materializado también con la invitación formal de Rousseff a Obama para que visite Río de Janeiro con ocasión de los Juegos Olímpicos del año que viene.
Obama, por su parte, ha dicho que mantiene una "excelente" relación con Rousseff desde que llegó al poder en 2011 y que siempre ha sido honesta con él, aunque no le ha pedido disculpas públicamente por el espionaje, como ya anunció la Casa Blanca la semana pasada, aduciendo que esa no es una política habitual.
ACUERDOS EN TODOS LOS CAMPOS
El principal acuerdo fruto de la visita es de carácter medioambiental y contempla que Brasil llegue a la deforestación cero en 2030, con la promesa añadida de reforestar 12 millones de hectáreas. Tanto Brasil como Estados Unidos se han comprometido además a aumentar el uso de las energías renovables con el objetivo de que dentro de 15 años estas supongan un 20% del total de la matriz energética.
Otro de los acuerdos contempla que Brasil se incorpore al programa Global Entry a partir del primer semestre de 2016. Así, los viajeros más frecuentes, como ejecutivos de multinacionales, podrán entrar en el país de forma más ágil, con taquillas electrónicas y evitando colas en la aduana.
Aún así, los dos países no han avanzado lo suficiente en las negociaciones como para evitar que los turistas brasileños viajen a Estados Unidos sin visado, una vieja reivindicación que está lejos de concretarse, a pesar de que en el comunicado se apunta que se sigue trabajando en esa línea.
Además, Estados Unidos ha permitido después de muchos años la importación de carne brasileña, una autorización muy celebrada por la poderosa industria agropecuaria de Brasil, que ve una oportunidad de entrar no sólo en un importantísimo mercado, sino también de usarlo como trampolín para mercados asiáticos como Japón, Corea del Sur y Taiwán donde tiene escasa presencia.
También ha habido avances en el terreno militar, con intercambio de información por primera vez en 20 años, aunque no se ha conseguido liberalizar las rutas aéreas.
Otro fracaso, sobre todo para Brasil, es el no haber conseguido el apoyo de Estados Unidos para que el gigante sudamericano tenga un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU en caso de que la reforma de este foro, ansiada desde hace años, salga adelante.