BERLÍN, 14 Nov. (DPA/EP) -
La ex presidenta de Brasil Dilma Rousseff ha insistido este martes en que fue víctima de "un golpe judicial-parlamentario" porque se negó a sumarse al sistema neoliberal "que prevalecía en el resto del mundo" y ha advertido de que las acusaciones de corrupción contra su antecesor en el cargo, Luiz Inácio Lula da Silva, buscan impedir que vuelva al Palacio de Planalto.
Rousseff fue destituida en agosto del año pasado en un juicio político ('impeachment') celebrado en el Senado por aumentar el gasto público solicitando nuevos créditos al Banco de Brasil sin solicitar la necesaria autorización previa del Congreso.
"No participé de los préstamos (...) Nunca firmé un papel. No tengo una responsabilidad clara", ha dicho Rousseff, en un acto organizado por la Fundación Friedrich Ebert en la Universidad Libre de Berlín. Y, en todo caso, se trata de "una práctica extremadamente usual en Brasil y en cualquier país de América Latina", ha justificado.
Para Rousseff esta acusación fue solo una excusa para poner en marcha el "golpe judicial-parlamentario". "No fue solo contra mí, sino contra la sociedad brasileña, contra la nación brasileña y contra las personas más pobres de mi país", ha afirmado.
La líder izquierdista ha indicado que Brasil estaba en el punto de mira de la comunidad internacional desde la llegada de Lula al poder, en 2003. "Brasil no había completado el proceso de privatización de empresas públicas (...) y teníamos bancos públicos que daban estabilidad y posibilidad de hacer políticas de inclusión social", ha recordado.
Interrogada sobre la situación de Lula, investigado por hasta cinco casos de corrupción, ha atribuido estas acusaciones a maniobras políticas para impedir que repita en la Presidencia. "No interesa condenar a Lula, lo que interesa es que Lula no pueda concurrir a las elecciones de 2018", ha sostenido.