RÍO DE JANEIRO, 30 Nov. (EUROPA PRESS) -
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha confesado este lunes que quedó "extremadamente perpleja" al conocer la detención del senador del Partido de los Trabajadores (PT) Delcídio Amaral, acusado de intentar obstaculizar las investigaciones de la 'Operación Lava Jato' sobre el escándalo de corrupción en Petrobras.
Tras participar en la apertura de la cumbre del clima COP21 en París, Rousseff ha comentado a un grupo de periodistas que ni ella ni "nadie" se esperaba la detención de Amaral, y que no teme lo que pueda contar ahora a la Policía. "No tengo ningún temor en relación a una delación del senador", ha dicho, según recoge el diario 'Folha de São Paulo'.
En declaraciones a la Policía, Amaral habría declarado ya que el nombramiento de Néstor Cerveró --condenado a 12 años por su participación en la trama-- como directivo de Petrobras contó con la aprobación de la presidenta, algo que Rousseff ha negado.
"No indiqué a Néstor Cerveró. Creo que el senador Delcídio se equivoca", ha dicho, aprovechando también para dejar clara su relación con el CEO del banco BTG Pactual, André Esteves, detenido también la semana pasada.
Rousseff ha dicho que lo conocía muy poco, apenas por algunos encuentros en el Foro de Davos (Suiza), y ha reconocido que su detención supondrá un fuerte impacto por su importancia, aunque ha puntualizado que el banco no participaba en grandes proyectos de infraestructura.
Estas son las primeras declaraciones de la presidenta después de las detenciones de este miércoles, las más graves para su partido y el Gobierno desde hace meses, ya que hasta ahora no se había detenido a ningún senador o diputado en el ejercicio de sus funciones.
Amaral fue detenido después de que quedara constancia de que había ofrecido hasta 50.000 reales (130.000 dólares) para Cerveró a cambio de comprar su silencio y de que no diera detalles sobre el esquema de soborno y blanqueo de dinero forjado en la compañía estatal en los últimos años.
La Policía también detuvo al asesor de Amaral Diogo Ferreira y al abogado de Cerveró Edson Ribeiro, todos ellos acusados de obstaculizar la Justicia al presionar al directivo de Petrobras, para el que incluso habían ideado un plan para que se fugara y saliera de Brasil.