Boko Haram es la mayor amenaza para la región, con 20 millones de personas afectadas
MADRID, 13 Feb. (EUROPA PRESS) -
En el Sahel viven 150 millones de personas, de las que el 75 por ciento son menores de 35 años y el 25 por ciento residen en zonas afectadas por conflictos. Ante este panorama, y teniendo en cuenta que es una de las regiones más golpeadas por el cambio climático, no es de extrañar que el secretario general adjunto de la ONU y coordinador humanitario para la región, Toby Lanzer, hable de "cóctel explosivo".
"El cambio climático, la pobreza extrema y el extremismo han llevado a un cóctel explosivo que está afectando a millones de personas" en el Sahel, ha resaltado Lanzer en una entrevista concedida a Europa Press con motivo de su visita a Madrid para reunirse con representantes del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación.
En la región hay 24 millones de personas que no comen lo que deben y hay 6 millones que se enfrentan a una grave inseguridad alimentaria, según los datos de la ONU. A esto se suma que uno de cada cinco niños menores de 5 años está malnutrido. De ahí que el responsable de la ONU no dude en señalar que estamos ante "una situación bastante alarmante".
"Sin lugar a dudas Boko Haram es la mayor amenaza" para la región ya que la actividad de este grupo terrorista, que en 2015 juró lealtad a Estado Islámico, afecta a 20 millones de personas, 9 millones de ellas en el noreste de Nigeria, donde también hay "casi 3 millones de personas desplazadas que han perdido todo", ha explicado.
"Lo que estamos viviendo actualmente en la cuenca del Lago Chad, la violencia relacionada con Boko Haram, todavía no parece haber terminado", ha lamentado, subrayando que por ejemplo durante el mes de enero se registraron 63 ataques suicidas solo en el norte de Camerún, una de las zonas en las que actúa el grupo terrorista.
HAY QUE FRENAR A BOKO HARAM
Lanzer estuvo hace tres semanas en esta zona visitando a los desplazados. Su mensaje, cuenta, fue claro: "hay que frenar a Boko Haram pero no solo desde el punto de vista de seguridad, sino también en el plano económico".
Según le contaron, la operación de seguridad en marcha por parte de los gobiernos contra Boko Haram es "tan estricta que ha paralizado el comercio" con lo que la población es "más pobre, ha perdido sus medios de vida y en ocasiones puede hacer que se unan a los grupos extremistas".
Por eso, ha añadido, "creo que es muy importante que tratemos la cuestión de Boko Haram desde todos los ángulos y de una manera integral, no es solo una cuestión de seguridad sino también tiene que tratarse como una cuestión socioecónomica para la que tiene que haber una mayor colaboración de las comunidades y los gobiernos concernidos".
SITUACIÓN EN MALÍ
El subsecretario general de la ONU también ha expresado su preocupación por la situación en Malí, donde en los últimos meses se han incrementado los ataques obra de grupos islamistas. Estas dos amenazas, ha subrayado, hacen que la región se encuentre "en una situación muy compleja de la que no veo la salida de una manera simple".
Lanzer, que también ha estado recientemente en Kidal y Gao, en el norte de Malí, ha reconocido que es difícil de explicar la intensificación de los ataques más allá de que "tal vez los extremistas están compitiendo entre ellos para ver quién realiza el peor ataque".
El Sahel, que se extiende desde Senegal y Mauritania, pasando por Malí, Burkina Faso, Chad, Camerún, Níger y Nigeria, es una "región muy vasta en la que cualquier grupo se puede instalar y casi nadie lo va a saber hasta que hagan algo". Además, ha precisado, "hay una pobreza increíble por lo que a veces las comunidades no van a decir no o no pueden".
"Francamente la falta de desarrollo, la falta de comercio, la poca presencia de los gobiernos, como ocurre en el norte de Malí, hace que sea más fácil para estos grupos instalarse", ha reconocido, reclamando por ello la necesidad de un "conjunto de medidas" que pasan por reforzar a los gobiernos, distribuir asistencia humanitaria o promover el desarrollo de la región entre otras.
En este sentido ha valorado como "muy buena" la decisión de Alemania de enviar 650 soldados a Malí o lo que España está haciendo en parte del Sahel de control de fronteras con los gobiernos de la región.
Según ha explicado, en sus contactos con distintos responsables del Ministerio de Exteriores español ha constatado que "hablamos el mismo idioma" y se ha felicitado por ello, ya que nuestro país es ahora mismo miembro del Consejo de Seguridad de la ONU. En su opinión, "hay otros países en Europa que podrían hacer un poco más" respecto a la situación en el Sahel.
RÁPIDO CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO
Lanzer también ha puesto el acento en el rápido crecimiento demográfico del Sahel, donde actualmente viven 150 millones de personas y cuya población se espera que se duplique hasta los 300 millones para 2035. "Ahí tenemos un problema enorme en el horizonte en términos de migración si la violencia, si la pobreza extrema, si el cambio climático no son abordados por nosotros", ha prevenido.
Sin embargo, ha reconocido que la comunidad internacional en su conjunto, y Europa en concreto, "todavía no es consciente" de la dramática situación en el Sahel, algo "lógico" si se tiene en cuenta el conflicto en Siria y la crisis de refugiados.
"Mi labor es llamar la atención de lo que pasa porque es muy muy grave ya pero será mucho más grave todavía dentro de unos años si no tomamos medidas ya", ha subrayado, reclamando la necesidad de "trabajar de forma conjunta" tanto en el plano político, como humanitario, de desarrollo o de la seguridad.
Aunque, ha reconocido, "siempre faltan fondos", se ha mostrado convencido de que si hay un trabajo conjunto "podremos hacer más con el dinero que tenemos" optando por "maximizar el impacto" de lo que se hace. "Hay espacio y es necesario que trabajemos de una manera más conjunta todos", ha sostenido, apostando igualmente por "innovar para ver cómo podemos hacer más".
En este sentido, por ejemplo, se puede optar por facilitar que un mercado funcione y dar a la población 'voucher' (vales) para que puedan ir y comprar su comida en lugar de repartir la ayuda. "Es una manera de ofrecer asistencia humanitaria al tiempo que se favorece actividad económica y esto es interesante y es más barato, además de ser mejor para las personas que necesitan ayuda", ha remachado.