TACOMA (WASHINGTON), 1 (Reuters/EP)
El sargento estadounidense Robert Stevens se ha declarado el miércoles culpable del asalto a granjeros afganos desarmados, así como de otros tres cargos. Se trata del primer consejo de guerra contra 12 soldados acusados de aterrorizar a civiles y a compañeros de filas en la guerra de Afganistán.
Cinco de ellos están acusados de asesinato premeditado, y al parecer algunos coleccionaron dedos y otras partes de los cuerpos de sus víctimas a modo de trofeo. Asimismo, cuatro de los soldados tomaron fotografías de sus atrocidades, y en algunas de ellas posaron con los cadáveres de sus víctimas.
Stevens, médico militar de 25 años, admite que en marzo abrió fuego contra dos hombres sin razón aparente, pero matiza que él y otros soldados actuaban bajo las órdenes del jefe de escuadrón durante una patrulla.
Pese a no ser uno de los cabecillas del grupo, Stevens ha sido el primero en ser juzgado porque renunció a su derecho a un procedimiento preliminar. La fiscalía militar podría ofrecerle la inmunidad en las otras acusaciones a cambio de testificar contra sus 11 compañeros, una oferta que ya ha aceptado. Los otros cargos son lanzar erróneamente una granada fuera de su vehículo, falsos testimonios a la investigación e incumplimiento del deber. Se declaró no culpable del delito de conspiración para cometer un asalto.
El juicio --que se celebra en la base de Lewis-McChord, cerca de Tacoma (estado de Washington)-- tiene su origen en una investigación sobre el consumo de hachís en una unidad de infantería. Finalmente se ha convertido en el caso más grave de presuntas atrocidades cometidas por personal militar estadounidense en Afganistán desde el inicio de la guerra, en 2001.