La iniciativa de ACNUR ayuda en la integración de los refugiados sudaneses y beneficia particularmente a mujeres
KOUTOUFOU (CHAD), 28 (Por Ibrahima Diane, ACNUR)
En un vasto y verde territorio de la localidad de Koutoufou, en el este de Chad, Achta Abdalá Biney se deshace de las malas hierbas de su parcela y recoge los vegetales de su cosecha para venderlos al día siguiente en el mercado.
Biney es una de los 500 refugiados que huyeron de la guerra en Sudán y residentes que cultivan de forma conjunta el terreno como parte del proyecto de integración 'Semillas como Soluciones', que busca además ofrecer a las mujeres una mayor independencia financiera.
El programa, desarrollado por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Federación Mundial Luterana (FML), suministra las herramientas necesarias para cultivar la tierra y permitir que los refugiados puedan producir sus propios alimentos y venderlos en el mercado.
Biney, que tiene 37 años y cinco hijos, huyó en 2003 de la región de Darfur, en el oeste de Sudán, y se trasladó a Chad. Vivió en un campo de refugiados cerca de la ciudad de Goz Beida. "Con estos vegetales estoy al frente y decido qué hacer con los ingresos".
Mientras la crisis en Sudán continuaba, Biney se unió a varias familias de refugiados sudaneses, que abandonaban los centros de refugiados para introducirse en las comunidades chadianas siguiendo el plan 'fuera de los campos' de ACNUR. Junto a sus hijos y a su madre, Biney se trasladó a Koutoufou en 2011 para poder ejercer como agricultora y sostener a su familia.
Biney recibió entonces una parcela de 25 hectáreas y las herramientas necesarias para comenzar. Ahora se encuentra entre uno de los 462 agricultores -la mayoría mujeres sudanesas- que forman parte del programa 'Semillas como Soluciones' en Koutoufou. Muchas de las mujeres son analfabetas y, según la tradición, tendrían poco control sobre el gasto del hogar, algo que está cambiando ahora.
En una parcela cercana al terreno de Biney, una mujer se encuentra retirando las malas hierbas. "Cuando dan dinero a sus maridos, estos fuman, beben o se van con otra mujer. 'Semillas como Soluciones' me aporta los medios necesarios para ser independiente y me permite cuidar de mi familia", señala.
Desde su puesta en marcha en 2014, el plan ha ayudado a más de 5.000 refugiados y 3.000 chadianos en Goz Beida, donde se han adquirido más de 10.000 hectáreas para el cultivo.
El agua es extraída de pozos y distribuida mediante el uso de la energía solar. Los expertos de FML acuden regularmente para ofrecer consejo técnico. En Koutoufou, la primera cosecha de 2016 generó unos beneficios de unos 3.500 dólares (3.000 euros) al vender el 70 por ciento de los 13.700 kilos de vegetales producidos.
Los agricultores se llevaron los productos restantes a casa para el consumo diario, sustituyendo la ayuda alimentaria por vegetales con nutrientes y provocando una mejora en la calidad de vida de sus familiares.
El proyecto 'Semillas como Soluciones' busca paliar la situación de los refugiados en Chad, según Peggy Pentshi-a-Manengla, directora de la oficina de ACNUR en Goz Beida, donde residen 62.000 de los 312.000 refugiados sudaneses que hay en el país.
La participación de los residentes de la zona en el proyecto "refuerza la coexistencia pacífica entre las dos comunidades", manifiesta Pentshi-a-Maneng, que cree que se trata de la "mejor solución para los refugiados que no presentan señales de poder volver de forma segura a Darfur".
"El éxito está atrayendo a los hombres, que en un inicio se negaron a formar parte del proyecto", afirma Urbain Maihoudjim, un agricultor y supervisor de FML, mientras revisa el estado de los nabos de la cosecha de Biney, que se prepara para llevarlos al mercado.
"Quiero que mis hijos vayan a la universidad, o al menos que aprendan a ejercer una profesión y consigan un trabajo del que puedan vivir. Con el poco dinero que gano vendiendo parte de las cosechas puedo cuidar de ellos y ellos pueden centrarse en los estudios", explica Biney.