KABUL 29 Sep. (Reuters/EP) -
El 'señor de la guerra' afgano Gulbuddin Hekmatyar, que ha ratificado este jueves junto al presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, el acuerdo de paz, ha hecho un llamamiento para "poner fin a la crisis actual en el país" y ha instado a los partidos de la oposición a unirse al proceso de paz.
"Insto a los partidos de la oposición a unirse a este proceso y perseguir sus propios objetivos por medios pacíficos", ha indicado Hekmatyar, que ha destacado la necesidad de que las partes enfrentadas apoyen el acuerdo, que abre la puerta a la milicia Hezb-i-Islami a desempeñar un papel fundamental en la política del país.
Hekmatyar, líder de la insurgencia contra los soviéticos en los años 80, ha sido designado como "terrorista global" por Estados Unidos, que se encuentra al frente de una misión militar internacional en Afganistán desde hace quince años.
"Esperamos que llegue el día en que dejen de intervenir fuerzas extranjeras y se logre la paz", ha señalado Hekmatyar, que fue primer ministro de Afganistán en los años 90. Su facción del Hezb-i-Islami ha desempeñado un rol relativamente pequeño en el conflicto actual, en el que la presencia de los talibán ha aumentado notablemente.
Las autoridades del país esperan que la ratificación del acuerdo suponga el primer paso para llevar a cabo una serie de negociaciones similares con los talibán. "Esta es una oportunidad para los talibán y otros grupos de milicianos para demostrar cuál es su postura: estar con la gente y unirse a la paz o enfrentarse a la población y continuar con el derramamiento de sangre", ha señalado Ghani.
Las negociaciones de paz con el mayor grupo de insurgentes de Afganistán aún no han tomado forma. Varios grupos de defensa de los Derechos Humanos, así como muchos afganos, han criticado que Hekmatyar no se enfrente a ningún tipo de represalia por los crímenes de guerra cometidos en el país.
El regreso a la política del líder de Hezb-i-Islami formará parte de la "cultura de la impunidad", según ha denunciado la investigadora de la ONG Human Rights Watch Patricia Gossman, que ha alertado de que esto supone una "afrenta" para las víctimas de los abusos llevados a cabo por los milicianos.