MADRID, 4 Dic. (Por Eleanor Monbiot, responsable regional para Oriente Medio y Europa del Este de World Vision) -
¿Quién fue tu mayor influencia femenina al crecer? ¿Tu madre? ¿La abuela? ¿Maestra o madrina? Sea quien sea, su sentido de la propia autonomía habrá tenido un efecto directo en cómo te ves ahora a ti misma y cómo influyes a su vez en las vidas de la siguiente generación.
Hace tiempo que se sabe que la igualdad de género y el bienestar de los niños y niñas están estrechamente unidos, pero nuevos estudios demuestran hasta qué punto el bienestar de los niños se ve directamente afectado por el empoderamiento de sus madres. Cuando las mujeres carecen de poder y de oportunidades, la educación, la nutrición y la salud mental de sus hijos caen en picado y su vulnerabilidad a los abusos se dispara.
Este vínculo directo crea el ciclo intergeneracional de desempoderamiento. Por lo tanto, es fundamental que en todo nuestro trabajo en el sector humanitario y de desarrollo situemos el empoderamiento y la igualdad de las mujeres al mismo nivel que el acceso a los alimentos, el agua, el refugio y la educación. Sin este enfoque, condenamos a otra generación a las mismas vulnerabilidades y riesgos que sus madres.
Es demasiado fácil para nosotros quedarnos atrás y hacer afirmaciones generales como: "esta mujer está empoderada y esta otra no", basándonos en los indicadores visibles de educación, poder adquisitivo y estatus comunitario. Pero lo que ocurre a puerta cerrada es una historia muy diferente.
Las mujeres suelen llevar una doble vida. Fuera de casa, son líderes y pueden controlar su tiempo y sus decisiones. Pero una vez que cruzan el umbral, tienen que silenciar sus opiniones, pierden todo el control sobre la gestión de su tiempo y de sus ingresos.
Un tercio de las mujeres de todo el mundo son objeto de violencia en ese hogar. A pesar de algunos cambios positivos en las normas de género y en la legislación sobre igualdad, esto sigue ocurriendo en todos los países. Seamos claros, estos no son problemas que sólo existen en nuestras comunidades más vulnerables. Son problemas que ocurren ahora mismo en nuestras oficinas, en las casas de nuestros seres queridos y quizás en nuestras propias casas.
El problema del desempoderamiento aumenta en gran medida cuando las mujeres tienen un bajo nivel de educación o se casan a una edad temprana, lo cual se asocia con resultados negativos para los niños.
Nuestro estudio también muestra que la violencia doméstica y de género contra las mujeres afecta directamente a la salud mental de los niños y niñas, y que existe una relación directa entre la salud mental de las mujeres y la salud mental y la resiliencia de los niños. Los hijos de madres con mala salud mental no suelen alcanzar sus hitos emocionales y tienen dificultades para afrontar situaciones vitales difíciles. Y así, el ciclo intergeneracional negativo sigue girando.
¿CÓMO PODEMOS ROMPER ESTE CICLO?
Sorprendentemente, sólo hay diez países en el mundo que ofrecen plena protección legal a las mujeres, incluyendo la plena igualdad de derechos para hombres y mujeres. Bélgica, Francia, Dinamarca, Letonia, Luxemburgo, Suecia, Canadá, Islandia, Portugal e Irlanda son los únicos que ofrecen plena igualdad de derechos para hombres y mujeres, desde una perspectiva legal.
Al menos 155 países han aprobado leyes sobre la violencia doméstica, y 140 tienen leyes sobre el acoso sexual en el lugar de trabajo. 34 países han firmado para convertirse en países pioneros cuyos líderes gubernamentales se comprometen formal y públicamente a tomar medidas integrales para poner fin a todas las formas de violencia contra los niños.
Tenemos que exigir a los gobiernos que pongan en práctica las políticas existentes y que establezcan los marcos jurídicos que permitan la plena igualdad de las mujeres. Como organización, World Vision tiene la responsabilidad de promover el empoderamiento de las mujeres como condición previa fundamental para lograr el bienestar de los niños y
niñas, y actuar en consecuencia ofreciendo oportunidades de educación, actividades generadoras de ingresos y apoyo a la salud mental de las madres.
Como individuos, todos tenemos que ser parte de la ruptura del ciclo. Como mujer, me cuestiono constantemente qué tipo de modelo soy para los niños y niñas. Muchas personas han realizado cambios significativos a nivel mundial en el empoderamiento de las mujeres.
Pensemos en Malala Yousafzai y su trabajo sobre el acceso a la educación, Ruth Bader Ginsburg en el marco legal para el acceso a la igualdad de salarios, en Gülsüm Kav y su trabajo para mantener el Convenio de Estambul. Así que, en palabras de Laleh Osmany, activista afgana de los derechos, "todos tenemos alguna responsabilidad para intentar hacer del mundo un lugar mejor. El cambio es difícil, pero no imposible. Se ve en las mujeres que han luchado por su identidad en un país muy tradicional como Afganistán".
¿Cuál será su contribución hoy para empoderar a las mujeres y asegurar el bienestar de los niños y niñas y romper el ciclo?