ROMA, 1 Sep. (Reuters/EP) -
Las escuelas de Siria han puesto en marcha varios huertos en los que los niños aprenden a cultivar berenjenas, lechugas, pimientos, coles y pepinos que luego se pueden comer, como una forma de combatir la malnutrición.
La cocina tradicional siria, rica en verduras, es típica de la región. Se basa principalmente en el humus, el cordero desmenuzado acompañado con almendras y especias, ensaladas muy variadas, el cocido con judías verdes, el okra --una verdura muy utilizada en Siria para espesar sopas-- o calabacines con tomate, hojas de col rellenas y alcachofa.
Sin embargo, tras seis años de guerra, los hábitos de alimentación han cambiado para la mayor parte de la población y, la mayoría de los sirios ahora vive únicamente a base de pan o de los alimentos procedentes de la ayuda humanitaria.
"La crisis por la que pasa Siria está teniendo un efecto devastador en la salud y nutrición de toda una generación de niños", ha dicho Adam Yao, representante de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Siria.
La FAO está ayudando a 17 colegios de primaria, colaborando tanto con el Gobierno como con la oposición para plantar 500 metros cuadrados de frutas y hortalizas en zonas asoladas por la guerra, entre las que se incluyen ciudades como Alepo, Hama, Homs, Idlib y las afueras de Damasco.
En una crisis, los niños suelen ser los más vulnerables a la malnutrición, algo que puede traer consigo serias consecuencias y derivar, a largo plazo, en problemas de crecimiento y desarrollo.
"Una buena nutrición es la primera barrera de defensa que tiene un niño para hacer frente a las enfermedades y también es fundamental para que los niños sean capaces de llevar una vida sana y activa", ha explicado Yao.
Hasta el momento las escuelas primarias, que comenzaron a plantar en mayo, han producido 12 toneladas de frutas y hortalizas. Se espera que otras 35 escuelas comiencen a transformar sus campos de juego pronto en Alepo y en las zonas rurales alrededor de Damasco.
SUBIDA DE PRECIOS, CAÍDA DE LA PRODUCCIÓN
Tras seis años de guerra, el precio de la comida se ha incrementado debido a la caída en picado de la producción en agricultura. Además el transporte de la comida por el país es muy caro. Según ha estimado Naciones Unidas, el desempleo afecta a más del 50 por ciento de la población y el 70 por ciento de ella vive en condiciones de extrema pobreza.
Aproximadamente unos 13,5 millones de personas en Siria necesitan asistencia humanitaria, de ellos 7 millones no tienen acceso a las necesidades alimentarias básicas.
Los otros 5 millones de personas restantes reciben ayuda internacional de comida, pero no todo el mundo puede ser atendido, y el Programa Mundial de Alimentos se ha visto obligado a reducir la cantidad de calorías en los paquetes de alimentos para cada familia debido a la escasez de fondos.
"Los donantes son generosos, pero no sabemos cuánto tiempo más pueden seguir siéndolo, y estas personas dependen de ese dinero", ha asegurado Yao.
Las familias más vulnerables están recibiendo ayuda de FAO para cultivar alimentos en casa para que dejen de depender de las contribuciones humanitarias.
"Las ayudas de comida son muy importantes, pero deberíamos combinar ambas, de manera que las personas cultiven sus propios alimentos en casa y vayan perdiendo esa dependencia de manera gradual", ha explicado el representante de la organización.
En un país donde más de la mitad de la población ha sido forzada a huir de sus casas, trasladándose incluso en numerosas ocasiones, invertir en ayudas a la agricultura ayuda a que la gente se quede mientras sea un sitio seguro, ha agregado Yao.
"La agricultura se ha convertido en una esperanza para mucha gente porque les permite subsistir, incluso en las zonas asediadas", ha afirmado.