Rebeldes huthis celebran el fin del Ramadán en Saná
REUTERS / KHALED ABDULLAH
Actualizado: domingo, 16 julio 2017 8:09


SANÁ, 16 Jul. (Por Swangin Bismarck y Moohialdin Fuad, UNICEF) -

El reclutamiento y uso de niños por parte de los grupos armados es una de las dimensiones más oscuras del conflicto de Yemen, que se ha intensificado desde hace más de dos años. La ONU estima que más de 1.500 han sido reclutados.

Ahmed (nombre ficticio), que acaba de cumplir 17 años, es uno de los que ha sobrevivido para contar su tortuoso calvario de un año con uno de los grupos armados.

Antes de ser reclutado, vivía una vida normal con su familia. "Era como cualquier otro niño. Solía levantarme y prepararme para ir a la escuela. Después de la escuela, iba a rezar y a jugar con amigos", ha dicho Ahmed.

Todo cambió un día. Algunos de sus amigos mayores que ya se habían unido comenzaron a presionarle. Muchos chicos de su edad en el barrio ya habían sucumbido a la presión. Un día, Ahmed no pudo aguantarlo más y se entregó.

"Me empujaron. En mi pueblo, todos iban a luchar. La gente me decía que no era un hombre porque no quería luchar. No podía soportarlo", cuenta Ahmed. Comenzó así un año en el que desempeñó distintos papeles, demasiado peligrosos para un niño. Estos iban desde combatir en batallas a vigilar puntos de control, incluso durane toda la noche, y a veces llevaba comida a quienes estaban de servicio.

El conflicto de Yemen explotó en marzo de 2015 para convertirse en una guerra brutal en la que se usan armas mortíferas. La lucha se extiende rápidamente. Desde entonces, se han librado varias batallas en las zonas de terreno irregular y las llanuras de la costa de Yemen.

SIN TIEMPO PARA SER UN NIÑO

Ahmed afirma que no hay tiempo para ser un niño cuando estar con un grupo armado. Si no estás en la línea de combate tienes que desempeñar otros roles. Todo depende del comandante.

"A veces hago un turno de noche y otras, durante el día, vigilo nuestra posición por si viene el enemigo", relata Ahmed.

"Me vi empujado a la lucha por mis amigos. Me dieron un arma y fui a luchar. La mayoría de ellos están muertos, algunos en batallas en las que estábamos juntos", dice Ahmed mirando al suelo. Se agarra los dedos cuando recuerda los oscuros momentos en los que por poco pierde la vida.

Algunos de los compañeros de Ahmed no tuvieron tanta suerte. Murieron en una guerra que ellos no iniciaron.

MOMENTOS DIFÍCILES

"Nunca olvidaré el momento en el que hubo un ataque y llamé a un amigo cercano para comprobar como estaba y no respondió. Había muerto. Perdí un amigo a mi lado", dice mientras mira al cielo y repite: "Nunca lo olvidaré".

El impacto físico y emocional al que están expuestos los niños mientras forman parte de estos grupos destroza su mundo. Muchos llevarán estas pesadas cargas emocionales durante toda su infancia.

"Después de que muriese mi amigo, me puse enfermo y me dejaron ir a tratarme. Estuve bajo tratamiento médico durante más de un mes", dice Ahmed.

INFANCIA RECUPERADA

Mientras estaba en tratamiento, Ahmed conoció a un miembro de una ONG apoyada por UNICEF que trabaja para ayudar a los adolescentes mediante el conocimiento y la facilitación del acceso a los servicios básicos. Con el apoyo de terapeutas formados, Ahmed recibió ayuda para dejar atrás los horrores de su vida como recluta. Después se inscribió a un curso de inglés en una institución local donde aún continúa persiguiendo sus sueños para un futuro mejor.

"Ojalá aprenda y tenga un futuro brillante y, sin duda, quiero que la guerra termine. Ya basta", afirma Ahmed.

Tras haber conocido de primera mano la penosa vida como combatiente, Ahmed espera que ningún otro niño corran la misma suerte. "Tengo un mensaje para todos los niños como yo, mayores o más pequeños. Les pido que no escuchen a nadie que les anime a luchar. Pensad en vuestro futuro", dice.

Junto a sus socios, UNICEF trabaja para apoyar a niños como Ahmed para que recuperen la vida normal y persigan sus ambiciones. Se están llevando a cabo trabajos para ofrecer servicios de protección infantil centrados en la comunidad, entre los que se incluye apoyo psicocial, con un especial énfasis en el fortalecimiento de las capacidades de niños, familias y comunidades para superar el impacto del conflicto y el desplazamiento y proteger a los menores de más violencia, abusos y explotación.

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