JERUSALÉN, 27 Mar. (EUROPA PRESS) -
El soldado israelí sospechoso de ejecutar a uno de los palestinos que hirieron con un cuchillo a un otro militar en Hebrón (Cisjordania), el pasado jueves, manifestó expresamente su deseo de matar a su víctima cuando se encontraba ya reducida en el suelo, según la investigación realizada por el Ejército israelí.
El acusado, según las pesquisas, declaró que "el terrorista tiene que morir" tras conocer que el otro militar, amigo suyo, había resultado herido. A pesar de que sus camaradas intentaron calmarle, el militar acabó abriendo fuego contra el palestino, identificado como Abdelfatá al Sharif, de acuerdo con los apuntes de la investigación publicados por el diario 'Haaretz'.
Minutos antes había muerto por los disparos israelíes un cómplice del agresor, identificado como Ramzi Aziz al Qasrawi. La vida del soldado herido por la puñalada no corre peligro.
El suceso ha sacudido al Gobierno israelí, en muy buena parte por las imágenes del mismo publicadas por la ONG pro Derechos Humanos B'Tselem, en las que no se ve la acción del disparo pero sí se escucha el sonido de un tiro antes de enfocar al palestino en medio de un recién aparecido charco de sangre.
La nitidez del suceso provocó que el primer ministro condenara las acciones del militar, en una inusitada crítica a su propio Ejército, al que ha calificado en innumerables ocasiones como "el más moral del mundo". Sin embargo, y conforme han pasado los días, Netanyahu ha suavizado sus declaraciones y preferido dejar la resolución del caso en manos del comité de investigación militar.
"Es un comportamiento inaceptable e intolerable pero pido al Ejército que tenga en cuenta las difíciles condiciones en las que trabajan estos soldados", ha declarado en la reunión semanal del Consejo de Ministros.
"Los soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel son nuestros hijos y se someten a unos elevados estándares morales cuando combaten valientemente a asesinos sedientos de sangre bajo difíciles circunstancias operativas", ha subrayado el primer ministro. "Estoy seguro de que en cualquier suceso, incluyendo el que nos ocupa, la investigación tendrá en cuenta todos los antecedentes", añadió.
Sin embargo, la división en su Gobierno es palpable. El ministro de Educación, Naftali Bennett, presidente del partido de extrema derecha y socio de coalición de Gobierno, Hogar Judío, ha advertido de que no tolerará que se le impute al soldado el cargo de asesinato.
"Digo aquí y ahora que este soldado no es un asesino y que la imputación de un cargo de asesinato supondría que hemos perdido totalmente el control. Aquí hay alguien que ha confundido quiénes son los buenos y quiénes son los malos y voy a asegurarme de que este soldado recibe un juicio justo, y no una farsa procedimental", ha advertido Bennett esta mañana en declaraciones a Radio Israel.
Netanyahu respondió inmediatamente a esas declaraciones. "Yo he apoyado a los soldados más que usted, y he guiado más soldados hacia la batalla que usted", replicó el primer ministro durante la reunión de su Ejecutivo.
SORPRESA ENTRE LAS FILAS
Los declarantes ante el comité de investigación formado por orden del jefe del Mando de Incursión del Ejército israelí, Roni Numa, expresaron su absoluta sorpresa por el comportamiento del soldado, cuyo abogado argumenta que actuó en defensa propia al temer que el atacante palestino portara algún tipo de explosivo.
La investigación, sin embargo, ha concluido que estos temores eran infundados y que el soldado se excedió ampliamente en sus capacidades dado que era un médico militar que llegó a la escena del apuñalamiento después de que hubiera tenido lugar y cuya misión era la de atender a los heridos.
Hay que recordar que los médicos del Ejército israelí tienen órdenes de atender a todas las víctimas de un atentado, independientemente de su identidad, y sin descartar en modo alguno a los sospechosos palestinos. En este caso concreto, ninguno de los tres médicos presentes en la escena, el acusado incluido, atendió a los atacantes.
Cuatro días después del incidente, los palestinos denuncian que Israel todavía no ha entregado el cuerpo de Al Sharif, cuya muerte provocó que cientos de personas salieran a las calles de Hebrón para protestar.