Ambos reconocen que su dedicación a los refugiados afecta a su vida personal pero no renuncian a ello
GINEBRA, 5 Oct. (De la enviada especial de EUROPA PRESS Leyre Guijo) -
La solidaridad es la respuesta. Esa es la conclusión a la que llegaron los dos galardonados con el Premio Nansen para los Refugiados que cada año entrega el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) cuando vieron que las costas de su país natal, Grecia, se convertían en la puerta de entrada de miles de personas a Europa.
Konstantinos Mitragas, secretario general del Equipo de Rescate Helénico (HRT), y Efi Latsoudi, una de las promotoras del campamento para refugiados PIKPA en la isla de Lesbos, han recibido esta semana en Ginebra el galardón, con el que ACNUR ha reconocido su infatigable labor para ayudar a los refugiados en 2015 y de forma extensible a todos los demás voluntarios que ofrecieron su asistencia.
"Hay que ser conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor y participar en la solución. La solidaridad es la vía para cambiar lo que está ocurriendo en este mundo", defiende Latsoudi en una entrevista concedida a Europa Press.
GORDON WELTERS/ACNUR
En 2012, ante la creciente llegada de inmigrantes y refugiados a Lesbos, Latsoudi y otros voluntarios decidieron transformar una antigua colonia de vacaciones en un campamento de acogida, PIKPA, por el que han pasado 30.000 personas, principalmente niños, embarazadas, discapacitados y los más necesitados.
Según cuenta, no fue una elección. "Ves que está ocurriendo algo abrumador, quieres tomar posición y optas por ayudarles y apoyarles", explica. "Podemos hacer muchas cosas y lo hemos visto en Lesbos", sostiene, recordando que los voluntarios griegos y los llegados de fuera, incluidos los "increíbles" españoles, "dimos soluciones cuando no había soluciones".
LO MÁS DIFÍCIL SON LAS MUERTES
Latsoudi admite que 2015 fue para ella "más difícil por las muertes". "Nunca había tenido que vérmelas con tantas muertes, muertos todo los días, grandes tragedias", recuerda, de ahí el que actualmente esté especialmente volcada en dar un entierro digno a aquellos que pierden sus vidas en el mar.
"Ignorar la muerte de estas personas no está bien desde el punto de vista ético", sostiene, denunciando que "no les das a los refugiados el derecho a vivir, no les das el derecho a protección y luego ignoras su muerte, es un nivel superior".
GORDON WELTERS/ACNUR
"Por eso me impliqué en ello, porque creo que existe una especie de profunda actitud fascista que surge en esta infravaloración de las muertes", sostiene la voluntaria, que admite que si fuera un griego el que muriera en el mar "sería muy grave pero cuando les pasa a los refugiados es algo pequeño" y apenas es un pequeño recuadro en los periódicos.
"MAÑANA PODRÍAMOS SER NOSOTROS"
También Mitragas cree que los ciudadanos de todo el mundo deben "alzarse en solidaridad". "Ahora son estas personas las que viven esto pero fácilmente nos puede pasar a nosotros o a nuestras familias. Entonces necesitaremos que alguien nos ayude, nos asista o que se convierta en un voluntario para nosotros", defiende este rescatista en una entrevista a Europa Press.
El HRT comenzó su andadura en 1978 y desde entonces ha estado al servicio de personas en apuros, tanto griegos como en los últimos tiempos inmigrantes y refugiados. Con 20.000 voluntarios, 2015 fue toda una prueba para ellos, ya que nunca hasta ahora se habían enfrentado a tantos rescates en el mar.
Según Mitragas, lo vivido ha hecho que "ahora tengamos más experiencia, estemos mejor preparados y sepamos mejor qué es lo que hay que hacer". Este empresario y capitán de barco no duda en calificar de "héroes" a los voluntarios de HRT porque "están arriesgando sus vidas en el mar para salvar a otros".
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El responsable de HRT tiene claro que si no hubiera sido por su presencia, y la de otros muchos voluntarios incluidos españoles, "es obvio que más personas habrían muerto" ya que los guardacostas griegos solos no habrían podido hacer frente a tantas llegadas. "No hay ningún país en el mundo que pudiera enfrentarse a lo que hemos visto los dos últimos años", reconoce.
LOS POLÍTICOS PUEDEN HACER MÁS
Ambos se muestran críticos con la clase política, tanto griega como europea. "Siempre hay margen para hacerlo mejor, podrían haber hecho más, es obvio y la UE podría haber hecho más", subraya.
"Espero que al menos lo hagan ahora o cuando la situación se complique de nuevo, porque ahora mismo la situación es controlable, con unas 100 llegadas al día", añade, reconociendo su preocupación por la posibilidad de que Turquía vuelva a permitir de nuevo las salidas. "Será un completo horror y muchas personas morirán", alerta, recordando que la mayoría viajan con "chalecos salvavidas falsos".
"Yo solo soy un rescatista, creo que ellos pueden encontrar la solución si quieren. Hay muchas soluciones si quieren ayudar a estas personas", sostiene Mitragas.
En opinión de Latsoudi, "el sistema nunca está preparado" y esto está quedando demostrado en Grecia, donde "sabemos que los refugiados están ahí, que hay el riesgo de que vengan más" pero el Gobierno no está haciendo nada y ha adoptado una postura de "esperar y ver". "No prepararse para nada creo que es un gran error", sostiene, porque se trata de vidas humanas.
"Tenemos que hacer algo, tenemos que tener un plan y decidir lo que vamos a hacer y lo que no", reclama, denunciando que los políticos, sobre todo la extrema derecha, "están tratando de usar este hartazgo y fatiga de la gente para ponerlos contra los refugiados, para cambiar esta situación de solidaridad por algo que es xenófobo, racista y peligroso".
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CONSECUENCIAS EN SUS VIDAS
Su dedicación a ayudar a los refugiados también les ha pasado factura en sus vidas personales, aunque ambos tienen claro que no dejarán de hacerlo. "Es algo extenuante, agotador, que reclama mucho de ti y que te hace perder muchas cosas de tu vida personal, tu equilibrio en el día a día", admite Latsoudi.
"Ahora estoy tratando de poner algunos límites y darme algunos respiros para ver otros aspectos de mi vida, que también son muy importantes", explica a Europa Press. "Como muchas de las personas implicadas cometes el error de no darte cuenta de que si no estás centrado no puedes ayudar a otras personas a que encuentren el equilibrio en sus vidas", subraya, reconociendo que, en ocasiones, "nos dejamos llevar por la situación".
Por su parte, Mitragas admite que los voluntarios de HRT "deberíamos tener ayuda psicológica profesional pero, desgraciadamente, no somos una organización rica e intentamos gastar el dinero que tenemos en actuar y estar operativos".
"Por supuesto, es esencial recibir apoyo psicológico pero, en estos momentos, lo estamos haciendo los unos con los otros", explica, aclarando que cuando terminan cada misión hablan entre ellos, entre otras cosas porque les resulta más fácil entender "cuáles son los sentimientos" de sus compañeros.
"Yo soy el capitán y tengo tres tripulaciones diferentes y soy responsable de ver cómo están y de si pueden trabajar al día siguiente o no", añade, reconociendo que "es muy duro" y que "la mayoría" de los voluntarios de HRT han vivido "rescates que no han acabado bien, con muertos, incluidos niños, familias separadas...". "Esto te toca y cuesta superarlo", reconoce.