NUEVA YORK/LONDRES, 10 Nov. (Reuters/EP) -
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¿Quién ha votado a Donald Trump y a Hillary Clinton?
Este mismo lunes, los expertos en sondeos y estadísticas daban a Hillary Clinton entre un 75 y un 99 por ciento de opciones de ganar las elecciones presidenciales. ¿Cómo es que tantas personas se equivocaron tanto?
Los medios, incluida Reuters, bombearon dos series de noticias sobre sondeos. Algunas eran sondeos nacionales diseñados para estimar el voto popular en todo el país, pero no el resultado por estados, donde en realidad se deciden las elecciones. Estos sondeos en realidad ofrecieron la panorámica correcta: Clinton ganó más votos que el presidente electo, Donald Trump, pero no tantos como la media de los sondeos preveían y no donde necesitaba hacerlo.
Los medios también produjeron un vendaval de historias para calcular la probabilidad de victoria de los dos candidatos. Estos cálculos fueron realizados en base a sondeos en los estados. Sin embargo, se sobreestimó las opciones de Clinton de victoria por no haber visto que un giro en las pautas de voto en algunos estados podría aparecer en otros estados similares.
En parte, esto se debe a que los analistas de sondeos no captaron bien la metáfora central. Los presidentes estadounidenses no son elegidos por el voto popular sino por las elecciones en los 50 estados y el Distrito de Columbia para elegir a los representantes en el Colegio Electoral. Al calcular los resultados probables, las predicciones generalmente trataron esas 51 pugnas como acontecimientos completamente separados.
TENDENCIAS DE VOTO
Pero no es así como funcionan las elecciones en Estados Unidos. Las tendencias de voto que aparecen en un estado, como un giro mayor de lo esperado hacia los republicanos en el voto rural, tienden a aparecer en otros estados con una composición demográfica similar.
Y eso es lo que ocurrió el martes: los modelos electorales calcularon las probabilidades de una victoria de Clinton que resultaron ser altas, porque vieron a cada estado como algo muy aislado.
El proyecto 'Estados de la nación' de Reuters e Ipsos proyectó que Clinton obtendría el 45 por ciento del voto popular frente al 42 por ciento de Trump y le dio un 90 por ciento de probabilidades de lograr los 270 votos electorales necesarios para ser presidenta. Al final, Clinton ganó el voto popular con el 47,7 por ciento frente al 47,5 por ciento, según el último recuento, y Trump pudo ganar en el Colegio Electoral hasta 303 votos, frente a los 233 de Clinton cuando termine el recuento.
El problema, según el presidente de Ipsos Public Affairs Estados Unidos, Cliff Young, fueron los modelos que los expertos usaron para predecir quién votaría, es decir, los probables votantes. Los modelos calcularon mal casi en su totalidad cómo iba a distribuirse la participación entre los distintos grupos demográficos, según Young. y la participación fue inferior a lo esperado, un resultado que generalmente favorece a los candidatos republicanos.
En 2000, cuando el republicano George W. Bush ganó al demócrata Al Gore, por ejemplo, la participación fue de en torno al 60 por ciento, según la Oficina del Censo de Estados Unidos. Ocho años después, la participación fue del 64 por ciento cuando Barack Obama ganó su primer mandato frente al republicano John McCain.
Este año, "los blancos con bajos niveles de educación acudieron en mayor número que los jóvenes, los más educados y los votantes de las minorías", ha indicado Young. "Un punto aquí o un punto allí realmente puede cambiar una elección", ha subrayado.
En último término, el no detectar el giro en los sondeos por estados hizo que las predicciones fallaran. También pone de manifiesto como el proceso empírico de los sondeos yace sobre una base subjetiva. Cada encuestador debe tomar una decisión sobre la participación. Sus decisiones se sustentan en las pautas históricas de voto, pero la participación real en cada es estado es imposible de conocer hasta la jornada electoral.
COMPOSICIÓN DEL ELECTORADO
Para Young, una de las claves de que los sondeos de este año hayan fallado está en el cálculo erróneo respecto a cómo sería la composión del electorado y si, dado que Obama ya no era candidato, caería la participación de los afroamericanos.
El modelo de Reuters/Ipsos anticipaba una participación de los hombres blancos, por ejemplo, en torno al 67 por ciento, que parece haber resultado demasiado baja, y para las mujeres negras del 61 por ciento, lo cual resultó probablemente demasiado elevado.
Drew Linzer, un experto demoscópico y creador del modelo de predicciones electorales de 'Daily Kos', que prevé el resultado del Colegio Electoral agregando grandes cantidades de sondeos estatales, afirma que modelos como el suyo intentan estimar la posibilidad de un giro inesperado de la participación.
Pero en último término, añade, la efectividad de los modelos recae en la precisión de los modelos de probables votantes de los sondeos en los que se sustenta. El modelo de Linzer predijo una gran victoria para Clinton en el Colegio Electoral, por 323 a 215.
Por otra parte, también hubo un flujo casi constante de los llamados "sondeos de carrera de caballos", que se centran en la distribución del voto nacional entre los grandes candidatos.
Aquí también los encuestadores --y los medios que los copatrocinaron o los cubrieron-- dieron un traspié, en buena medida porque la métrica del voto popular en sí misma tiene una utilidad limitada y no puede, por sí misma, predecir el resultado del Colegio Electoral.
Los últimos datos dan a Clinton una ventaja inferior al 1 por ciento en el voto popular. El sondeo de McClatchy-Marist publicado el 3 de noviembre, por ejemplo, daba a Clinton un punto de ventaja, uno de los más precisos. Pero incluso el dato perdía el punto un poco, puesto que Clinton perdió las elecciones en el Colegio Electoral.
Unos pocos sondeos predijeron correctamente a Trump como ganador. El de 'International Business Times'/TIPP daba al magnate por delante el 7 de noviembre. Esa encuesta le situaba por delante en el voto popular por dos puntos porcentuales.
En cierto sentido, la mayoría de los sondeos fueron relativamente precisos: la media de encuestas de Real Clear Politics, por ejemplo, situaba a Clinton en cabeza con 3,3 puntos, poco más de dos puntos por encima del resultado real. El margen de error de un sondeo de dos o tres puntos suele ser lo normal en la política moderna.
VOTO POPULAR
Sin embargo, los sondeos sobre el voto popular también exageraron la influencia de los grandes estados, como Nueva York y California, en el resultado de la elección y enmascararon la tendencia de lo que podría estar ocurriendo fuera de esos estados que se inclinaban a la izquierda.
El sistema de Colegio Electoral reduce la influencia de los grandes estados al distribuir un número desproporcionado de votos a los estados más pequeños. Dakota del Norte, por ejemplo, tiene alrededor de una cuarta parte del 1 por ciento de la población total de Estados Unidos pero el doble que esa proporción en votos en el Colegio Electoral. Por su parte, los californianos representan el 12 por ciento de la población pero solo el 10 por ciento de los votos del Colegio Electoral.
Según Young, tanto los encuestadores como los periodistas describieron los resultados de los sondeos nacionales y predicciones con una falsa precisión al presentarlos el resultado como casi absoluto. "Los modelos de predicción, que asignan propabilidades u opciones a los candidatos, no son mejores que los propios sondeos", subraya. "Si los sondeos están mal, los modelos de predicción también estarán mal", resume.