BERLÍN, 20 Ene. (DPA/EP) -
El Partido Socialdemócrata alemán (SPD) afronta mañana el dilema de si embarcarse o no en una nueva alianza de Gobierno con los conservadores de la canciller Angela Merkel, en una votación en la que un "no" podría sumir al país en una crisis inédita cuatro meses después de las elecciones generales.
Los socialdemócratas se reunirán en Bonn en un congreso extraordinario para decidir si quieren ser por tercera vez socios menores de una gran coalición con los democristianos de Merkel o pasarse a la oposición para recuperarse del histórico revés sufrido en las elecciones generales del 24 de septiembre.
Unos 600 delegados darán su veredicto sobre el preacuerdo de coalición forjado a fines de la semana pasada entre representantes del SPD y de la Unión Cristiano Demócrata (CDU)*de Merkel y su socia bávara, la Unión Cristiano Social (CSU). El cónclave es esperado con la máxima expectación en Alemania, que ya lleva 118 días sin Gobierno.
Merkel, quien rige los destinos de la potencia europea de forma ininterrumpida desde 2005, ganó los comicios pero sin alcanzar la mayoría necesaria. La negativa inicial del SPD a sellar una nueva alianza llevó a la canciller a buscar sin éxito un Gobierno tripartito con liberales y verdes. Merkel hizo gala de sus dotes negociadoras para convencer al SPD y así evitar repetir elecciones.
En los últimos días, el resultado de este pacto preliminar ha sido objeto de apasionados debates en el seno del SPD. Tras dar un giro de 180 grados respecto a su "no" inicial, el presidente Martin Schulz y el resto de la cúpula buscaron convencer a sus "camaradas" de la necesidad de anteponer el bien del país al de la agrupación, que ha ido perdiendo votos con cada Gobierno bajo Merkel.
"La situación del SPD podría ser comparada con la de un hombre soltero al que un mafioso le pregunta si le gusta su mujer. Sea cual fuese la respuesta, será dolorosa", sentenciaba el diario "Landeszeitung" de Luneburgo.
UN PARTIDO DIVIDIDO
La resistencia a la gran coalición está encabezada por las Juventudes Socialdemócratas (Jusos) al mando de Kevin Kühnert, un estudiante de Ciencias Políticas de 28 años que se ha erigido en el rival más peligroso de Schulz.
"Basta con echar una mirada a Europa para ver que los partidos también pueden desaparecer", alertó Kühnert, convencido de que un nuevo "abrazo del oso" de Merkel haría peligrar la supervivencia del SPD.
El viento en contra también sopla en algunas regiones importantes para los socialdemócratas. Según el diario 'Süddeutsche Zeitung', las poderosas secciones de Renania del Norte-Westfalia y Hesse quieren condicionar su voto a que se "obtengan mejoras sustanciales"*en tres puntos del preacuerdo que consideran claves y que los democristianos han descartado volver a negociar.
Renania del Norte-Westfalia envía el mayor número de delegados al congreso, 144 de 600, y Hesse, el cuarto mayor, 72. Hasta ahora, cuatro estados con unos 200 delegados se han pronunciado a favor de entablar negociaciones. Cuatro están en contra, pero sólo reúnen 45 delegados.
Las seis secciones regionales restantes, que envían cerca de 320 delegados, dieron libertad a sus representantes. Se calcula que las Juventudes Socialdemócratas cuentan con entre 80 y 90 delegados que votarán en contra.
"La decisión del congreso es importante para Alemania, pero también tiene efectos más allá de nuestras fronteras", advirtió en declaraciones a dpa el vicepresidente socialdemócrata y jefe de Gobierno de la ciudad-Estado de Hamburgo, Olaf Scholz.
En Europa se alzó la voz del primer ministro de Italia, Paolo Gentiloni. "Hoy es el momento de que las fuerzas progresistas influyan en el destino de Europa", urgió en un artículo publicado por diarios del grupo editorial RND.
También el presidente francés, Emmanuel Macron, destacó la necesidad de Francia de contar con una Alemania comprometida con las ambiciosas metas de relanzar la Unión Europea. "Nuestra ambición no puede realizarse sola", dijo Macron al recibir el viernes a Merkel en París. "Necesita conjugarse con la ambición alemana".
¿Y Merkel? La canciller debe contentarse con ver cómo los socialdemócratas deciden sobre su futuro. De imponerse el "sí", las negociaciones se pondrían rápidamente en marcha para que el acuerdo de coalición fuese sometido al voto de los 450.000 afiliados del SPD. Merkel podría así encadenar su cuarto Gobierno consecutivo.
Un "no" tendría consecuencias dramáticas. Merkel se quedaría sin opciones para formar Gobierno y sin poder de decisión sobre los siguientes pasos. El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, es quien decide si la propone como primera ministra de un Gobierno minoritario o si convoca directamente nuevas elecciones.
Una negativa socialdemócrata probablemente llevaría a la renuncia del Martin Schulz. Tampoco podría garantizar la recuperación del SPD en nuevas elecciones. Una encuesta del canal ZDF le concedía un 20 por ciento, cinco décimas menos que el mínimo histórico de septiembre, mientras que un sondeo del instituto Forsa predecía un 18 por ciento.