En 2016, la región ya se vio afectada por una grave sequía y estuvo al borde de la hambruna pero la ayuda a tiempo lo evitó
MADRID, 14 May. (EUROPA PRESS) -
La rápida actuación de las agencias humanitarias y los gobiernos, junto con el apoyo de los donantes, permitió evitar la hambruna en 2016 en el sur de África, seriamente afectado por una grave sequía consecuencia de 'El Niño'. Sin embargo, hay muchas probabilidades de que este fenómeno meteorológico se repita la próxima cosecha. Además, un dañino gusano que ha hecho su aparición en la región amenaza también la seguridad alimentaria.
Unos 40 millones de personas se vieron afectadas por una situación de inseguridad alimentaria en 2016, entre ellas 13 millones especialmente vulnerables, pero las agencias humanitarias consiguieron asistir a 10,6 millones y se pudo "impedir la hambruna", ha destacado la subdirectora regional en el sur de África del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Lola Castro.
La responsable de la agencia de la ONU ha resaltado que se trató de una "intervención récord" toda vez que en "emergencias de desarrollo lento como son las sequías es difícil obtener recursos", sin embargo se consiguieron movilizar 500 millones de dólares. Con estos fondos, se trabajó en la distribución de alimentos pero también de dinero en efectivo allí donde los mercados seguían funcionando con el fin de fomentar la economía local.
Foto: WFP / Fiona Guy
Actualmente, se calcula que habría unas 900.000 personas en la región --principalmente Lesotho, Madagascar, Malaui, Mozambique, Suazilandia, Zambia y Zimbabue-- aún en situación de inseguridad alimentaria, pero los habitantes no han conseguido superar del todo los efectos de la devastadora sequía provocada por 'El Niño', que tuvo su pico en 2016.
Las lluvias ya han llegado a la región y, aunque han sido erráticas en algunas zonas, la situación no es comparable con la vivida el año pasado. Sin embargo, según ha indicado Castro, hay entre un 50 y un 60 por ciento de probabilidades de que la sequía provocada por 'El Niño' vuelva la próxima cosecha. "Esto supondría un grave problema, ya que la gente no se ha recuperado", ha advertido.
A este temor se suma una nueva preocupación: la oruga militar tardía o cogollero del maíz, una "nueva peste" llegada de África Occidental y que procede de América Latina, ha señalado la responsable del PMA. "Se trata de un gusano devastador, que se mete dentro de la mazorca de maíz y que, por tanto, es muy difícil de combatir", ha subrayado.
"Ha afectado 300.000 hectáreas en la zona sobre todo en el norte de Sudáfrica, algunas zonas de Zambia, Mozambique, Malaui, Tanzania y República Democrática del Congo", ha precisado Castro, destacando que los gobiernos y la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que están investigando el problema, "desconocen el alcance, porque hasta que no se recogen las mazorcas no se sabe el impacto y las pérdidas". "Nos tememos que va a haber un impacto que nos va a sorprender", ha añadido.
Foto: WFP / David Orr
NO PODEMOS DORMIRNOS EN LAS NUBES
Así pues, ha destacado la responsable del PMA, en la región "la situación ha mejorado y estamos agradecidos a la comunidad internacional por la respuesta ante 'El Niño' pero no podemos dormirnos en las nubes".
"Tenemos que trabajar más en resiliencia y para que las comunidades no sufran estos golpes cada año" y también es prioritario, ha añadido, seguir trabajando en materia de prevención, alerta temprana y sistemas de respuesta rápida. "Estos países necesitan mirar a largo plazo los problemas crónicos a los que se enfrentan", ha subrayado.
En general, los países de la región, suelen ser víctimas de sequías recurrentes lo que ha permitido aprender algunas lecciones, sobre todo en materia de mejor protección social a las poblaciones más vulnerables, pero el porcentaje de personas que se benefician de estas ayudas sigue siendo aún muy pequeño.
Igualmente, son países que se están viendo especialmente afectados por los efectos del cambio climático. En este sentido, ha señalado Castro, el PMA está trabajando con los gobiernos para hacer "más resilientes a la comunidades" promoviendo por ejemplo la diversificación de cultivos, plantando árboles en las zonas de erosión, fomentando la piscicultura comunitaria...
Asimismo, el sur de África alberga nueve de los diez países con mayor número de personas afectadas por el sida. En países como Suazilandia o Lesotho tiene un impacto enorme, impidiendo a los enfermos trabajar o a los niños ir a la escuela, además de afectar su nutrición.
Frente a ello, se llevan a cabo distintos programas de distribución gratuita de alimentos o efectivo, pero también otras condicionadas como "alimentos por trabajo" o "dinero por trabajo", lo que pasa por que las personas receptoras de la ayuda realicen algún tipo de trabajo que mejora las infraestructuras o la seguridad alimentaria de la comunidad.
El PMA también trabaja con los gobiernos de los países de la región con programas de comidas escolares ya que, ha explicado Castro, muchas familias no envían a sus hijos a la escuela porque no tienen para darles de comer y con el estómago vacío no tienen capacidad para aprender.
Foto: WFP / Yolanda Rarivoson
APUESTA POR LOS MERCADOS LOCALES
En todos estos casos, la agencia de la ONU busca adquirir los alimentos en los mercados locales pero tratando siempre de evitar un mal mayor: la inflación. "Lo que no queremos es que al dar dinero se produzca una subida de los precios y que quienes antes podían comprar alimentos ahora tampoco puedan seguir comprando", ha señalado.
La subdirectora del PMA en la región ha resaltado en particular la situación el Madagascar y Malaui. En el primer país, el impacto de 'El Niño' en 2016 fue especialmente "terrible" y el sur de la isla vivió una situación en la que "no había comida, no había agua, no había dónde comprar" aunque gracias a la ayuda se evitó la hambruna. A las sequías recurrentes se suman los ciclones que cada año golpean Madagascar.
En el caso de Malaui, el número de personas necesitadas de ayuda se ha duplicado y la dependencia del país en el cultivo de maíz es un obstáculo. En este sentido, Castro ha apostado por la necesidad de diversificar las cosechas y optar por otros cereales como el sorgo o el mijo más resistentes a la sequía, aunque ha reconocido que "el Gobierno está trabajando mucho, sobre todo en protección social".
Castro ha reconocido la gravedad de la situación que viven países como Yemen, Sudán del Sur, Nigeria o Somalia, al borde de la hambruna, pero "no podemos olvidarnos de quienes sufren este problema de manera crónica y permitir que el tema crónico se convierta en un problema internacional de seguridad y movilidad de las poblaciones".
"Las migraciones mundiales que estamos viviendo son motivadas por los conflictos pero también en busca de nuevos medios de vida más sostenibles. Esto es algo que no podemos evitar", ha resaltado la responsable del PMA.
"Existe un problema internacional y hasta que no estabilicemos todos estos países, tanto los que tienen problemas crónicos como los que tienen problemas inmediatos como la hambruna, vamos a seguir teniendo problemas de grandes de movimientos poblacionales que de seguridad que vienen aparejados a ellos", ha remachado.
Foto: WFP / Riana Ravoala