MADRID, 19 Sep. (EUROPA PRESS) -
La líder 'de facto' de Birmania, Aung San Suu Kyi, ha afirmado este martes que no teme "hacer frente al escrutinio internacional" sobre la gestión de su Gobierno de la crisis en el estado de Rajine, en medio de las denuncias sobre graves violaciones de los Derechos Humanos contra la minoría rohingya.
En su primer discurso nacional sobre la violencia desencadenada en Rajine tras los ataques del 25 de agosto de milicianos rohingya contra varios puestos de seguridad y la operación militar lanzada después, Suu Kyi ha asegurado que la mayoría de los musulmanes no han huido y que la violencia ha terminado.
"Condenamos todas las violaciones de los Derechos Humanos y la violencia ilegal. Estamos comprometidos con la restauración de la paz, la estabilidad y el Estado de derecho en el estado", ha dicho, según ha informado la cadena de televisión británica BBC.
Suu Kyi, quien no se ha referido sobre las acusaciones contra el Ejército, ha apuntado que "no ha habido enfrentamientos armados ni operaciones militares desde el 5 de septiembre".
La líder 'de facto' del país ha sostenido además que ha decidido pronunciar su discurso debido a que no podrá acudir esta semana a la Asamblea General de Naciones Unidas, asegurando a la comunidad internacional que su Gobierno hace todo lo posible para hacer frente a la situación.
En este sentido, ha resaltado que "las violaciones de los Derechos Humanos y el resto de actos que afecten a la estabilidad y la armonía y minen el Estado de derecho serán abordados a través de la Justicia".
"Lamentamos profundamente el sufrimiento de todas las personas que se han visto atrapadas por el conflicto", ha añadido, tal y como ha recogido la agencia británica de noticias Reuters.
Así, ha expresado su preocupación "por oír que musulmanes están huyendo a través de la frontera con Bangladesh", expresando que las autoridades "quieren descubrir por qué está ocurriendo este éxito".
"Nos gustaría hablar con los que han huido y con los que se han quedado. Creo que se sabe poco acerca de que la mayoría de los musulmanes de Rajine no se han unido al éxodo", ha remachado.
Las palabras de Suu Kyi han llegado apenas un día después de que los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Australia la instaran a detener la ofensiva de las fuerzas de seguridad en el estado de Rajine.
La premio Nobel de la Paz ha hecho frente a numerosas críticas por su postura durante la crisis y ha llegado a denunciar la existencia de "un gran iceberg de desinformación" para "crear problemas" y "beneficiar los intereses de los terroristas".
Las autoridades birmanas aseguran que las operaciones en Rajine tienen como objetivo luchar contra "terroristas", pese a las denuncias sobre ataques por parte de las fuerzas de seguridad contra civiles, entre ellos niños.
Más de 410.000 rohingyas han cruzado la frontera hacia Bangladesh desde el 25 de agosto por la ola de violencia que comenzó con una serie de ataques de milicianos rohingyas contra las fuerzas de seguridad birmanas y una contraofensiva militar que ha dejado al menos 400 muertos. Esta operación ha sido denunciada por la ONU como "limpieza étnica".
Los rohingya son una minoría étnica de fe musulmana que se concentra en Rajine. Son más de un millón de personas, pero el Gobierno birmano no les reconoce como ciudadanos porque considera que son descendientes de inmigrantes ilegales procedentes de Bangladesh.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Raad al Hussein, ha recordado recientemente que los rohingyas llevan décadas despojados de sus derechos civiles y políticos, también de los derivados de la ciudadanía.
En 2016, la oficina de Al Hussein publicó un informe basado en entrevistas a rohingyas que huyeron a Bangladesh por otra operación militar birmana que, según el alto comisionado, ya "sugería" que había ataques "generalizados y sistemáticos" contra los rohingyas, llegando a alcanzar "posiblemente" la consideración de "crímenes contra la Humanidad".