BANGKOK, 29 Ago. (Reuters/EP) -
El líder de la junta de Tailandia y primer ministro del país, Prayuth Chan Ocha, ha afirmado este martes que el país se está preparando para acoger a las personas que huyen de los combates en el estado birmano de Rajine, agregando que serían enviados de vuelta a su país "cuando estén preparados".
"El Ministerio de Defensa de Tailandia y las fuerzas de seguridad se están preparando para recibir a los desplazados. Les daremos cobijo como en el pasado (...) y les enviaremos de vuelta cuando estén preparados", ha dicho.
Sin embargo, Prayuth no se ha pronunciado sobre si los desplazados han empezado a llegar ya a Tailandia, sin hacer además una referencia directa a los rohingya.
Tailandia fue parte de una ruta de tránsito de cientos de miembros de la minoría musulmana rohingya que huían de Birmania, tanto por tierra como a través del mar de Andamán.
Sin embargo, una operación policial en 2015 contra el tráfico de personas provocó un corte en estas rutas, provocando además que decenas de personas que viajaban en barcos quedaran abandonadas en alta mar.
Unos 5.000 rohingya han cruzado la frontera hacia Bangladesh en los últimos días debido a las "operaciones de limpieza" puestas en marcha por el Ejército de Birmania en el estado de Rajine, en respuesta a una ola de ataques llevada a cabo el pasado viernes por insurgentes rohingya que se saldó con más de cien muertos --la mayoría de ellos, milicianos--.
La minoría birmana teme represalias de las fuerzas de seguridad por los ataques del viernes contra puestos policiales y una base militar, que han sido reivindicados por el Ejército de Salvación Rohingya de Arakan (ARSA), un grupo armado conocido anteriormente como Aharak al Yaqin que fue creado por los rohingya exiliados tras la ola de violencia de 2012.
Las autoridades han instado a los rohingya a colaborar y han asegurado que aquellos que no hayan participado en los ataques ni guarden relación con ARSA no tienen nada que temer. "La situación no es buena, pero todo depende de ellos", ha añadido el portavoz policial.
Por su parte, la líder 'de facto' del país, la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, ha acusado a las ONG internacionales que trabajan en Rajine de ayudar a los insurgentes y ha sugerido que el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas les habría proporcionado comida.
En respuesta, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Raad al Husein, ha criticado la actuación del Gobierno de Birmania ante la ola de violencia y ha descrito como "irresponsables" las acusaciones de Suu Kyi.
CRISIS EN RAJINE
Este es el mayor estallido de violencia desde hace cinco años, cuando los enfrentamientos entre rohingya y budistas --que son mayoría en el resto de Birmania-- se saldaron con un balance de más 200 muertos y 140.000 desplazados en la capital de Rajine.
La violencia resurgió el pasado mes de octubre, cuando nueve guardias fronterizos murieron a manos de insurgentes rohingya. Desde entonces, 87.000 rohingya han huido a Bangladesh por temor a las "operaciones de limpieza", en las que, según sospecha la ONU, se habrían producido violaciones de los Derechos Humanos.
"Ahora mismo la situación es extremadamente grave y podría llevar a otra gran crisis. No es fácil saber qué ocurrirá, pero es muy preocupante", ha dicho Richard Horsey, antiguo diplomático de Naciones Unidas que ahora trabaja como analista político desde Rangún.
Los rohingya son una minoría étnica de fe musulmana que se concentra en Rajine. Son más de un millón de personas, pero el Gobierno birmano no les reconoce como ciudadanos porque considera que son descendientes de inmigrantes ilegales procedentes de Bangladesh.