RULINDO (RUANDA), 12 (Thomson Reuters Foundation/EP)
El trabajo en el campo es duro y puede serlo aún más si no se tienen las herramientas adecuadas, tanto físicas como digitales, para sacarle el máximo rendimiento. En África, donde el cambio climático se ha hecho patente en los últimos años, la tecnología de un simple teléfono móvil se ha convertido en un útil esencial para mantener vivo al sector.
Marie Chantal Akingenete perdió su única vaca por una enfermedad desconocida. "Murió porque no sabía que estaba enferma y ahora no tengo fertilizante" para las frutas y vegetales que cultiva en Rulindo, en el norte de Ruanda, cuenta a Thomson Reuters Foundation.
Akingenete ha sido una de las campesinas que ha podido acudir al curso de formación en el que Naciones Unidas enseña a usar una aplicación gratuita para telefonía móvil que permite conocer cuál es el estado de los animales y de la tierra, así como la previsión meteorológica, entre otra información valiosa.
Por ejemplo, "dice a los ganaderos cuáles son las enfermedades que atacan a los animales y cuáles son sus síntomas". Akingenete, pertrechada con toda esta información, se siente capaz de modernizar la granja que algún día heredará su hijo, hoy de tan solo seis años.
Daniel Nshimiyimana, de 29 años, es otro de los afortunados, un selecto grupo de 50 campesinos que prueban la 'app' desde 2016. Este universitario ruandés ha convertido la baldía tierra de sus abuelos en rentables plantaciones de maíz, judías y bananas.
"Me dice la calidad de la semillas que tengo que plantar, la cantidad de fertilizante que tengo que usar y la distancia entre árboles, explica. "Antes, un racimo de bananas solía pesar 30 kilos, ahora están entre 40 y 50 kilos", destaca.
UN ATRACTIVO PARA LOS JÓVENES
Sin embargo, Nshimiyimana es un caso raro en África. El continente alberga la mayor cantidad de jóvenes del mundo --el 60 por ciento de sus 1.200 millones de habitantes tienen menos de 25 años--, pero de los doce millones de jóvenes que entran cada año en el mercado laboral solo tres millones encuentran trabajo, según el Banco Africano de Desarrollo.
Uno de los problemas es que los jóvenes africanos, al igual que en otras latitudes, prefieren la ciudad al campo, más en un contexto donde las sequías e inundaciones cíclicas convierten la agricultura y la ganadería en profesiones de riesgo, indican los expertos. La media de edad de quienes trabajan en el campo es de 60 años, según la ONU.
"Tecnologías digitales como esta", desarrollada por la Organizaciones de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), "pueden hacer este trabajo más interesante", sostiene Andy Jarvis, investigador jefe del Centro Internacional para la Agricultura Tropical (CIAT), con sede en Colombia.
"Puede ser una transformación para África", afirma, porque "un simple mensaje de texto a un campesino diciendo solamente 'la previsión del tiempo para los próximos días es esta' puede cambiar por completo lo que hacen" con sus cultivos y sus animales.
¿BALA DE PLATA?
También puede ser un punto de atracción en otro sentido. Un creciente número de jóvenes africanos cualificados dedica sus conocimientos a desarrollar productos tecnológicos para el campo. Mwila Kangwa, jefe de la 'start-up' zambiana AgriPredict, ha ideado otra 'app' para identificar enfermedades en el ganado.
"Normalmente, la gente tiene una percepción errónea de África --todo son guerras y problemas políticos--. Pero somos 54 países y, si podemos unirnos con estas tecnologías y ver cómo podemos mejorar la agricultura, África tendrá una cara completamente nueva", confía.
Por su parte, Worlali Senyo, de la empresa ghanesa Farmerline, advierte de que la tecnología no es "una bala de plata". La financiación, no solo a corto, sino sobre todo a medio y largo plazo, es vital. En su caso, ha creado la 'app' CocoaLink junto a la chocolatera estadounidense Hershey.
"Si la financiación se acaba será como otras intervenciones fallidas", alerta. "Lo mejor sería trabajar con empresas locales para encontrar enfoques más sostenibles", defiende Senyo.
El investigador jefe del CIAT coincide con el emprendedor ghanés: "Llevará tiempo que la tecnología revolucione la agricultura africana. No es como cuando Google o IBM sacan un gran producto y lo promocionan con marketing masivo. Así no es como funciona la innovación en estos lugares y comunidades".