MADRID, 18 Nov. (EDIZIONES, Daniel Izuzquiza SJ) -
Los atentados terroristas del pasado viernes 13 de noviembre fueron cometidos por tres comandos yihadistas, que actuaron de manera coordinada. Su objetivo era, directamente, sembrar el caos y la muerte en las calles de París. E, indirectamente, impulsar el horror que desde hace tiempo muestra el grupo terrorista Daesh.
Es claro que se hace necesaria una respuesta, pero conviene advertir que dejarnos dominar por el terror nos puede conducir al error. Concretamente, quiero señalar tres posibles errores concatenados, como los tres comandos del terror, en este caso referidos a cómo abordamos la cuestión de los refugiados.
ERROR NÚMERO 1: EN ORIGEN
Cuando hemos sido golpeados tan brutal y directamente, los europeos podemos pensar que esto solo nos pasa a nosotros, o que se trata de un acto muy excepcional. Pero, desgraciadamente, no es así.
Según datos del Global Terrorism Index 2015, publicado hace apenas unos días, el año pasado hubo más 32.000 muertes por terrorismo en todo el mundo, el 78% de las cuales se concentraron en cinco países: Iraq, Afganistán, Nigeria, Pakistán y Siria. Sólo en este país hubo 232 ataques terroristas que causaron unos 1.700 muertos.
Pues bien: no podemos olvidar que los refugiados sirios huyen de la misma barbarie que estos días estamos sintiendo tan cerca. Si nuestra rutina nos hace olvidar la brutalidad de Boko Haram secuestrando niñas en Nigeria o de Al Shabab matando universitarios en Kenia, que al menos los atentados de París nos hagan un poco más cercanos a quienes sufren las bombas de Daesh en Siria, Líbano o Egipto. Sería un error olvidar el horror que empuja a las personas a huir de un país en guerra.
ERROR NÚMERO 2: EN TRÁNSITO
Durante las horas y los días que siguieron a los ataques terroristas del viernes hubo muchas informaciones inexactas, bastantes desmentidos, varios datos no contrastados e incluso algunos bulos.
Una de las historias, aún no esclarecidas pero que ha recibido gran atención (quizá interesada), se refiere a la aparición en las inmediaciones del campo de fútbol de Saint Denis de un pasaporte sirio, supuestamente perteneciente a un refugiado que entró por Grecia.
Ha bastado este dato, aún confuso, para que algunas voces hayan levantado alarmas, señalando que los yihadistas supuestamente entran en Europa camuflados de refugiados y reclamando un cierre de fronteras que bloquee la acogida a las personas que, huyendo de la guerra, solicitan protección internacional. Parece que el pasaporte en cuestión es falso, pero en todo caso bastaría uno entre 700.000 para poner en cuestión todo un sistema de asilo y refugio. Craso error, de nuevo motivado por el terror.
ERROR NÚMERO 3: EN DESTINO
Si algo muestran los atentados de esta semana es que vivimos una confrontación entre civilización y barbarie. La civilización es, o quiere ser, un espacio de acogida e integración, de convivencia y de respeto, de pluralidad y de igualdad, de justicia y de paz.
La barbarie pretende construir una sociedad totalitaria, homogénea, oprimida. Pues bien, en la medida en que nos dejamos llevar por el prejuicio y la discriminación, caemos del lado de la barbarie. Y ese es otro error, explícitamente buscado por el terror.
Por ello, como ha declarado la portavoz de ACNUR, Melissa Fleming, "los refugiados no deben ser convertidos en chivos expiatorios ni en víctimas secundarias de esos trágicos eventos". Una sociedad civilizada, por el contrario, debe apostar por la acogida y la integración plena de las personas refugiadas en su seno.
He aquí tres errores entrelazados que, sin darnos cuenta, acaban haciendo el juego a los terroristas. Y es que, si el horror nubla nuestros ojos, podemos errar en la mirada y en la acción.
Daniel Izuzquiza, SJ. Director de entreParéntesis y de la revista Razón y Fe