En 2017 fueron asesinados 17 cooperantes, incluida una española, y otros 47 fueron secuestrados
MADRID, 24 Ene. (EUROPA PRESS) -
Las organizaciones de ayuda humanitaria y sus trabajadores son un objetivo cada vez más frecuente de los grupos terroristas en todo el mundo y Afganistán no es una excepción. Solo el año pasado 17 cooperantes, entre ellos la española Lorena Enebral, murieron en la nación centroasiática, según datos de Naciones Unidas.
Durante 2017 se produjeron un total de 377 "incidentes" contra objetivos humanitarios en Afganistán, una violencia que se mantuvo hasta el último momento, ya que diciembre cerró con 31 ataques, uno más que en el mismo mes del año anterior, de acuerdo con la Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU (OCHA).
Entre los objetivos más habituales están las instalaciones sanitarias. En 2017, se registraron 143 ataques contra centros de salud y su personal, lo que representa un 38 por ciento de los atentados contra trabajadores humanitarios en todo el año.
Uno de los ataques más brutales cometidos contra los servicios médicos en Afganistán fue el perpetrado en 2015 contra un hospital gestionado por Médicos Sin Fronteras (MSF) en la ciudad de Kunduz, que se saldó con 42 muertos y 37 heridos. En aquella ocasión, fueron las fuerzas estadounidenses las bombardearon las instalaciones por lo que después definieron como un error.
Esta ofensiva contra quienes llevan ayuda humanitaria a Afganistán dejó 17 cooperantes muertos y otros 32 heridos en 2017. Entre las víctimas mortales se cuenta a la española Lorena Enebral, una fisioterapeuta de 38 años que trabaja en un centro de rehabilitación del Comité Internacional de Cruz Roja (CICR) en Mazar-i-Sharif, en el norte. Falleció por un ataque perpetrado por varios pacientes.
COOPERANTES SECUESTRADOS
Además, otros 47 cooperantes fueron secuestrados el año pasado. Save the Children, que este miércoles ha sufrido un ataque en su sede de la ciudad afgana de Jalalabad, ha recordado que en 2015 cinco trabajadores suyos fueron capturados y ejecutados a tiros en la provincia de Tarinkot, "una de las zonas más peligrosas del país por ser un enclave talibán".
Para la OCHA, en el último año se ha producido un repunte claro de la violencia contra objetivos humanitarios --en 2016 hubo 200 ataques--. "Esto se puede atribuir en parte a la prolongación del conflicto en ciertas zonas del país", ha indicado la ONU.
La situación de seguridad en Afganistán se ha deteriorado desde la retirada de las tropas internacionales, cuya misión concluyó en 2014, y a la irrupción de Estado Islámico en el país, donde ya operaban los talibán y otros grupos armados.
El Gobierno de Donald Trump anunció el pasado verano que Estados Unidos, que estaba ya de retirada en Afganistán, enviará más tropas para reforzar la lucha antiterrorista.
De acuerdo con el último informe publicado por la Inspección General Especial para la Reconstrucción de Afganistán de las Fuerzas Armadas estadounidenses (SIGAR), el Gobierno afgano controlaba o tenía influencia en aproximadamente el 56,8 por ciento de los 407 distritos del país a fecha del pasado 24 de agosto, un punto menos que seis meses antes y seis puntos menos que un año antes, lo que supone el nivel más bajo desde que se comenzó a analizar el dato en diciembre de 2015.