La OIT alerta de las consecuencias para la educación y para los futuros empleos que tiene comenzar a trabajar a edad temprana
MADRID, 11 Jun. (EDIZIONES) -
El trabajo infantil sigue siendo una realidad a nivel mundial pese a los esfuerzos que desde hace años se vienen realizando para reducir esta práctica por sus consecuencias tanto para el crecimiento físico de los menores como su aprendizaje. De acuerdo con los últimos datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que datan de 2012, en el mundo hay 168 millones de niños que trabajan, de los que 120 millones tienen entre 5 y 14 años.
De este total, más de la mitad, unos 85 millones, efectúan trabajos peligrosos, una cifra que se ha reducido a la mitad desde el año 2000, cuando había 246 millones de niños trabajando a nivel mundial y 171 millones de ellos realizando trabajos peligrosos.
Por regiones, Asia y el Pacífico es la que más niños trabajando tiene (casi 78 millones o 9,3% de la población infantil), si bien el África Subsahariana continúa siendo la región con la más alta incidencia de trabajo infantil (59 millones, más del 21%). En América Latina y el Caribe hay 13 millones de niños trabajando (8,8%), mientras que en Oriente Próximo y el Norte de África la cifra es de 9,2 millones (8,4%).
Este 12 de junio se celebra el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. En esta ocasión, la OIT ha querido poner de relieve la interrelación entre el trabajo infantil y la falta de trabajo decente para los jóvenes en la actualidad. Según los datos de este organismo, hay 75 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años desempleados y muchos más que trabajan por salarios que no son equitativos, sin protección social y realizando labores altamente peligrosas.
ABANDONO DE LA ESCUELA PARA TRABAJAR
En los países de bajos ingresos, entre 20 y 30 por ciento de los niños dejan la escuela y entran a trabajar a los 15 años, según el 'Informe mundial sobre el trabajo infantil 2015: Allanar el camino hacia el trabajo decente para los jóvenes'. El documento muestra que los jóvenes que tuvieron que soportar una carga de trabajo cuando eran niños son más propensos a tener que conformarse con empleos familiares no remunerados o a ocuparse en empleos mal remunerados.
El informe, según el director general de la OIT, Guy Ryder, "muestra la necesidad de adoptar un enfoque político coherente que aborde a la vez el trabajo infantil y la falta de trabajo decente para los jóvenes". "Mantener a los niños en la escuela y ofrecerles una buena educación hasta al menos la edad mínima de admisión al empleo es determinante para toda su vida", ha añadido en un comunicado.
Según Ryder, "es el único modo en que los niños pueden adquirir los conocimientos y las competencias de base indispensables para continuar su aprendizaje y para su futura vida profesional".
CONCLUSIONES
En base a una encuesta realizada en doce países, el informe analiza la trayectoria profesional de antiguos niños trabajadores y de los que abandonan la escuela prematuramente y llega a la conclusión de que la participación prematura en el trabajo infantil está asociada con un nivel de instrucción inferior y, más tarde en la vida, con empleos que no cumplen con los criterios mínimos de trabajo decente.
Igualmente, se constata que los que abandonan la escuela prematuramente tienen menos probabilidades de encontrar un trabajo estable y mayores riesgos de permanecer del todo fuera del mundo del trabajo.
Según el informe, hay 47,5 millones de menores de entre 15 y 17 años que realizan trabajos peligrosos en el mundo, el 40 por ciento de los menores que trabajan en esa franja de edad y una cuarta parte del total (28 por ciento). En su caso, según la OIT, es probable que hayan abandonado la escuela antes de haber alcanzado la edad mínima de admisión al empleo.
Por ello, considera crucial prestar "especial atención" a este grupo de edad en los esfuerzos de lucha contra el trabajo infantil así como en los esfuerzos encaminados para lograr trabajo decente para los jóvenes. "Es esencial tener en cuenta el trabajo peligroso en los programas de empleo juvenil, ya que los trabajos peligrosos en la adolescencia pueden crear grandes barreras educativas, físicas, psicológicas y sociales que impedirán que un joven pueda competir pueda competir con éxito por un buen trabajo en el futuro", resalta el informe.