MADRID, 13 Jul. (EUROPA PRESS) -
Un tribunal de Francia ha condenado este martes al exalcalde de la ciudad ruandesa de Gikongoro, Laurent Bucyibaruta, a 20 años de cárcel por su participación en el genocidio de 1994 contra los tutsis.
Bucyibaruta, de 78 años, lleva más de dos décadas viviendo en Francia y este martes ha sido declarado culpable de cargos de complicidad en el genocidio y en los crímenes contra la humanidad, tal y como ha informado 'The New Times'.
"Después de todos estos años moviéndose libremente por Francia, por fin ha comparecido ante la justicia, pero hay algo más; cuando una persona como Bucyibaruta comparece ante el tribunal, hay muchas cosas que llegamos a saber sobre el genocidio, cómo ocurrió y otras personas que pueden haber estado implicadas", ha recalcado el presidente de Ibuka, la asociación que agrupa a los supervivientes del genocidio de 1994 contra los tutsis, Egide Nkuranga, agregando que su deseo habría sido la cadena perpetua.
Bucyibaruta es conocido por los supervivientes como "el carnicero de Gikongoro" y está acusado de ser el autor intelectual de las masacres de tutsis en Murambi, Cyanika, Kaduha y Kibeho.
Bucyibaruta nació en 1944 en Gikongoro y se convirtió en alcalde de esta localidad en julio de 1992, cargo que ocupó hasta julio de 1994.
En diciembre de 1993, durante un mitin público pronunció un discurso en el que animó a la población a hacer aportaciones económicas para comprar armas para luchar contra el "enemigo tutsi".
Además, el 10 de abril de 1994, Bucyibaruta animó a muchos tutsis a ir a la Escuela Técnica de Murambi, donde se les prometió comida y más tarde fueron asesinados, según ha informado el citado diario.
Las raíces del conflicto entre hutus y tutsis se remontan varias generaciones pero el genocidio se desató tras la muerte del presidente Habyarimana, víctima del derribo de su avión presidencial con un misil el 6 de abril de 1994. Tras la muerte del mandatario, la milicia Interahamwe lanzó una campaña de ejecuciones que se prolongó durante 100 días, en muchas ocasiones despedazando a sus víctimas en sus casas, en iglesias, estadios de fútbol o en barricadas.
A día de hoy todavía se están descubriendo fosas comunes, especialmente desde que los condenados que han cumplido sus penas han aportado información sobre el lugar en el que enterraron o abandonaron a sus víctimas.