Donald Trump
REUTERS / JOE SKIPPER
Actualizado: martes, 20 junio 2017 7:13

No descarta ni restricciones de ayuda ni ampliación de los ataques con 'drones'

WASHINGTON, 20 Jun. (Reuters/EP) -

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se está preparando para emitir una nueva política de relaciones con Pakistán por las que incrementaría la presión sobre las autoridades de Islamabad para acabar con grupos milicianos que, supone la Casa Blanca, asisten con libertad a la insurgencia afgana.

Trump contempla, entre otras medidas, la ampliación de los ataques no tripulados, la restricción de ayuda e, incluso, la degradación del estatus de Pakistán como aliado de la OTAN, según fuentes oficial es norteamericanas bajo el anonimato.

Estas mismas fuentes, sin embargo, dudan del éxito de esta empresa habida cuenta de los pocos progresos entre EEUU y Pakistán durante los últimos años en la lucha contra el terrorismo, y que sería preferible mejorar la cooperación en lugar de deteriorar las relaciones.

Se espera que a mediados de julio el presidente Trump presente su nueva estrategia regional para la guerra en Afganistán, que hasta ahora "no había sido articulada en torno al papel de Islamabad". "ES algo que vamos a aclarar en próximas fechas", según estas fuentes.

Previamente, el embajador afgano en Estados Unidos, Hamdulá Mohib, había pronosticado que "Estados Unidos va a adquirir una postura mucho más dura con Pakistán de lo que ha sido en el pasado", a pesar de que las autoridades paquistaníes han negado toda colaboración con grupos terroristas como la red Haqqani, gran suministradora de armas en Afganistán.

"Ya estamos haciendo mucho y nuestro plato está lleno", ha replicado un alto cargo de seguridad paquistaní, también bajo el anonimato. Además, para expertos estadounidenses, "todo lo que no fuera considerar a Pakistán como aliado sería una bofetada en su honor".

Con este posible cambio de planes estarían en juego parte de los 33.000 millones de dólares que ha recibido de Estados Unidos en concepto de ayuda desde 2002, a riesgo de ceder influencia a China, que está emprendiendo una colosal obra de infraestructuras en el país, con una inversión de 60.000 millones de dólares.

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