WASHINGTON, 17 Nov. (Reuters/EP) -
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha descartado este sábado la posibilidad de extraditar al religioso Fetulá Gülen a Turquía como vía para rebajar la presión de Ankara sobre Arabia Saudí por el asesinato del periodista saudí Yamal Jashogi en el consulado saudí en Estambul.
"No, no se está estudiando", ha afirmado Trump a la prensa ante la pregunta sobre una posible extradición de Gülen, a quien las autoridades turcas resposabilizan del intento fallido de golpe de Estado de julio de 2016.
NBC News informaba el pasado jueves de que Washington barajaba extraditar a Gülen para satisfacer al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. El viernes el Departamento de Justicia salió al paso de la noticia asegurando que no se había tratado esta cuestión.
Ahora es el propio Trump el que interviene subrayando su buena relación con Erdogan y defendiendo una mejora aún mayor de las relaciones con Turquía. Además ha respaldado a Arabia Saudí, "un aliado espectacular en términos de empleo y desarrollo económico".
En las últimas horas se ha conocido un informe de la agencia de inteligencia norteamericana (CIA) que apuntan al príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, como responsable último de la muerte de Jashogi.
Por su parte, Erdogan y Gülen eran aliados políticos hasta que la Policía y la Fiscalía, supuestos simpatizantes del clérigo, según el Gobierno turco, abrieron una investigación sobre corrupción en 2013 contra varios altos cargos del Ejecutivo. Entonces, el mandatario turco acusó al clérigo de conspirar y erigir un Estado paralelo para derrocar al Gobierno con ayuda de la Policía y medios simpatizantes.
Desde el golpe, Turquía ha detenido a unas 160.000 personas y ha cesado casi al mismo número de funcionarios civiles, según estimaciones de la oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas. De esa cifra total, más de 50.000 personas han sido imputadas y han continuado en prisión durante sus procesos.
El alcance de la persecución de las personas vinculadas con la asonada ha alarmado a las organizaciones de Derechos Humanos y a aliados occidentales de Turquía, que han acusado a Erdogan de haber puesto en marcha una purga para acabar con todos los críticos con su gestión.