Túnez frente a la complejidad de una amenaza terrorista policéfala

Twitter pro ISIS en Túnez
Foto: TWITTER
  
Actualizado: miércoles, 25 marzo 2015 12:15

El país norteafricano es un plato enormemente apetecible y de gran impacto entre los acólitos de Estado Islámico

   TÚNEZ, 25 Mar. (Por Sergio Altuna Galán @wellesbien, investigador especializado en movimientos yihadistas e islamismo político en el Magreb) -

   El ataque terrorista que tuvo lugar el miércoles pasado en el Museo Nacional del Bardo no fue producto de la casualidad, sino todo lo contrario; un golpe minuciosamente planificado y con al menos dos objetivos primarios.

   Por una parte, y como hemos podido apreciar en otras "cartas de presentación" del mal llamado Estado Islámico --como por ejemplo en Libia con la ejecución frente al Mediterráneo de 21 rehenes coptos o en Yemen con los recientes atentados en lugares de culto--, tanto el impacto en los medios de comunicación occidentales como el miedo infundido por tamañas barbaridades, si bien son difícilmente cuantificables, no cabe duda de su amplitud y su repercusión.

   Ahora bien, si bien ellos disponen de una estrategia extremadamente inteligente y depurada, no se puede negar que no tengamos parte de culpa: en estos tres países, Túnez, Libia y Yemen, la primera gran operación terrorista ha coincidido con estadios en los que la organización todavía se encuentra en fase de reclutamiento y establecimiento; acompañar los artículos, las tertulias y los informativos de vagos análisis con imágenes de Raqqa o Mosul es nuestra aportación indirecta a su campaña publicitaria. Desafortunadamente, a lo largo de la última semana, todos hemos puesto a Túnez en el mapa.

   Por otro lado, a pocos escapa el segundo objetivo principal de la operación terrorista contra el Bardo. Túnez, pequeña república norteafricana convertida en laboratorio político desde enero de 2011 y a quien todos consideran la excepción que confirma la regla, continúa dando pasos lentos pero firmes hacia adelante. Este ataque directo contra objetivos occidentales --personificados en turistas-- no buscaba sino poner aún más obstáculos en el proceso de transición democrática en el que se halla inmerso el país.

    Y es que desde Europa quizá lanzamos apresuradamente las campanas al vuelo; una democracia no consiste exclusivamente en organizar elecciones libres y transparentes, sino que conlleva muchas otras reformas y constituye un proceso arduo y de desconocida duración en el tiempo. Sin embargo, al menos por lo que se ha podido constatar hasta el momento, este primer gran intento de hacer descarrilar el proceso y de polarizar la sociedad no ha dado los frutos esperados.

   La madurez mostrada por el pueblo tunecino a lo largo de esta semana hace que miremos hacia el futuro con cierta esperanza, si bien las instituciones quizá no hayan estado a la altura de las circunstancias como hubiera sido de esperar. Atrás quedan los primeros estadios posrevolucionarios en los que el debate se hubiera instalado rápidamente en el país. Túnez respira.

Apoyo terrorista

LA AMENAZA YIHADISTA EN TÚNEZ

   Al igual que ocurre en otros países del norte de África, la República Tunecina no ha permanecido inmune a la ola de actividad terrorista que se ha extendido por la región desde el comienzo de las revueltas. Túnez, si bien posee cierta tradición como exportador de combatientes a otras regiones de conflicto, había permanecido ajena al fenómeno del terrorismo yihadista dentro de sus fronteras, a excepción de los atentados contra la sinagoga de Jerba y la infiltración desde Argelia del Grupo Suleimán --entrenado por Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) para reclutar combatientes en Túnez y establecer una célula activa en el pequeño país norteafricano--.

   Ahora bien, tanto el caos institucional sembrado por el proceso revolucionario en un principio y seguido por el proceso de transición democrático después han supuesto una puerta abierta a la aparición del fenómeno yihadista intramuros. Dentro del contexto de inestabilidad regional que siguió al fenómeno bautizado desde Occidente como 'Primavera Árabe', merece la pena destacar algunos factores de riesgo que no han hecho sino facilitar la aparición y posterior expansión del terrorismo yihadista en Túnez.

   Por un lado, la complejidad de la geografía del norte de África y la dificultad de control de amplias fronteras por parte de las fuerzas de seguridad de los diferentes países han facilitado tanto el tránsito de combatientes como la entrada de armas.

   Por otro, factores tanto políticos como sociales dentro de los cuales hallan cabida la inestabilidad de los diferentes gobiernos de transición unida a su falta de experiencia, las políticas laxas de corte integrador aplicadas al fenómeno salafista, el hartazgo de una sociedad asfixiada tras décadas de opresión, la desconfianza frente a las instituciones, los nuevos posicionamientos deliberadamente contrarios a Occidente adoptados por una parte no despreciable de la sociedad tunecina, la escasa formación de las fuerzas de seguridad frente a amenazas de naturaleza cambiante y la nueva jerarquía organizativa del terrorismo yihadista global también han contribuido a la aparición y posterior expansión de este fenómeno.

Apoyo terrorista

VARIOS FRENTES ABIERTOS

   La amenaza terrorista tiene más de un frente abierto en Túnez. Para explicar la realidad actual es necesario profundizar sobre el contexto histórico del fenómeno yihadista en el país. Por un lado, encontramos a la 'katiba' Oqba Ibn Nefaa --adscrita a AQMI y por consiguiente a al Qaeda-- parapetada en las montañas del noroeste y del centro oeste del país desde hace más de dos años. Este grupo ha realizado numerosos ataques terroristas, casi siempre contra objetivos militares y políticos, causando alrededor de 100 víctimas mortales desde su irrupción en escena.

   Ahora bien, este grupo terrorista, compuesto por entre 100-120 individuos, forma parte de un proyecto de mayor recorrido y cuyo nacimiento debe ser explicado incluyendo en la ecuación a Ansar al-Sharia (AST).

   La ilegalizada y prácticamente extinta Ansar al Sharia en Túnez --que llegó a contar con aproximadamente 20.000 militantes-- fue una organización fundada por históricos militantes de la órbita de Al Qaeda como Abu Iyadh al Tunisi y Tareq al Maarufi, entre otros, nacida inmediatamente después de la Revolución Tunecina, en un contexto posrevolucionario caótico y con evidentes carencias y debilidades en el seno del Estado.

    AST demostró desde el primer momento disponer de una hoja de ruta y una estrategia claras para Túnez: proselitismo religioso y captación encubiertos tras actividades caritativas, 'hisba' y aumento de los niveles de violencia en un segundo estadio como intento de polarizar la sociedad tunecina y finalmente yihad armada.

   A través de sus diferentes actividades y de su intento por llenar los espacios que el Estado no era capaz de cubrir --suplantando por completo a éste tanto en barrios marginales como en algunas zonas del interior del país-- consiguió granjearse un apoyo popular para nada despreciable. Todo ello, unido a su estructura opaca, le permitió atraer la práctica totalidad de los focos al tiempo que iba configurando su "brazo militar" en otras zonas del país.

   Esta forma de actuar, enormemente exitosa si se me permite la expresión, y perfectamente adaptada al contexto nacional tunecino dio como resultado dos de los peligros a los que el país se enfrenta en la actualidad. Por un lado, la anteriormente mencionada 'katiba' Oqba Ibn Nefaa y, por otro, al mayor contingente de yihadistas extranjeros combatiendo en la actualidad en Siria, Irak y Libia.

¿ESTÁ IMPLANTADO EL ESTADO ISLÁMICO EN TÚNEZ?

Pese a que ha sido el autodenominado Estado Islámico quien ha revindicado la autoría del ataque terrorista en el Museo Nacional del Bardo, no son pocos los detalles que deben tenerse en cuenta a la hora de emitir conclusiones al respecto. Huelga decir que pese a las dudas que inicialmente sembró el documento de audio a través de los cuales Daesh se adjudicaba la autoría de los asesinatos, el hecho de que fuese la misma cuenta de Twitter la que publicó el comunicado que revindicaba los atentados terroristas en Yemen borró otras posibles ecuaciones de un plumazo.

Sin embargo, eso no deja claras otras muchas cosas. En cualquier caso, a día de hoy Daesh no cuenta con una provincia (wilaya) propiamente dicha en Túnez, pese a que al menos en dos ocasiones se hayan filtrado documentos –verificados como falsos– afirmando tal cosa.

En mi opinión, son varias las posibilidades que hay sobre la mesa: por un lado, la paulatina desaparición de Ansar al Sharia, clasificada desde finales de 2013 como organización terrorista, unida a la aparición en escena del Estado Islámico han dado a luz a un nuevo tipo de militante.

Privados de presencia en espacios abiertos, atraídos por el auge del Estado Islámico y extremadamente críticos con lo que ellos consideran como "tibieza" en las acciones de la 'katiba' Oqba Ibn Nefaa, una parte de los militantes de base más radicales de AST ha ido virando hacia posiciones más radicales y han adoptado poco a poco los comportamientos, la estrategia y la retórica daeshianos.

Se trata de un grupo que vuela por debajo de los radares y presente sobre todo en las redes sociales, aunque sin duda ha acabado por constituir un fenómeno que deberá ser estudiado en profundidad más adelante. Es necesario mencionar que Ansar al Sharia dejó una herencia envidiable en cuanto a patrones de conducta y automatismos establecidos y no resultaría extraño que el producto más radical de la organización inicial acabase por organizarse bajo otra bandera.

EXPORTADOR DE COMBATIENTES

Por otro lado, desde el comienzo del conflicto en Siria, Túnez se ha colocado en cabeza como mayor exportador de combatientes a tierras de conflicto. Cifras que datan de otoño de 2014 sitúan en 3.000 (500 de ellos ya retornados) los individuos de nacionalidad tunecina que se habrían desplazado a Siria, Irak y Libia para combatir en diferentes grupos yihadistas.

Además, el Ministerio del Interior tunecino ha facilitado datos en los que señala que se le ha impedido abandonar territorio nacional a aproximadamente otros 10.000 ciudadanos que intentaban tomar el mismo camino.

Si bien es cierto que existe la posibilidad de que el Estado instrumentalice estas cifras para ejercer un mayor control sobre la población, no es menos cierto que la cifra de 3.000 individuos puede haberse quedado obsoleta teniendo en cuenta el descontrol existente en la frontera con Libia, país en el que los tunecinos se sitúan también como el mayor contingente de combatientes extranjeros.

De hecho, si tomamos como ciertos los datos facilitados por el Ministerio del Interior, al menos uno de los dos yihadistas --del total de tres que participaron en el ataque; uno escapó-- abatidos durante el asalto al Bardo habría recibido entrenamiento militar en Libia.

Además, a lo largo de lo que llevamos de 2015 se han desmantelado un buen número de células terroristas que incluían entre sus miembros a individuos retornados con planes para atentar contra diferentes objetivos, por lo que el nivel de la amenaza puede considerarse como elevado. Por si ello fuera poco, también se han descubierto cuatro arsenales ocultos en el sur del país, cerca de la frontera con Libia, que contenían tanto armas ligeras y munición abundante como armas pesadas tipo RPG.

Combatientes entrenados, curtidos en zonas de conflicto y diestros en técnicas de guerrilla urbana; los retos en materia de seguridad a los que Túnez tendrá que hacer frente en los próximos meses no serán tarea fácil puesto que como se aprecia, la naturaleza de la amenaza es variada y tremendamente compleja.

¿ERA DE ESPERAR UN ATAQUE DE ESTAS CARACTERÍSTICAS?

Lo cierto es que, tal y como yo lo veo, las posibilidades eran muy elevadas. El número de amenazas y proclamas provenientes de grupos bajo el paraguas del Estado Islámico ha ido en aumento desde finales del verano pasado --desde los guiños realizados por el propio Abú Bakr al Baghdadi, pasando por amenazas de yihadistas tunecinos tanto en Siria como en Irak y concluyendo con las soflamas llegadas desde territorios más cercanos como Libia--.

Por si esto fuera poco, a lo largo de las dos semanas que precedieron el atentado también hubo una actividad inusual en las redes sociales: varias plataformas de difusión de contenidos alineadas con el Estado Islámico difundieron documentos que hicieron saltar todas las alarmas.

Uno de ellos destacaba sobre el resto por incluir contenido novedoso y dirigido específicamente a Túnez: en este comunicado escrito se detallaban los nuevos objetivos legítimos dentro del país –turistas cristianos y judíos y medios de comunicación, aunque los medios ya llevaban tiempo en la lista– y se animaba a los verdaderos creyentes a tomar iniciativas individuales al respecto. Otro documento no menos importante amenazaba con atentados espectaculares inminentes.

Asimismo, ya que nada puede quedar al azar, otra plataforma de difusión de contenidos dirigidos a yihadistas tunecinos dedicó buena parte de sus esfuerzos durante los últimos meses (desde octubre hasta enero de 2014) a publicar buena parte de las obras de Abu Musaab al Suri, más conocido como Mustafá Setmarian, alentando a "los verdaderos musulmanes" a tomar cartas en el asunto a título individual.

Por último, como parte de la estrategia de 'Daesh' de expansión presente en su eslogan "baqiya wa tatamaddad", debemos destacar la importancia que se le está concediendo desde la organización central al continente africano. Túnez, posiblemente una de las cartas de la baraja que entren en juego en los próximos meses, supone un plato enormemente apetecible y seguramente con mucho impacto entre sus acólitos: un régimen considerado como apóstata cuyos ciudadanos viven oprimidos.

Si tenemos en cuenta los últimos anuncios realizados en Nigeria con la alianza de Boko Haram y los avances yihadistas en el frente libio --amén de las posibles nuevas alianzas llegadas desde el frente abierto de Benghazi--, todo hace indicar que Túnez acabará entrando de una u otra manera en la ecuación.

Sin embargo, si bien la posibilidad de que se perpetren atentados es factible, Túnez jamás se convertirá en un escenario como Libia o el Levante. Túnez es un país con instituciones, con una sociedad civil madura y activa, con una población homogénea y abierta al mundo, con ansias de más y mejores libertades y consciente de sus derechos y de sus obligaciones, sobre todo de la obligación histórica de convertirse en el faro que guíe al resto de la región hacia tiempos mejores.

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