ANKARA 6 Sep. (Reuters/EP) -
Turquía va a tener que encontrar un equilibrio entre los intereses contrapuestos de Rusia y Estados Unidos para lograr su deseada "zona segura" en el norte de Siria, más allá de la incursión que llevó a cabo hace dos semanas y con la que consiguió controlar una pequeña franja en la frontera.
Turquía lleva dos años pidiendo a las potencias mundiales ayuda para crear una "zona segura" que sirva para proteger a los civiles del conflicto sirio, pero también para alejar a los combatientes del Estado Islámico y a las milicias kurdas.
Hasta el momento sus aliados occidentales han rechazado la idea alegando que se necesitaría una presencia sobre el terreno significativa y aviones de reconocimiento que operarían en un campo de batalla demasiado complejo. Además, Rusia, que apoya al presidente sirio, Bashar al Assad, se ha posicionado siempre defendiendo que una incursión en un Estado soberano es ilegal.
La ofensiva que lanzó Turquía con el apoyo de sus aliados rebeldes sirios ha logrado 'de facto' una "zona segura" para Ankara, ya que consiguió expulsar a los combatientes del Estado Islámico de los últimos 90 kilómetros de la frontera que todavía controlaban.
El Gobierno turco ahora pide un mayor apoyo a la comunidad internacional para aumentar la zona y tomar el control de una región rectangular de 40 kilómetros en el territorio sirio, localizada entre dos cantones kurdos al este y al oeste y con el Estado Islámico al sur.
"Hemos logrado la primera parte del plan, Turquía ya no es frontera con el Estado Islámico. Pero esta zona todavía es muy delgada y vulnerable y puede ser atacada desde múltiples frentes", ha asegurado un oficial del Ejército turco que ha pedido mantener el anonimato.
INTERESES EN CONFLICTO
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, declaró este lunes que en la cumbre del G20 habló con el presidente ruso, Vladimir Putin, y el presidente estadounidense, Barack Obama, para insistir en su idea de una "zona segura".
A pesar de que ninguno de los dos dirigentes hizo comentarios sobre la propuesta turca, sí que reconocieron que tenían que avanzar en cooperación para luchar contra el terrorismo en Siria. Un portavoz del Gobierno turco ha indicado que, si bien ambos países se muestran escépticos sobre la idea de un espacio de seguridad, la "zona segura de facto" ya es una realidad sobre el terreno.
Algunos expertos ven el plan turco poco viable debido a las posturas de ambas potencias. El antiguo militar y actual analista para el diario online Al Monitor, Metin Gurcan, ha subrayado que las dos superpotencias se juegan mucho y tienen intereses divergentes sobre el objetivo final de lo que ocurre en Siria.
Más de cinco años de conflicto han convertido lo que un día fue un próspero país de la región en un amasijo de territorios controlados por el Gobierno, los rebeldes y el Estado Islámico, además de otros actores que juegan un importante rol y añaden complejidad a la guerra.
La prioridad para Washington, que apoya a las facciones rebeldes que combaten contra Al Assad, es acabar con el Estado Islámico y ha tenido ciertas diferencias con Ankara sobre el papel de las Unidades de Protección Popular (YPG) kurdas.
Las YPG combaten contra el Estado Islámico en el terreno pero están consideradas por Turquía, también aliada de Estados Unidos, como una fuerza hostil vinculada con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), considerado una organización terrorista por Ankara, Bruselas y Washington.
Ambos miembros de la OTAN han llegado a un acuerdo difícil que establece que los combatientes de las YPG tienen que mantenerse al este del río Éufrates, fuera del terreno de seguridad establecido por Ankara y sus aliados.
Por otro lado, parece que la diplomacia turca se toma con más calma los objetivos de Rusia, desde que restauraron las relaciones en agosto, tras su ruptura del año pasado, cuando Turquía derribó un caza ruso cerca de la frontera con Siria.
"(Turquía) parece estar rebajando sus exigencias para la salida de Al Assad a favor de su nueva relación con Rusia", ha declarado James Stavridis, un antiguo comandante de la OTAN.