MADRID, 8 Abr. (EUROPA PRESS) -
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Turquía ha convocado el embajador italiano, Massimo Gaiani, después de que el primer ministro, Mario Draghi, calificara al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, como "dictador" tras el desplante a la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
"Estoy absolutamente en desacuerdo con el presidente Erdogan, creo que no fue un comportamiento adecuado. Lamenté mucho la humillación que la presidenta Von der Leyen tuvo que sufrir", ha lamentado este jueves Draghi.
"Con estos, llamémoslos por lo que son, dictadores, con los que, sin embargo, necesitamos cooperar, es necesario ser francos al expresar nuestros puntos de vista divergentes, comportamientos y visiones de la sociedad, pero también tenemos que estar dispuestos a cooperar para garantizar los intereses de nuestro país", ha señalado.
Como respuesta, el ministro de Asuntos Exteriores de Turquía, Mevlut Cavusoglu, ha condenado los "inaceptables" y "desagradables" comentarios del primer ministro italiano sobre el presidente turco, el cual, ha recordado, es un dirigente electo.
"Condenamos enérgicamente la retórica populista e inaceptable del primer ministro designado Mario Draghi y sus declaraciones desagradables sobre nuestro presidente electo", ha escrito en Twitter.
Ante la polémica que suscitó que Von der Leyen fuera relegada a un sofá, mientras su compañero, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, sí pudo sentarse junto a Erdogan, el Gobierno turco ha querido salir al paso asegurando que en el reparto de asientos "cumplieron con las demandas de la Unión Europea".
Sin embargo, Bruselas ha negado que hubiera tenido acceso a la sala en la que se produjo el polémico encuentro y ha asegurado que las autoridades turcas llegaron a poner trabas a la posibilidad de que el Consejo Europeo pudiera revisar previamente la estancia, alegando que se encontraba demasiado cerca del despacho de Erdogan.
El desplante se produjo en una reunión en la que Von der Leyen se vio forzada a sentarse en un sofá, mientras Erdogan y Michel ocuparon sendas sillas que equiparaban sus respectivas posiciones de poder en el centro de la sala. Desde entonces Bruselas ha afeado este gesto, alegando que no participó en el protocolo del evento, sin querer entrar en demasiadas polémicas con Turquía.