MOSUL (IRAK), 27 Feb. (Reuters/EP) -
"Mi querida familia, perdonadme, por favor". Así comienza la carta que Alá Abd Al Akeedi, un joven de 15 años, dedicó a sus padres antes de morir como mártir en un atentado suicida contra tropas iraquíes en la ciudad de Mosul.
"No estéis tristes y no llevéis luto por mí. Os pedí que me casarais con alguien y no lo hicisteis. Ahora, gracias a Dios, me casaré con las 72 vírgenes que me esperan en el paraíso", continúa la misiva.
La carta nunca llegó a su destino, sino que se encuentra llena de polvo entre las ruinas de un antiguo centro de entrenamiento yihadista en el este de Mosul, ya liberado por el Ejército del Gobierno de Irak.
En el papel se puede ver el símbolo del Estado Islámico y hasta el departamento militar desde donde el pequeño Akeedi escribió a sus padres. "Departamento de Infantería, Brigada de Mártires", pone en el sobre. Por detrás aparece la dirección de los padres del joven, en el oeste de Mosul.
Akeedi tenía 15 años cuando dejó a su familia y se unió a las filas del Estado Islámico. Es uno más de los cientos de jóvenes reclutas que pasaron por el centro de entrenamiento desde que los milicianos tomaron Mosul. Allí los 'hombres de negro' les enseñaron todo lo que había que saber sobre la yihad o guerra santa y cómo luchar contra los infieles.
Desde que el Estado Islámico arrasó con gran parte del norte de Irak y ciertas regiones de Siria, gran parte de su estrategia de combate se ha basado en perpetrar ataques suicidas, el arma más efectiva de los yihadistas contra la campaña militar que están llevando a cabo en su contra el Ejército iraquí con el apoyo aéreo de Estados Unidos.
Su carta no es la única que no llegó a su destino. En el centro de entrenamiento hay un montón de sacos con misivas que los milicianos dejaron atrás cuando tuvieron que huir del este de Mosul, que ha sido recapturado por las tropas iraquíes.
Los yihadistas también han dejado tras de sí un registro que contiene información personal sobre los últimos 50 reclutas que pasaron por el centro. No todas las entradas contenían el año de nacimiento de los jóvenes y la mayor parte no incluían una fotografía del recluta, pero casi todos eran menores de 21 años.
La agencia de noticias Reuters ha podido entrevistas a tres de los jóvenes milicianos que pasaron por el centro de entrenamiento, incluyendo a la familia de Akeedi, en un intento de determinar de dónde venían estos chicos y por qué decidieron unirse al Estado Islámico.
Los familiares han hablado de adolescentes normales, sin problemas, que de un día para otro se unieron a las filas de los milicianos para la sorpresa y el desconcierto de sus familias. Todos murieron apenas meses después.
El Estado Islámico ha atraído a miles de jóvenes reclutas a la ciudad de Mosul --sin duda la ciudad más grande e importante bajo el control de la organización terrorista--. El centro de entrenamiento al que ha tenido acceso Reuters consistía en tres viviendas adosadas que antes de la llegada de los milicianos pertenecían a habitantes de Mosul.
Los suelos estaban llenos de carteles y panfletos de propaganda del Estado Islámico, que trataban temas tan variados como la religión, el estilo de vida o el uso de armas. Las paredes habían sido pintadas de verde, el mismo color de las alfombras que cubrían el suelo.
Las habitaciones de arriba estaban llenas de literas, con capacidad para más de un centenar de personas. En la pared podían verse varios carteles con estrictas reglas de comportamiento: "Hermano yihadista, respeta el silencio y la limpieza", rezaban.
"PAPÁ, VOY A SER UN MÁRTIR"
La inmensa mayoría de los reclutas que aparecían eran iraquíes, pero había soldados procedentes de Estados Unidos, Irán, Marruecos e India. De acuerdo con la entrada de Akeedi, el joven juró lealtad a la organización islamista el 1 de diciembre de 2014, apenas dos meses después de que los yihadistas tomaran la ciudad.
El padre de Akeedi intentó rescatar a su hijo del centro de entrenamiento, pero temía las represalias de los milicianos. El joven apenas visitaba a su familias una vez se unió a las tropas de los yihadistas. En su última visita, le contó a su madre que iba a participar en un ataque suicida en la localidad de Baiji, una refinería de petróleo localizada en el sur de Mosul.
"Le dijo a su padre: Papá, voy a ser un mártir", ha explicado uno de los familiares de Akeedi. Meses después de esa última visita, los terroristas visitaron la casa familiar de los Akeedi y les comunicaron que su hijo había tenido éxito en su ataque.
"LE DESCRIBIERON COMO UN HÉROE"
La historia de Atheer Alí es parecida a la de Akeedi, En su caso sí hay una fotografía suya en su entrada del centro de entrenamiento, que muestra a un joven alto, con cejas prominentes y enormes ojos marrones.
Su padre, Abu Amir, le describe como un estudiante excelente, aficionado al canal de documentales National Geographic. Le encantaba nadar y siempre fue muy amable con su familia, según ha explicado. Ali era delgado, rápido y extremadamente tímido. No tenía la mentalidad ni el cuerpo de un guerrero, ha asegurado su padre.
No obstante, a pesar del horror de su familia, un día de principios de 2015 Alí no volvió de casa después de la escuela. Se escapó junto a siete compañeros de clase para unirse a las filas yihadistas. Cuando Abu Amir corrió a las oficinas de los milicianos para encontrar a su hijo, le amenazaron con la cárcel.
Nunca más volvió a verle con vida. Unos pocos meses después, tres yihadistas aparecieron en su puerta y le entregaron un documento con el nombre de su hijo. Estaba muerto.
Abu Amir consiguió recuperar el cuerpo de Alí de la morgue de Mosul. Ahora llevaba el pelo extremadamente largo y se estaba intentando dejar barba, tal y como manda la ley islámica, pero el joven apenas tenía vello facial encima del labio. El cadáver presentaba restos de metralla en el pecho y en los brazos, según ha contado su padre.
Según Abu Amir, los milicianos le explicaron que su hijo había sido alcanzado por un ataque aéreo contra una posición de mortero en la ciudad de Bashiqa, al norte de Mosul. "Le describieron como un héroe", ha señalado.
La familia del joven asegura que los 'hombres de negro' le habían "lavado el cerebro". "Incluso a día de hoy continúo perplejo. No sé cómo le convencieron para unirse. Sólo me alegro de que pudiéramos enterrarle y así intentar superar esto", ha apuntado Abu Amir.