El futuro de toda una generación de niños está en peligro en una de las regiones más pobres de la República Democrática del Congo
MADRID, 28 Jul. (EUROPA PRESS) -
Más de un millón de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares debido a la ola de violencia en la región de Gran Kasai, en República Democrática del Congo (RDC), lo que convierte la crisis de desplazados de la región en una de las peores del mundo para los niños, según ha denunciado el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
"La brutal violencia está afectando a cientos de miles de niños y a sus familias en Gran Kasai", ha denunciado el representante en funciones de UNICEF en RDC, Tajudeen Oyewale. "Un total de 1,4 millones de personas, entre ellos 850.000 niños, se han visto forzados a desplazarse, y sólo en el mes de junio hemos contabilizado 60.000 niños", ha explicado. Hasta junio de 2017 se han documentado ataques contra 404 escuelas, muchas de ellas ahora ocupadas por personas desplazadas y militares. Según UNICEF, más de 150.000 niños están perdiendo su educación.
Según el Fondo, la mayoría de las personas desplazadas en la región se encuentran con familias de acogida y familiares en comunidades consideradas como las más pobres del país, en las que la situación se ha vuelto aún más crítica desde que caída en picado de la económica del país. En muchos casos, los desplazados han perdido o dejado atrás todos sus bienes esenciales y pertenencias.
El resto de familias desplazadas han decidido huir a las montañas cercanas a sus aldeas y están viviendo en chozas improvisadas. Carecen de la posibilidad de alimentarse adecuadamente, no cuentan con buenos refugios y no tienen atención médica, agua potable ni servicios de saneamiento. Estas circunstancias y el difícil acceso para los equipos de ayuda humanitaria los convierte en el grupo más vulnerable.
"Se trata de una crisis humanitaria que avanza muy rápido y estamos trabajando con gran inseguridad al tratar de ayudar a estas familias tan vulnerables", ha lamentado Oyewale, que ha explicado que UNICEF ha puesto en marcha un programa de ayuda para que las personas desplazadas tengan la posibilidad de cubrir sus necesidades más básicas. Con este programa Naciones Unidas ha conseguido apoyar a 11.225 familias, casi 157.500 personas en 2017.
Según ha informado UNICEF, las próximas semanas se pondrá en marcha un Mecanismo de Respuesta Rápida (MRR) que servirá para proporcionar a los equipos de ayuda los materiales y prepararlos para responder con rapidez a las necesidades de las poblaciones desplazadas. Es necesaria la asistencia tanto sanitaria como nutricional y será una prioridad el saneamiento del agua, para evitar epidemias, así como materiales para mejorar los refugios y articulos que faciliten la vida cotidiana de los desplazados, como cubos para agua, mantas, etc. Se estima que unos 50.000 hogares se beneficiarán de este programa en los próximos meses.
NIÑOS SOLDADO
Por otra parte, los niños soldado que han conseguido abandonar las milicias están recibiendo atención médica urgente y apoyo psicosocial por parte de UNICEF, que realiza rastreos en un intento de reunificar a los menores con sus familiares. En el Centro de Tránsito y Orientación de Kananga los niños soldado asisten a un curso de jardinería profesional y hacen galletas a través de una ONG local apoyada por UNICEF. Entre el 40% y el 60% de los milicianos son niños, a menudo menores de 15 años, lo que constituye un crimen de guerra, ha denunciado UNICEF.
"La violencia en la región ha tenido un gran impacto en mi trabajo y en mi familia", explica un oficial de Protección Infantil para la región de Kasai en la República Democrática del Congo, Alphonse Kalonji Tshikala, quien ayuda a coordinar el programa destinado a los niños que han estado expuestos a la violencia extrema en el conflicto. "Nunca pensé que pasaríamos de la estabilidad a la violencia tan de repente".
"Mi teléfono suena día y noche, sin parar", dice Tshikala. "Los asesinatos, los secuestros, las violaciones y la violencia están en mi cabeza", ha declarado. "Poco a poco, empiezo a darme cuenta de que estoy viviendo con la crisis y que la crisis está dentro de mí", ha asegurado Tshikala.