El CICR considera prioritario este problema y trabaja para ayudar a los familiares
BOGOTÁ, 23 Jun. (Por el Comité Internacional de la Cruz Roja, CICR) -
Todo conflicto armado deja consecuencias que perduran por décadas. El de Colombia no será la excepción. Hoy no se conoce el paradero de 79.000 personas y la cifra aumenta cada día, no solo porque más familias se atreven a hablar, sino porque más colombianos siguen desapareciendo.
En Colombia, se documenta la desaparición de una persona cada hora y solo se reporta la aparición de una persona cada tres horas, ya sea viva o muerta. Este desfase ha significado que hoy sigan desaparecidos unos 79.000 colombianos, tanto por el conflicto armado como por otras situaciones, según los registros del Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres (SIRDEC).
Buscar a estas personas mientras se atienden las necesidades de sus familiares debe ser una prioridad para Colombia en 2016 y, posiblemente, en los próximos años. El CICR ha sido testigo durante años de las dificultades que enfrentan las autoridades para realizar la búsqueda de personas desaparecidas y la identificación de restos humanos encontrados, así como de la falta de solidaridad que sufren a diario las familias.
No existe un cálculo certero sobre la cantidad de víctimas directas de desaparición que ha dejado el conflicto colombiano a lo largo de cinco décadas. Sin embargo, se presume que son más de 45.000 si se toman en cuenta las cifras del Registro Único de Víctimas (RUV). De lejos, las dimensiones de esta tragedia humanitaria superan las de cualquier otro país del continente y las de la mayoría de conflictos armados recientes en el mundo.
El CICR saluda todo esfuerzo que contribuya a aliviar el sufrimiento de los familiares, como afirmamos el 17 de octubre de 2015, día en que se anunció el acuerdo entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para adoptar medidas inmediatas para encontrar a las personas desaparecidas a raíz del conflicto armado.
En este acuerdo, las partes solicitaron nuestro apoyo en la implementación de esas medidas y se comprometieron a proveer la información que tuviesen en su poder. Durante los cinco meses siguientes, el CICR ha trabajado con el Gobierno, las FARC, las instituciones del Estado correspondientes y los familiares de las víctimas para poder concretar esas búsquedas.
Para ello, reiteramos el llamado a las partes a acelerar la implementación de este acuerdo que, de tener éxito, sería un aporte fundamental para resolver esta grave problemática, cuya solución posiblemente tardará varias décadas.
LO PEOR ES NO PODER HACER EL DUELO
"Esto que nos hacen a los familiares, no decirnos qué pasó, es inhumano desde todo punto de vista." Lo dice Emilio, un hombre de 75 años que se ha pasado los últimos seis buscando a su hijo Edwin Mauricio, desaparecido a la edad de 30 años en Buenaventura.
Su esposa Rosa y él han tocado todas las puertas posibles y siguen sin tener una sola pista. Las historias sobre torturas, desmembramientos y cuerpos tirados al mar de las que se oye hablar en este puerto sobre el Pacífico los llenan de pavor. "De todos modos, yo espero que mi hijo vuelva con vida", dice.
Su historia contrasta con la de Liliana, en la misma ciudad. Su hijo Jonathan, de 19 años de edad, estuvo desaparecido seis meses, hasta que se confirmó que él y un amigo con el que salió a trabajar a otro barrio habían sido asesinados y enterrados en una fosa común. Ella afirma que, si bien el dolor por la pérdida es inmenso, por lo menos pudo hacer el duelo, sepultarlo y tratar de seguir adelante con su vida. "De todos modos, nunca olvidaré lo que pasó", afirma.
ALGUNOS DESAPARECEN DOS VECES
Cada desaparición es un mundo aparte, y por muchos factores se vuelve difícil dar una respuesta a las familias. Es escasa la información que se puede obtener de los presuntos responsables sobre el paradero de estas personas, porque los registros son escasos.
Además, los trámites para denunciar una desaparición y activar los mecanismos de búsqueda oficiales suelen estar plagados de complicaciones para las familias. Asimismo, la capacidad técnica de las autoridades en varias regiones es limitada, sumada a la falta de recursos para absorber de manera eficaz tanta demanda. Finalmente, cotejar la información sobre las personas desaparecidas con los cuerpos ya encontrados es otra tarea titánica.
Según registros del SIRDEC, en los cementerios y depósitos de cadáveres del país hay por lo menos 23.000 restos humanos que no han sido identificados. En muchos cementerios, ni siquiera hay un registro de dónde están los cuerpos de personas no identificadas (conocidas coloquialmente como 'NN'). Otros cuerpos que han sido identificados no son reclamados por sus familiares. En la práctica, esto significa que muchas personas desaparecen dos veces.
ESTE PROBLEMA DEBE SER PRIORITARIO
Ante la gravedad de la desaparición de personas, el CICR ha reiterado su compromiso de continuar con sus labores de indagación ante los presuntos responsables. En este momento, trabajamos para ayudar a resolver más de 430 desapariciones, recogidas por nuestros colaboradores en el terreno.
En el marco del acuerdo entre el Gobierno y las FARC, continuaremos prestando nuestros buenos oficios para ayudar a resolver los casos priorizados.
También reforzaremos la asesoría a las autoridades encargadas de las labores de búsqueda e identificación y, sobre todo, continuaremos con el apoyo a los familiares. Por primera vez, priorizaremos tres ciudades, en igual número de regiones, donde la desaparición de personas es elevada y donde hay mayores necesidades de fortalecimiento de las instituciones.
Lo que hagan en 2016 el Estado y la sociedad para aliviar el sufrimiento de las miles de familias que siguen buscando a sus seres queridos determinará el rumbo que tome Colombia para saldar, o no, una de sus deudas humanitarias más grandes. Por eso, para el CICR, este tema es y seguirá siendo nuestra prioridad en el país.
((Este artículo fue publicado inicialmente aquí))