La crisis económica ha derivado en un descontento social que ya se ha cobrado la mayoría 'chavista' en el Parlamento
CARACAS, 5 Mar. (EDIZIONES) -
5 de marzo de 2013. Una fecha marcada en rojo en el calendario para muchos venezolanos. Es el día de la "desaparición física" del comandante Hugo Chávez. El punto de inflexión entre 14 años de Revolución Bolivariana y un futuro incierto que se ha materializado en una aguda crisis económica que podría derrocar a su heredero político, Nicolás Maduro.
La muerte de Chávez coincidió con el fin del espejismo fabricado por el 'boom' petrolero que garantizó una larga década de prosperidad económica --y social-- que acompañó al tirón popular del comandante y mantuvo vivo su proyecto socialista.
El petróleo es la piedra angular de la economía venezolana y una de las claves para entender la crisis actual. El oro negro supone el 96 por ciento de las exportaciones del país, el 25 por ciento del PIB, de acuerdo con la OPEP.
Chávez llegó al Palacio de Miraflores en 1998 con el barril de petróleo a 11 dólares y a partir de ahí el precio creció y creció dejando una media anual de 56.500 millones de dólares frente a los 15.200 millones de dólares que recaudó por año su antecesor, Rafael Caldera.
Esta potente inyección de dinero sirvió a Chávez para desplegar una política social, cimentada en un gasto público que dejó en el 37 por ciento a su muerte, con la que consiguió rebajar los índices de pobreza desde el 50 al 30 por ciento durante su gestión.
El crudo venezolano sirvió además para construir un nuevo entramado de relaciones regionales. Chávez garantizó el suministro de petróleo a precios reducidos a sus aliados de Petrocaribe y el ALBA, que a cambio le aseguraron las importaciones agrarias.
Sin embargo, la doctrina económica de Chávez introdujo enormes distorsiones en el mercado a través de una esquizofrénica política cambiaria y un control de precios que han hecho que para los empresarios venezolanos sea más rentable importar que producir.
"Básicamente, el Gobierno lo que hizo fue eliminar la capacidad de producción propia y ocultó temporalmente esa destrucción con gasto público e importaciones", ha explicado Ricardo Hausmann, economista de la Universidad de Harvard, a BBC.
Chávez ya observó que la total dependencia del petróleo podría pasar factura a la economía venezolana, pero no vivió para ver las catastróficas consecuencias que finalmente ha tenido, un legado que ha recaído en las manos de Maduro.
NI COMIDA NI MEDICAMENTOS
A final de 2014 los precios del petróleo se desplomaron hasta un mínimo histórico de 27 dólares por barril, reventando la máquina venezolana, que actualmente necesita que el crudo cotice al menos a 125 dólares para equilibrar sus cuentas públicas.
Esto se ha traducido en que los ingresos del Gobierno han caído diez puntos y el PIB ha pasado del 1,3 por ciento en 2013, cuando murió Chávez, a un -10 por ciento en 2015, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El sector público ya no tiene los 'petrodólares' que nutrían el mercado interno y el sector privado está prácticamente desmontado por las políticas de importación y las nacionalizaciones de la era 'chavista', que se cobraron más de un millar de empresas.
La falta de dinero para comprar a otros países y la inexistente producción nacional han vaciado de productos básicos --leche, harina, arroz, papel higiénico-- las estanterías de los supermercados. La Federación Farmacéutica de Venezuela alertó el año pasado de que faltaba el 70 por ciento de los medicamentos necesarios.
Esa es la razón de que las largas colas a las puertas de las tiendas se hayan convertido en una imagen habitual en Venezuela. Algunas familias se turnan desde primera hora de la mañana hasta el cierre para no perder su puesto y con ello una ocasión única para comprar los pocos productos que hay.
"Ya estoy harta de esto. Gente corriendo por todos lados", ha contado a Reuters Saray Linares, una ama de casa de 27 años. "Es horrible. Salvaje", dice tras recibir varios empujones, a pesar de estar embarazada.
La visible demanda no significa en modo alguno que los bienes básicos estén al alcance de todos los venezolanos. La escasez, catapultada por los tres tipos de cambio existentes, ha disparado la inflación a una media del 159 por ciento en 2015.
El tipo oficial fija el dólar en 6,3 bolívares, pero en la calle se cambia a más de 900. Los venezolanos necesitan 16 sueldos mínimos para llenar la "canasta básica", por lo que las 32 subidas salariales que ha decretado el Gobierno en estos 16 años --la última, del 52 por ciento, vigente desde el 1 de marzo-- realmente no alcanzan.
Los venezolanos han sufrido una auténtica regresión en su calidad de vida que les lleva a niveles anteriores al 'chavismo'. Un reciente estudio de las principales universidades locales señala que más del 70 por ciento de la población es pobre.
"¿Qué más se supone que voy a hacer? Si no puedo poner comida en mi mesa para la familia con trabajo honesto, tengo que intentar otras cosas", ha confesado a Reuters un inmigrante colombiano que acaba de salir de la cárcel por llevar productos de contrabando al país vecino.
JAQUE A MADURO
La insostenible situación de la realidad venezolana ha tenido su reflejo en las encuestas que, por primera vez desde el triunfo de la Revolución Bolivariana, muestran un récord a la baja en la popularidad del presidente: un 22 por ciento.
El descontento social se tradujo en una contundente derrota en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre. La Mesa de Unidad Democrática (MUD) consiguió 112 diputados, una 'súpermayoría' que deja la Asamblea Nacional en manos opositoras por primera vez desde 1999.
Para la MUD este es solo el primer paso de un largo camino que esperan recorrer rápidamente para echar a Maduro de Miraflores antes de que concluya su mandato, en 2019, a través de los mecanismos que la Constitución permite activar desde el Congreso: la falta absoluta, el refrendo revocatorio y la reforma de la Carta Magna.
Maduro ha detectado la estrategia opositora y ha contraatacado con un decreto de "emergencia económica" que le permitirá usar a su antojo los recursos presupuestarios hasta el 16 de marzo. Entretanto, intenta convencer a sus colegas de la OPEP de que frenen la producción para reducir la oferta y propiciar una remontada artificial del crudo.
"Esas medidas no alcanzarán para evitar la catástrofe. Venezuela tiene un problema de falta de divisas y con esto no se resuelve. Este año, los ingresos por exportaciones equivaldrán a unos 22.000 millones de dólares y hay que pagar 16.000 millones de deuda externa. Entonces, no quedan fondos para las importaciones requeridas", ha explicado Hausmann.
Las perspectivas de futuro se complican así para Maduro, a quien le crece la oposición incluso desde el 'chavismo' con movimientos disidentes, como Marea Socialista, y ex ministros que denuncian la corrupción y el despilfarro de estos años.
Este tercer aniversario llega en medio de una "auténtica tormenta" --en palabras de Maduro-- que Miraflores encara con escasos apoyos internos, y aún menos externos por los vientos de cambio en la región. El final de su mandato se perfila como un reto de supervivencia política.