MADRID, 30 Mar. (EUROPA PRESS) -
El Gobierno de Venezuela ha propuesto a Guyana reiniciar los contactos diplomáticos para intentar alcanzar una solución sobre la soberanía de la región fronteriza del Esequibo, al tiempo que ha rechazado nuevamente la decisión del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, de dejar el asunto en manos de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ante la falta de avances.
"Dichos contactos permitirán, adicionalmente, evaluar de manera conjunta la conveniencia de continuar con la figura de los buenos oficios, bajo el auspicio del secretario general de la ONU, todo ello en un contexto de cordialidad y de diálogo constructivo y pacífico", ha dicho el Ministerio de Exteriores venezolano en un comunicado.
En el mismo, ha desvelado que ha trasladado a Guyana que Caracas "desestima el contenido" de la misiva de Guterres anunciando su decisión, que fue publicada el 30 de enero.
Así, ha argumentado que la decisión de Guterres "excede las competencias que le fueron otorgadas por la figura de los buenos oficios, mutuamente convenida por las partes, y contraviene el espíritu, propósito y razón del Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966".
El Ministerio ha subrayado que "recurrir al arreglo judicial para dirimir la controversia, resulta inaceptable, estéril e inaplicable, dado que Venezuela no reconoce como obligatoria la jurisdicción de la CIJ".
La disputa se debe al Esequibo, un territorio de 159.542 kilómetros que posee importantes recursos naturales --petroleros, gasísticos, mineros, hidráulicos y forestales-- y un gran potencial turístico y que se sitúa en el límite entre Venezuela y Guyana.
El Esequibo está administrado por Guyana conforme a un laudo arbitral de 1899 que Venezuela considera nulo porque las negociaciones secretas, que se conocieron años después, revelan vicios del consentimiento. Además, Caracas esgrime que en el Acuerdo de Ginebra de 1966 Reino Unido, antigua potencia colonial de Georgetown, reconoce que es un territorio en disputa.
El Acuerdo de Ginebra fija una 'hoja de ruta' para resolver dicha controversia y concede al secretario general de la ONU la potestad de elegir un medio de solución pacífica y cambiarlo por otro si lo considera necesario.
El antecesor de Guterres, Ban Ki Moon, reactivó en 2017 los buenos oficios, que quedaron suspendidos en 1990, y dio un plazo de un año a las partes para pactar. Una vez agotado el tiempo, correspondía al actual jefe de la ONU elegir una alternativa.