Las cancelaciones de las giras sobre el referéndum del 16 de abril en Turquía pone de manifiesto los recelos europeos hacia Erdogan
MADRID, 12 Mar. (EUROPA PRESS) -
"Una cosa está clara. Todos estamos interesados en que las tensiones domésticas de Turquía no acaben importadas hacia Alemania". Con esta frase, el ministro de Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, explicaba la decisión de suspender una serie de mítines de ministros y altos funcionarios turcos en el país, donde tenían previsto promocionar el próximo referéndum del 16 de abril en Turquía, donde se contempla la ampliación de poderes para el presidente, Recep Tayyip Erdogan.
Se trata de una decisión que han aplicado otros países de la UE y que ha generado una crisis diplomática masiva. Turquía ha replicado con enorme dureza, acusando directamente de prácticas fascistas a los países europeos implicados, amenazando con sanciones y, sobre todo, con la disolución del acuerdo migratorio por el que Turquía se compromete a ejercer de estado tapón ante la llegada de personas en el Mediterráneo, a cambio de dinero, libertad de viaje y la aceleración de las conversaciones para su incorporación al bloque europeo, ahora mismo paralizadas.
El último y más grave episodio ha tenido lugar en Países Bajos durante las últimas 24 horas. Tras conocer que la ciudad de Róterdam había prohibido su discurso ante la diáspora turca, el ministro de Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, decidió viajar de todas maneras en avión solo para descubrir que las autoridades le habían negado el permiso de entrada. La situación escaló horas después cuando las autoridades repitieron la jugada con la ministra de Familia, Fatma Betül Sayan Kaya, escoltada hasta el consulado cuando intentaba llegar por carretera.
En respuesta, el Gobierno turco cerró la embajada de Países Bajos, recomendó al embajador que no tuviera prisa en volver, y la cúpula del Gobierno turco lamentó la actitud absolutamente antidemocrática ejercida no solo por Alemania y Países Bajos, sino también por Austria, Suiza -- donde Cavusolgu ha suspendido su visita -- y Suecia, donde el dueño del local donde el número dos del partido del Gobierno turco iba a pronunciar su discurso ha decidido suspender el evento.
En Róterdam, esta pasada noche, cerca de 2.000 personas se congregaron ante el consulado turco en Róterdam para protestar por el maltrato del que ha sido objeto la ministra turca. La Policía tuvo que intervenir con perros y cañones de agua.
El primer ministro de Holanda, Mark Rutte, a pocos días de unas elecciones donde compite codo con codo con el islamófobo y euroescéptico Geert Wilders, ha llamado a la calma pero ha asegurado que "no dejaremos que nadie nos chantajee". Wilders, por su parte, ha aprovechado la inercia de esta situación para exacerbar su mensaje: "Por mí, que esa mujer no vuelva", en referencia a la oficial. El próximo miércoles se pronuncien en las urnas cerca de 500.000 inmigrantes turcos, residentes en Países Bajos con doble nacionalidad.
REFORMA CONSTITUCIONAL
Turquía acusa a la Unión Europea de coartar la libertad de expresión de sus autoridades a la hora de impedir unos mítines destinados a alentar a la población a que vote en un reférendum, a celebrar el próximo 16 de abril, tras el que el presidente Erdogan podría acabar con poderes extraordinarios.
Varios países europeos miran con aprensión el último episodio de lo que consideran una ruta hacia el autoritarismo en Turquía mientras el Gobierno de Ankara defiende lo que se trata de un ejercicio de voluntad popular, contaminado por la injerencia de estos países al prohibir las convocatorias.
"Estas prohibiciones", ha argumentado el primer ministro turco, Binali Yildirim, "no son más que el reflejo de una ideología política, despojo de la Segunda Guerra Mundial, que demuestra que hay países que están incómodos con el ejercicio de la democracia y de la libertad".
Yildirim ha insitido en que el referéndum es un camino perfectamente válido hacia una reforma constitucional destinada a "eliminar la polarización" existente en Turquía, inmersa en un histórico conflicto entre religión y laicismo, envuelta en una guerra contra milicias kurdas y enzarzada en constantes crisis políticas por los constantes enfrentamientos entre sus presidentes y sus primeros ministros, "disputas cuyo precio ha pagado el pueblo turco en el pasado".
POSTURAS IRRECONCILIABLES
Esta última serie de enfrentamientos demuestra lo que comentó a principios de mes el portavoz de la canciller alemana, Angela Merkel. Si bien Europa y Turquía mantienen fuertes lazos sociales, económicos y militares, "existen diferencias de pareceres que parecen inalcanzables".
"Tenemos que mantener la cabeza fría", indicó Seibert. "El Gobierno turco tiene derecho a la misma libertad de expresión que el resto de invitados a Alemania, pero estos mítines deben ser transparentes y requieren el permiso de las autoridades locales".
Sea como fuere, Europa debe actuar deprisa. La reciente reunión entre Erdogan y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, da a entender un nuevo acercamiento entre Ankara y el este, en un momento en el que Turquía es un país de gran importancia para la política exterior de la UE y de la OTAN. "Nadie se planteó nunca que Turquía dejara la Alianza Atlántica", declaró Gabriel a principios de mes, "ni siquiera cuando eran una dictadura militar".
"Hoy sucede lo mismo, y por las mismas razones: lo último que queremos es que acaben desviándose en la dirección equivocada", añadió.