MADRID, 12 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un año después de la firma del Acuerdo de Minsk, con el que se pretendía sentar las bases para resolver el conflicto en el este de Ucrania, la situación parece haberse congelado y, aunque la violencia ha remitido en gran medida, lo cierto es que las necesidades de la población siguen siendo importantes, según han alertado las organizaciones humanitarias.
"Esta guerra sigue, la gente sigue sufriendo y si no seguimos ofreciéndoles ayuda podría haber más problemas en el futuro", advierte el jefe de la misión del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Ucrania, Giancarlo Stopponi.
En su opinión, si la población afectada por el conflicto no hubiera estado recibiendo ayuda, "seguramente la situación sería mucho peor". Por ello, en una entrevista concedida a Europa Press ha advertido de la necesidad de mantener la ayuda, pese a los problemas para acceder a los territorios de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, ya que "la situación podría empeorar en el futuro".
Una opinión que comparte también el representante del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en el país, Pablo Mateu, que ha advertido de que "el impacto negativo del conflicto es inmenso", con 1,6 millones de desplazados internos, principalmente ancianos, y más de un millón que han buscado refugio en otros países, principalmente en Rusia y Bielorrusia.
"Existe una amenaza constante de una reanudación de las hostilidades que potencialmente podría tener efectos devastadores sobre la población en el este del país", advierte en declaraciones a Europa Press, incidiendo en que la situación sigue siendo "tensa" y continúan muriendo civiles, como los cuatro fallecidos el jueves por una mina.
NECESIDADES EN AUMENTO
Según Mateu, "las necesidades de los civiles atrapados en la zona de conflicto, los que han huido y los que les están acogiendo crecen cada día". El responsable de ACNUR ha subrayado que la "solidaridad" y "generosidad" mostrada por las comunidades de acogida se está viendo "agotada, especialmente ante el deterioro de la situación económica en Ucrania".
"La situación en la llamada 'zona gris' y en las zonas bajo control no gubernamental es horrible", ha advertido Palau, subrayando que en las regiones de Donetsk y Lugansk, controladas por los rebeldes prorrusos, hay "dos millones de personas que necesitan ayuda".
Sin embargo, las autoridades de estas regiones han limitado el acceso a las agencias de la ONU y las ONG. En el caso del PMA y ACNUR, actualmente trabajan en Lugansk pero no en Donetsk, cuyas autoridades han prohibido el acceso desde el verano pasado.
Foto: WFP/Pete Kiehart
"La suspensión de casi todos los programas humanitarios en Donetsk desde mediados de julio está poniendo vidas en peligro y evitando que los más vulnerables, incluidos niños, mujeres y ancianos, accedan a servicios básicos" lo que tiene "un grave impacto en la vida de millones de personas", lamenta Mateu.
Para poder hacer llegar algún tipo de ayuda a Donetsk, ACNUR está trabajando con People in Need, la única ONG autorizada por las nuevas autoridades, a través de la cual "estamos enviando alimentos", indica Stopponi, que lamenta que en Lugansk el acceso también es "limitado" ya que hay que pedir permisos cada vez, de ahí que se esté trabajando en "un plan de entregas hasta junio" que facilitaría el trabajo.
MSF, SIN ACCESO A DONETSK Y LUGANSK
Para Médicos Sin Fronteras (MSF), la labor de ayuda a los que lo necesitan por este conflicto se complicó desde septiembre y octubre, cuando las autoridades de Donetsk y Lugansk les prohibieron seguir trabajando en los territorios bajo su control.
Según explica a Europa Press el coordinador médico de MSF en Ucrania, Adrián Guadarrama, la ONG sigue estando "interesada" en tener acceso a estos territorios y está "abierta discutir con ellos, porque nos preocupa la situación en estas zonas". "Esperamos tener resultados en un futuro", asegura.
El responsable de MSF incide en que aunque "el conflicto pasa a una fase más estable, las necesidades de la población vulnerable siguen mereciendo la atención y la acción" de la comunidad internacional, en especial en la zona de tierra de nadie que ha quedado entre las autoproclamadas repúblicas populares y los territorios que sigue administrando el Gobierno ucraniano.
En esta zona, han quedado atrapados numerosos ucranianos, un 70 por ciento de ellos personas mayores, que viven en muchos casos en viviendas sin calefacción y que han sufrido desperfectos por la violencia con el consiguiente "riesgo para la salud" que esto conlleva, según Guadarrama.
A esto se suma la falta de medicamentos, especialmente en las zonas rurales, y los problemas de transporte para poder llegar a las ciudades donde todavía se siguen dispensando los medicamentos. Por ello, explica, MSF está trabajando con equipos móviles compuestos por un médico, un enfermero y un psicólogo para llegar a la población atrapada y ofrecerles la atención médica que requieren, incluido el tratamiento de enfermedades crónicas como puede ser la diabetes.
Asimismo, la ONG también trabaja suministrando equipo médico y medicamento a los hospitales que siguen operando en la zona para que puedan atender a los eventuales heridos en la violencia y dedica especial atención a la atención psicológica de los afectados por el conflicto.
EFECTOS PSICOLÓGICOS
Según Guadarrama, aunque "el conflicto se ha estabilizado sigue habiendo unos niveles altos de ansiedad" por el impacto que la exposición a la violencia ha tenido sobre los habitantes, de ahí el que "el apoyo a la salud mental sea una prioridad para nosotros".
En este sentido, MSF trabaja con las autoridades educativas ucranianas para tratar de identificar los casos de estrés postraumático en niños y que estos puedan recibir la atención necesaria.
El responsable del PMA también expresa su preocupación por las personas de las zonas rurales, en especial de los ancianos porque "no tienen posibilidades económicas, han perdido su trabajo". En la 'zona gris', la agencia de la ONU trabaja con la OMS en la entrega de alimentos para mejorar la dieta de los pacientes, lo que permite ahorrar fondos que se pueden destinar a medicamentos y
En el caso de ACNUR, está trabajando en Lugansk en reparación de refugios así como en la distribución de ayuda. En las zonas bajo control gubernamental, se está distribuyendo material para hacer frente al frío invernal, principalmente mantas, ropa de abrigo, calefacciones y combustible.
HACE FALTA MÁS AYUDA
Pero, advierte Mateu, la ayuda que están ofreciendo las ONG y el Gobierno "no es suficiente para cubrir las necesidades del gran número de personas afectadas". La ayuda de la comunidad internacional "es más necesaria que nunca mientras la situación en Ucrania entra en su tercer año y las necesidades siguen aumentando", subraya.
"Hago un llamamiento a que la gente no se olvide, que los donantes sigan dando dinero porque nosotros seguimos teniendo acceso y podemos ayudar. No podemos interrumpir la ayuda porque esto seguramente conllevaría perder el acceso", subraya por su parte Stopponi, insistiendo en que "si quitamos la ayuda externa vamos a tener problemas" pero para ello hacen falta "fondos".