LONDRES, 4 Sep. (Reuters/EP) -
Un repunte de la violencia a manos de los milicianos de Boko Haram en el noreste de Nigeria ha forzado a casi 800.000 personas a huir de sus hogares desde junio y está llevando al límite los esfuerzos humanitarios, han asegurado este viernes las agencia de cooperación.
"Es una crisis humanitaria regional enorme, con los costes humanos más altos del mundo", ha advertido una portavoz de la Cruz Roja, Aurélie Lachant. "Los civiles continúan siendo víctimas del conflicto, la ayuda todavía no ha alcanzado a cientos de miles de personas", ha añadido.
Las ONGs denuncian que casi nueve de cada diez desplazados en Nigeria viven con familias que les hospedan --con el resto viviendo en campamentos de refugiados-- y que muchos todavía no han recibido comida, agua, refugio ni servicios sanitarios. El número de solicitantes de asilo en las comunidades locales está presionando a aquellos que acogen a los desplazados, según Médicos Sin Fronteras (MSF).
"Las organizaciones de ayuda humanitaria se están estirando más allá de sus límites y las familias de acogida están viviendo por encima de sus posibilidades, están exhaustas y se les agotan los recursos", ha alertado la jefa de la misión de MSF en Nigeria, Ghada Hatim.
Los servicios de ambulancia de MSF corren sin parar para hacer frente a la oleada de personas que huyen de sus hogares, lo que ha llevado a que los centros de salud estén totalmente llenos, ha explicado Hatim.
MSF ha advertido también de que se teme que aparezca un brote de cólera debido a la estación de lluvias, la cual dura hasta final de septiembre, y ha informado de que algunos refugios de los campamentos se han inundado.
MILLONES DE DESPLAZADOS
Más de 2,1 millones de personas --o 300.000 familias-- han sido desplazadas en el norte de Nigeria desde que el grupo terrorista inició un levantamiento en 2009, según la Organización Internacional para las Migraciones.
Asimismo, Boko Haram ha matado a miles de civiles durante los últimos seis años, el tiempo que lleva intentado crear un estado islámico en el noreste de Nigeria, el país africano con mayor población.
Los insurgentes fueron dispersados a principios de 2015 por una campaña militar llevada a cabo por el Ejército, pero desde entonces han vuelto a la estrategia de los ataques selectivos en los que bombardean o queman objetivos en sitios públicos como mercados y lugares de culto.
Los milicianos islamistas han lanzado ataques transfronterizos, desencadenando el desplazamiento y el hambre en países vecinos como Chad y Níger.