MADRID, 2 Dic. (EUROPA PRESS) -
La violencia contra la mujer por parte de la pareja continúa siendo una violación de derechos humanos y un problema generalizado de salud pública en las Américas. Sin embargo, la prevalencia de la violencia física y/o sexual varía entre los países de la región: mientras en algunas naciones esta violencia afecta en algún momento de sus vidas a un 14% de las mujeres entre 15 y 49 años, en otras puede afectar a casi el 60% de esa población femenina.
Así lo reflejan los datos presentados hoy por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en el marco de un evento esta semana para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Esta información proviene de una revisión sistemática y un re-análisis de los estimados que figuran en encuestas nacionales en 24 países de la región sobre la prevalencia de la violencia contra la mujer ejercida por su pareja, que será publicado en la Revista Panamericana de Salud Pública.
El mismo estudio sugiere que ciertos tipos de violencia de pareja contra la mujer pueden haber descendido en los últimos 20 años en al menos siete países de la región (Canadá, Colombia, Guatemala, Haití, México, Nicaragua y Perú). Sin embargo, algunas variaciones en los datos de esos países fueron muy pequeñas y algunos indicadores no han cambiado de manera lineal, lo cual llama a tomar estos datos con cautela.
Dr. Isabella Danel,
"Un problema de esta magnitud sólo se puede solucionar a través de la colaboración entre sectores", ha subrayado la directora adjunta de la OPS, Isabella Danel.
"Al sistema de salud le toca brindar a las víctimas servicios compasivos, efectivos y accesibles", ha destacado, antes de considerar que "el sector de la salud puede ser un aliado poderoso en recolectar y analizar los datos para contribuir en las políticas y acciones que buscan prevenir esta violencia".
La violencia contra la mujer conlleva muchas consecuencias para la salud, entre ellas la muerte (por feminicidio, enfermedades asociadas a la infección por VIH, suicidio y mortalidad materna) y también lesiones, infecciones de transmisión sexual (ITS), embarazo no deseado, consecuencias negativas para la salud sexual y trastornos mentales.
UN PROBLEMA QUE VARÍA EN CADA PAÍS
La prevalencia de la violencia física y/o sexual infligida por la pareja en algún momento de la vida varía desde una de cada siete (14 a 17%) mujeres de 15 a 49 años en Brasil, Panamá y Uruguay, a seis mujeres cada 10 (58,5%) en Bolivia, según los datos analizados por OPS.
En 12 países, este tipo de violencia ejercida en algún momento de la vida, afectó a más de un cuarto de las mujeres (Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos, Haití, Honduras, Jamaica, Perú, República Dominicana y Trinidad y Tobago).
Al analizar la prevalencia de la violencia ejercida por la pareja en los 12 meses anteriores a la encuesta, los porcentajes descienden y van desde 1,1% de las mujeres en Canadá al 27,1% de las mujeres en Bolivia.
Entre los datos revisados, ocho países ofrecieron la posibilidad de comparar cambios en los niveles de violencia de pareja a lo largo del tiempo. Este análisis encontró evidencia preliminar de que, en los últimos 15 o 20 años, tanto la violencia física como la sexual infligida por la pareja podrían estar en descenso en Canadá, Colombia, Guatemala, Haití, México, Nicaragua y Perú.
En el caso de Nicaragua, por ejemplo, la violencia física por parte de la pareja se redujo a casi la mitad (de 11,9% en 1998 a 6,1% en 2012). En Canadá, la violencia física y/o sexual por parte de la pareja también se redujo un 50%, de 2,2% en 2004 a 1,1% en 2014.
Sin embargo, en República Dominicana los casos de violencia física ejercida por la pareja en los 12 meses antes de la encuesta fueron en aumento. En 2002, un 9,8% de las mujeres respondió haber sido objeto de violencia física por parte de su pareja en el año anterior, mientras que en 2013 el 14,7% dijo ser víctima de este tipo de violencia en los 12 meses anteriores.
Los ocho países de esta parte del estudio ofrecían al menos tres encuestas para analizar, lo que es considerado el número mínimo para poder empezar a analizar cambios a lo largo del tiempo, por lo cual se requiere cautela a la hora de interpretar estos datos, en tanto se requieren datos adicionales para confirmar las tendencias observadas. Otros factores metodológicos (como la capacitación de entrevistadoras) pueden influir en la disposición de las mujeres a reportar y en la calidad de los datos.
"Aun así, la indicación de que los niveles de violencia de pareja pueden estar disminuyendo en la región refuerza la idea que la violencia contra la mujer puede ser prevenida cuando se implementan medidas multisectoriales sostenidas", ha subrayado Alessandra Guedes, asesora regional en Violencia Intrafamiliar de la OPS.
"Estos datos también confirman que es necesario una acción de largo plazo compatible con la magnitud del problema. Además, es esencial vigilar los logros alcanzados para consolidarlos en el tiempo, y asegurar los derechos y la salud de las mujeres", ha añadido.
EL ROL DEL SECTOR DE LA SALUD
Además de contribuir a la recolección de datos, el sector de la salud puede desempeñar un papel protagónico en la respuesta a la violencia contra la mujer. Los proveedores de salud pueden identificar a las mujeres expuestas a la violencia, brindar atención inmediata y mitigar los daños mediante el apoyo y la derivación a otros sectores, incluidos los servicios legales y sociales.
Las mujeres expuestas a la violencia tienen mayor probabilidad de buscar atención de salud que las mujeres no maltratadas, según diversos estudios. Sin embargo, no siempre revelan a sus proveedores de salud que fueron objeto de violencia. Las iniciativas van dirigidas a que el personal de salud pueda identificar rápidamente a las mujeres que han vivido violencia para así brindar mayor acceso a servicios de apoyo, atención y derivación a servicios no médicos.
Así, la OPS está trabajando con los países de la región en la capacitación de personal de salud para que estén preparados para identificar y ofrecer atención de calidad a las supervivientes que diariamente pasan por los centros de salud. También está colaborando con las autoridades de salud para desarrollar guías normativas basadas en evidencia, para que sean incorporadas a protocolos de atención de las sobrevivientes a nivel del sistema de salud. También está colaborando con otros sectores para prevenir la violencia contra la mujer.