MADRID, 8 Nov. (EUROPA PRESS) -
La ONG World Vision International ha advertido este miércoles de la necesidad de proteger a los niños que viven en los campos de refugiados de Bangladesh debido al riesgo real e inmediato de que sean víctimas de trata.
La coordinadora nacional de Protección Infantil de World Vision en Bangladesh, Tanzina Akter, ha asegurado que los problemas de protección infantil están en el "centro de la crisis de refugiados" y abarcan el matrimonio, la explotación y la trata. "Diferentes grupos de traficantes de niños están activos en la región y los niños y adolescentes, especialmente las niñas, son vulnerables al tráfico", ha explicado.
World Vision ha afirmado que es frecuente ver cómo un elevado número de niños desplazados que viven solos son víctimas de abusos sexuales, trata y explotación. Además, los niños que huyen de Birmania no son una excepción.
Desde fines de agosto, 605.000 personas han cruzado la frontera hacia Bangladesh escapando de la violencia en Birmania. Un 60 por ciento son niños y muchos han sido separados de sus padres. Tanzina ha subrayado que eso les convierte en "objetivos fáciles para los traficantes", al tiempo que ha asegurado que la seguridad de estos niños requiere de "mucha más atención y esta atención es urgente".
Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), los donantes internacionales han prometido colaborar con 344 millones de dólares destinados a proveer asistencia humanitaria a los refugiados y a las comunidades de acogida en Bangladesh.
El director de Operaciones y Movilización de Recursos de World Vision, Jared Berends, ha destacado la importancia de ver un compromiso en esta financiación para abordar "el problema específico de proteger a los niños, mantenerlos a salvo y fuera del alcance de aquellos que se aprovechan y abusan de ellos".
LA VIDA EN EL CAMPO DE REFUGIADOS
World Vision ha podido acceder a una familia que sufrió un intento de secuestro. "Era la una de la mañana. Él ya había cogido a mi hija menor, Fiza, de 4 años, pero sus manos rozaron accidentalmente a mi hija mayor y se levantó y comenzó a gritar", ha contado Razia.
Razia ha relatado que su primera semana en el campo de refugiados fue "muy dura". "No teníamos lonas para cubrir nuestra tienda. A veces llovía y en algunos momentos también hacía mucho calor. Los niños se deshidrataron y comenzaron a tener fiebre y tos", ha descrito.
Ante esta situación Razia y su esposo hicieron todo lo posible para proporcionar un espacio seguro para sus hijos: cubrieron el barro mojado con alfombras y en los laterales de la tienda colocaron láminas de plástico. Las láminas eran tan delgadas que se podían romper fácilmente y no evitaban el peligro.
"Nunca podré olvidar esa noche. Estaba oscuro pero la luna irradiaba algo de luz. Estábamos todos dormidos. Mi hijo pequeño dormía en medio de sus hermanos mayores. Un hombre entró en nuestra tienda y eligió a mi hijo de 4 años", ha contado.
Razia ha explicado que, al ver la silueta de ese hombre extraño, su hija empezó a gritar y despertó al resto de la familia. "Cuando mi hija gritó, todos nos levantamos. El intruso dejó al niño y corrió. No pudimos atraparlo", ha añadido.
"Nos fuimos para mantener a nuestros hijos a salvo de la violencia, pero después del incidente nos sentimos más vulnerables si cabe. Ahora, los niños permanecen en casa la mayor parte del tiempo", ha dicho.
Berends ha asegurado que la experiencia de Razia da una idea del peligro al que se enfrentan todos los niños y especialmente aquellos que han sido separados de sus padres y se encuentran solos.
El directivo de World Vision también ha advertido de que es necesario "conocer en profundidad los riesgos reales" a los que se enfrentan los niños refugiados y tomar medidas a nivel internacional para ampliar los programas de protección.