El Cuarteto de Normandía, del que también forman parte Francia y Alemania, celebra una esperada reunión de resultado incierto
MADRID, 8 Dic. (EUROPA PRESS) -
La anexión de Crimea a la Federación Rusa en marzo de 2014 y el inicio un mes más tarde de la rebelión separatista en parte de la región del Donbás, en el este de Ucrania, derivó en un conflicto aún sin resolver. Más de 13.000 personas han muerto víctimas de la violencia en la zona, donde siguen registrando ataques de forma recurrente.
A la escalada de violencia inicial, en el marco de la cual fue derribado el vuelo MH17 de Malaysia Airlines con 283 personas a bordo, le han seguido cinco años de tensiones latentes y constantes. Una 'línea de contacto' de 427 kilómetros y cinco puestos de control aún separa los territorios controlados por cada uno de los bandos, lo que marca no solo la vida política de Ucrania, sino también el día a día de miles de personas.
La ONU estima que 5,2 millones de personas se han visto afectadas por el conflicto, de las cuales 3,5 millones requieren ayuda humanitaria. Casi seis de cada diez familias que viven cerca de la 'línea de contacto' tienen dificultades para acceder a atención médica y, cada mes, en torno a un millón de personas cruzan alguno de los pasos que separa los dos territorios --según datos de 2018--, a menudo tras esperar largas colas a la intemperie.
La llegada de Volodimir Zelenski a la Presidencia de Ucrania, después de una fulgurante reconversión de actor a político, ha cambiado al menos el terreno de juego político, en el que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, había dado pocas o nulas muestras de cesión cuando el empresario Petro Poroshenko aún tenía las riendas de Kiev.
Putin y Zelenski se verán las caras este lunes en París, en la cumbre de resurreción del Cuarteto de Normandía. Junto al presidente de Francia, Emmanuel Macron, y a la canciller de Alemania, Angela Merkel, discutirán formas de plasmar en la práctica los gestos de distensión que ambos países vecinos han dado en las últimas semanas, desde un canje de presos a la liberación de buques ucranianos retenidos hace más de un año, pasando por un repliegue parcial de tropas.
Una de las ideas que están sobre la mesa es la conocida como 'fórmula Steinmeier', un plan de paz esbozado en 2016 por el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, y que busca avanzar de los Acuerdos de Minsk, que aún persisten como piedra angular de las negociaciones del Cuarteto a pesar de su escasa aplicación.
La fórmula, que ni siquiera se llegó a plasmar por escrito, plantea la celebración de elecciones en las zonas controladas por los rebeldes, así como un hipotético autogobierno.
ENTRE GESTOS Y VAGUEDADES
La investigadora del CIDOB Carmen Claudín ha dado por hecho, en declaraciones a Europa Press, que los últimos gestos de Kiev y Moscú se enmarcan dentro de la voluntad mutua de "crear un clima" que facilite la reunión de este lunes. La llegada de Zelenski "es lo que ha hecho mover un poco está situación estancada", ha admitido.
Zelenski, de hecho, llegó al poder con una serie de promesas bajo el brazo, entre ellas acabar con una "guerra" que parecía ya enquistada. Claudín ha aseverado que, el hecho de que haya pasado tanto tiempo desde el inicio del conflicto no tiene por qué ser necesariamente malo, ya que la experiencia demuestra que este tipo de escenarios "pocas veces se resuelven en caliente".
Así, ha recordado que Poroshenko pactó en su día los Acuerdos de Minsk, con "un sesgo ruso clarísimo", "en caliente" y "bajo una presión muy fuerte" de sus socios occidentales. Ahora, el contexto es otro, si bien Claudín no tiene claro que todos los actores que se sentarán a la mesa de París estén pensando en "la misma solución".
Los Acuerdos de Minsk son por ahora los compromisos más firmes para pacificar el este de Ucrania, aunque adolecen de "vaguedades", en opinión de la experta, que no necesariamente ve "mala fe de nadie" sino el resultado de una "gran precipitación".
En este sentido, ha señalado que no están claras cuestiones como el estatus especial que hipotéticamente se concederá al Donbás, ya que no toda esta zona está en la actualidad ocupada por los rebeldes y, de hecho, algunas áreas del este se pronunciaron a favor de Zelenski en las últimas elecciones.
Crimea, entretanto, se ha convertido en el elefante en la habitación, en un debate que no parece que vaya a entrar en el juego en una potencial primera fase de desmilitarización del conflicto. Claudín ha asumido que la UE y los socios occidentales de Kiev no quieren "abrir el melón" de momento.
RELACIONES CON EUROPA
El conflicto desencadenó una cascada de sanciones contra Rusia y ha marcado las relaciones políticas de la comunidad internacional tanto con Kiev como con Moscú en estos últimos años. El actual Gobierno ucraniano no oculta que mira a Europa, sabedor también de que la sombra rusa sigue siendo un lastre para cualquier reconfiguración geopolítica de la región.
Daria Gaidai, asesora de política exterior del viceprimer ministro de Ucrania, Dimitro Kuleba, ha asegurado que la integración europea es una "prioridad", hasta el punto que pronosticó que, en un plazo de cinco años, el país debería ser capaz de cumplir los criterios económicos que le abrirían las puertas de la Unión Europea.
Gaidai, una de las ponentes en un foro organizado en Madrid por el CIDOB, la Fundación Beltersmann, la Fundación Friedrich Ebert y la Comisión Europea, ha reconocido también que, en este particular baile, es necesario que Kiev vaya a la par que su pareja. "La transformación de Ucrania depende del compromiso estratégico de la UE", ha apostillado.
El jefe del Grupo de Apoyo para Ucrania en la Comisión Europea, Peter M. Wagner, ha recogido el guante, alegando que la ciudadanía ucraniana "eligió en 2014 el camino europeo de desarrollo". Así, confía en llegar a un futuro donde se pueda "hablar de Ucrania sin que salga Rusia constantemente" y aprovechar las "cosas positivas" que han pasado en los últimos cinco años, siempre y cuando la antigua república soviética siga yendo "en la dirección adecuada".
LA CORRUPCIÓN, EL GRAN DESAFÍO
La senda reformista es el mantra que se repite en Kiev, donde políticos de toda índole reconocen que sigue habiendo retos en materia de lucha contra la corrupción o mejoras sociales y económicas. La presidenta de la comisión parlamentaria que vigila las políticas anticorrupción, Anastasia Krasnosilka, ha admitido que "la población está todavía frustrada".
Krasnosilka, miembro del partido de Zelenski, cree que el cambio de presidente ha dado pie a "una reforma más rápida y radical" y a que Ucrania pueda ser "un modelo".
"Tiene el potencial de ser una historia de éxito a nivel mundial", ha afirmado por su parte la activista Olea Halushka, miembro del Centro de Acción contra la Corrupción. Halushka ha recordado que el pueblo ucraniano ha pedido "cambio" reiteradamente y ve necesario seguir avanzando en las reformas hasta llegar al "punto de no retorno", teniendo presente por ejemplo que en Ucrania la corrupción ha llegado a ser "endémica".
En la misma línea, Claudín ha apuntado que la corrupción es "algo estructural" en Ucrania, hasta tal punto que "el poder se organizaba también en función" de ciertas prácticas que las autoridades aspiran ahora a extinguir, buscando por ejemplo que los diputados no actúen por intereses espurios o que ya no haya "intocables".
La experta del CIDOB ve a Ucrania "preparada" para, a medio plazo, incorporarse a la Unión Europea, si bien ha admitido que son necesarias aún más reformas y una serie de mejoras "democráticas" que terminen de apuntalar el Estado de Derecho. Por ahora, ha añadido, "han avanzado mucho".