LAS PALMAS DE GRAN CANARIA 16 Oct. (EUROPA PRESS) -
Tecnología 'made un Canarias' permite desde hace más de 10 años abastecer de agua potable a núcleos rurales aislados en pleno desierto del Sáhara gracias a la instalación en 2006 del sistema de desalación 'DESSOL'.
Según informa el Gobierno regional en un comunicado, este sistema, accionado exclusivamente con energía solar fotovoltaica en el pueblo tunecino de Ksar Ghilène, es un proyecto de cooperación entre España y Túnez, con la colaboración de la Consejería de Economía, Industria, Comercio y Conocimiento del Ejecutivo de Canarias a través de la Dirección General de Relaciones con África y del Instituto Tecnológico de Canarias (ITC).
En este sentido, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) es agente financiador del proyecto y como socios locales del país africano están la Agencia Nacional de la Energía de Túnez y el Comisariado Regional de Desarrollo Agrícola de Kébili (CRDA).
La instalación, diseñada y ejecutada por el ITC entre octubre de 2004 y junio de 2006, se ha convertido en un referente internacional al ser la planta de desalación autónoma más longeva de África y que tiene como único suministro energético el de una central solar fotovoltaica aislada de la red eléctrica.
MÁS DE 20 MILLONES DE LITROS DE AGUA POTABLE
Por su parte, durante estos más de diez años de operación ininterrumpida se han producido más de 20 millones de litros de agua potable que han abastecido las necesidades de una población de 300 habitantes que, por su situación geográfica --en pleno desierto del Sáhara (región de Kébili)-- no disponía de red eléctrica y debía recurrir a transportar el agua en camiones cisterna desde un pozo artesiano situado a unos 60 km de distancia.
Con todo, el conjunto del diseño de la instalación está basado en la patente internacional del ITC, denominada DESSOL, consistente en la operación autónoma de una desaladora por ósmosis inversa accionada por un campo solar fotovoltaico y soportada por un sistema optimizado de almacenamiento en baterías, con el objetivo de suministrar agua potable en cualquier entorno con posibilidad de acceso a fuentes de agua salada o salobre y aislado de la red eléctrica.
En el caso de la instalación de Túnez, el suministro eléctrico proviene de siete generadores solares fotovoltaicos en paralelo, proporcionando 10,5 kW de potencia máxima.
Finalmente, en Ksar Ghilène, la disponibilidad de agua ha permitido consolidar las actividades agrícolas, ganaderas y turísticas, altamente dependientes del recurso del agua y que representan el sustento de la mayoría de sus habitantes, asegurando así el desarrollo económico y el crecimiento de la población, repercutiendo directamente en su desarrollo social y disminuyendo el éxodo rural hacia otras zonas con más recursos.