Investigador UNIR advierte de que "si no hay emoción no vamos a tener refuerzo" y desmonta el mito de los '21 días'
LOGROÑO, 7 Oct. (EUROPA PRESS) -
El coordinador del Máster de Neuropsicología y Educación de UNIR, Javier Tubío, ha señalado como, "en realidad, nuestro cerebro necesita muy poco para adquirir un hábito", de hecho, lo busca.
Un hábito es un comportamiento que se repite regularmente y que se desarrolla sin que la persona tenga que razonar o meditar sobre él, por lo que para nuestro cerebro es una forma "consumir menos energía".
En una entrevista a Europa Press, Tubío, miembro del grupo de investigación 'Neurociencia aplicada al contexto educativo' de UNIR, ha explicado cómo nuestro cerebro tiende a que "todo se convierta en un hábito".
Todo lo que hacemos nos supone un esfuerzo mental y, cuando hay algo que se comienza a repetir en nuestra vida, el cerebro lo que hace es reforzarlo.
"Cuando nosotros hacemos una acción hay un conjunto de neuronas que se van activando conjuntamente, y cuando nuestro cerebro anticipa que va a producirse esa acción, casi de forma automática, todas las neuronas que participan tienen más posibilidades de activarse en conjunto y se automatiza la conducta", ha explicado.
Esto es fruto de la repetición. No obstante, este investigador ha advertido de que "hay muchos mitos".
"Adquirir un hábito depende del propio hábito, de la persona y de la motivación", por tanto, no es cierto que haya una fórmula mágica por la que todos adquirimos un hábito en, en concreto, como se suele decir, 21 días.
En este sentido, un estudio de University College London basado en hábitos sencillos, como tomarse un café después de comer, o lavarse los dientes, encontró que la persona que antes lo cogió tardó dieciocho días, y la que tardó más lo hizo en 264.
Es una "variabilidad" que constata que "no hay una receta que sirva para todo el mundo".
Cuando yo quiero adquirir un hábito, como ir al gimnasio todos los días, necesito motivación. "Si a mi eso no me motiva, si tengo un objetivo a largo plazo que no estoy viendo y no hay nada más y la actividad no me gusta nada, no me motiva, probablemente ese hábito no se va a mantener".
Todo suma; "al final el circuito que está detrás de la adquisición de un hábito es similar a las adicciones", ha explicado.
Se trata de "un comportamiento que, cuando se repite, se convierte en rutinario, se produce un refuerzo interno para que esto se vaya manteniendo y, cuando un día no hago eso, me siento mal porque no he obtenido esa recompensa".
La emoción "es el último paso de la recompensa"; y "si no hay emoción no vamos a tener refuerzo". También forma parte de esas recompensas el hecho de que el cuerpo se acostumbra a lo que genera cuando, por ejemplo, hace ejercicio.
En definitiva, ha señalado cómo, "al final, somos hábitos y lo que hacemos repetitivamente se acaba convirtiendo en un hábito".