LOGROÑO, 23 Jun. (EUROPA PRESS) -
Una de las integrantes del Grupo de Investigación en Adicciones Comportamentales (GIAC) de UNIR, Giulia Testa, ha indicado que "se asocia al verano con una época de mayor vulnerabilidad en personas que ya están en riesgo de desarrollar un trastorno alimenticio", debido a cuestiones como "al hacer más calor, se expone más el cuerpo, y una persona que ya tiene en la cabeza una cierta predisposición para un trastorno alimentario puede vivir esta estación especialmente mal, llegando a evitar ciertas situaciones sociales de juntarse con amigos".
La investigadora en una entrevista a Europa Press ha unido a ello a que "hay un cambio de rutina en muchos casos; por ejemplo en el caso de adolescentes, que ya no van al colegio, no comen ahí y puede generar más ocasiones de horarios irregulares que pueden afectar a la alimentación".
Testa ha apuntado que también "se pierde el control de lo que estoy comiendo y, personas con vulnerabilidad, hace que le afecta a la autoestima porque cree que se está alimentando mal y está cogiendo peso". En el caso opuesto, de la anorexia, "se intenta restringir mucho lo que se come, algo más sencillo porque con el calor se tiene sensación de tener menos hambre".
En este punto, la investigadora de UNIR ha alertado de otra situación, que afecta en mayor medida a los adolescentes, y es que "como tienen más tiempo libre puede conllevar un mayor uso del móvil, y una mayor exposición a las redes sociales y, a veces, ciertos contenidos pueden fomentar una idea del cuerpo perfecto, la búsqueda de adelgazar, de seguir dieta" que puede afectarles.
SEÑALES
Entre las señales que ha puesto el foco Testa de personas que pueden sufrir algún trastorno de la alimentación, ha indicado el "ver que la persona pierde peso o fluctúa mucho de peso de forma repentina, me podría alarmar; pero no solo es el peso, porque, de hecho, a veces no se ve un trastorno alimenticio solo por el tema del peso, sino que por ciertos comportamientos con respecto a la alimentación, por ejemplo, obsesión para las dietas".
También puede ser un toque de atención "el ver que la persona tiene algunas conductas obsesivas a la hora de comer, como comer muy lento y masticar mucho", pero igualmente puede ser "el comer descontrolado, tener atracones, llegando al punto de ver en habitaciones de hijos comida escondida que luego desaparece".
Otra señal, según ha indicado, puede ser "si notamos que va al baño después de comer con frecuencia, hay que estar pendientes, porque que podría ir a vomitar". Ha añadido que "ver nerviosa a la persona o irritable durante el momento de la comida, o que busca excusas tales como que ya ha comido o que va a comer fuera".
Testa también ha apuntado que "hay otras señales que no tienen que ver con la comida; cuando vemos que empieza a utilizar ropa muy ancha para esconder el cuerpo, o que hace comentarios que indican que está muy poco satisfecho con su cuerpo, que si vemos que es de forma repetida, podemos empezar a sospechar".
"ACTUAR DE FORMA RÁPIDA"
La investigadora de UNIR ha aconsejado en estos casos "actuar de forma lo más rápido posible, hablando con la persona de forma abierta, sin hacer juicios, e intentar ayudarle a entender que es importante tratar de pedir ayuda".
"Es más fácil para hablar de esto, centrarse en los aspectos de su estado del humor más que centrarse en lo que le hablamos advertido, para hacerle reflexionar, más que decir solo que es por la comida, porque a veces en estos trastornos, la persona misma le cuesta admitirlo, y es la mejor manera de que pida ayuda", ha apostillado.
En el ámbito familiar también se puede hacer prevención "evitando hacer comentarios negativos sobre el cuerpo, haciendo ver que no es la única cosa importante en la persona, y crear un espacio seguro en el que sepan que pueden hablar con las preocupaciones de su cuerpo o de la alimentación, pero sobre todo creando un ambiente positivo".