CALAHORRA (LA RIOJA), 1 Nov. (EUROPA PRESS) -
"No se puede contar, porque por más que lo digan en los medios de comunicación o veas imágenes en la tele, esto solo se puede entender estando aquí". Así relata Arturo Gutiérrez, transportista calagurritano, su angustiosa experiencia vivida en la DANA que ha arrasado la Comunidad Valenciana, así como parte de Castilla-La Mancha y Andalucía.
Una situación que "no podré olvidar en mi vida": estuvo casi 12 horas subido en una tapia a la espera de que llegasen los equipos de rescate. Gutiérrez relataba anoche su experiencia a Europa Press mientras viajaba en coche de vuelta a La Rioja junto a su padre y hermano, que, en cuanto pudieron contactar con él, y a pesar de todas las recomendaciones, no lo dudaron y se pusieron en marcha para recogerle.
Arturo dice que se encuentra bien físicamente y también psicológicamente de momento, aunque sabe que más adelante, cuando pase algo de tiempo, puede tener un bajón porque "esto es algo que no podré olvidar en mi vida". Sin embargo, se siente "afortunado" después de lo que ha llegado a ver.
Hacia las 6 de la mañana del pasado martes, Arturo conducía su camión hasta Ribarroya de Túria, donde se encuentra la agencia de transportes. "Me costó llegar -cuenta- porque íbamos prácticamente parados. Cuando llegué llovía y llovía, pero seguí trabajando toda la mañana. Hice unas recogidas y el agua seguía aumentando".
Prosigue señalando que "cuando llegue a Chiva vi tres coches flotando en el agua y me comentaron que había llovido muchísimo, que había llegado al agua hasta mitad de la marquesina del autobús, pero que ya había bajado el nivel, y ahí quedó la cosa".
"Me vuelvo para Valencia y es cuando empiezo a ver campos inundados y un paisaje desolador. La policía había cortado el acceso principal al polígono donde yo me dirigía porque habitualmente se inunda enseguida y entonces pensé en coger otra vía secundaria que va por detrás", explica.
Eran las 14 horas cuando Arturo decidió tomar la vía trasera del polígono que poco después se convertiría en una ratonera, apuntando que "allí íbamos llegando coches y camiones que queríamos entrar y se iban juntando los que querían salir, llegó un momento que todo el polígono colapsó".
"Nos quedamos todos parados -cuenta- y todo el mundo veía desde dentro de sus vehículos que no se podía hacer nada. Contemplábamos cómo subía el agua y poco después bajaba el nivel. Así durante horas, subía y bajaba. De pronto, miro a la izquierda y ¡alucino!".
Fue en ese momento en el que llegó la riada y Arturo se alarmó por la escena que estaba presenciando. "Empiezo a ver una torrentera de lodo oscuro, era como aquello que veíamos en la tele del "Prestige", troncos, cosas flotando... y oigo a uno que grita ¡el barranco! Ahí empezó a subir el nivel, y a subir, a subir... Yo veía que el barranco venía directo hacia mi camión, y que el agua ya sobrepasaba la rueda".
Fue entonces cuando Arturo decidió salir del camión, una decisión que seguramente le salvaría la vida "Quise abrir la puerta del camión y vi que venían dos coches hacia mí. Me dije "hay que salir de aquí como sea o me ahogo". Así que intentó abrir la puerta pero un coche se lo impedía, "por suerte la corriente lo arrastró; me cogí el abrigo y el móvil y salté al agua", que ya le llegaba al pecho, aunque, aún así, pudo llegar a una tapia.
"La tapia medía como dos metros y ahí me quedé. Me vi más o menos seguro, y me pasé el rato viendo el camión". Al calagurritano, que se veía seguro sobre el muro, le preocupaba la suerte que correría su camión, pero pronto las cosas se pusieron peor, "yo seguía ahí subido y veía que el agua seguía subiendo, y fue entonces cuando ya empecé a pensar que igual no estaba tan seguro".
"Miré a mi alrededor y vi una valla como de un metro y medio más alta. Pensé en pasarme a ella, también vi un árbol. No tenía muy claro hasta dónde iba a subir el nivel del agua, pero si me bajaba o arriesgaba mínimamente se me iba a llevar la corriente. Había mucha gente subida por los sitios más dispares: en los tejados de una cafetería, en todos los lados", relata.
En este momento, dice, "me fijé enfrente en el edificio de Ibermutua, y vi a las sanitarias intentando arrancar los barrotes de las ventanas del segundo piso porque estaban inundadas, al final lo lograron, menos mal". Hacia las 23,30 horas notaron que la corriente estaba perdiendo fuerza y que el nivel descendía. Todo el mundo llamaba a Urgencias pero allí no llegaba nadie, mientras las baterías de los móviles se iban agotando.
"Yo que tengo un móvil muy viejo intentaba usarlo lo mínimo y seguía esperando a que llegase alguien. Así pasamos varias horas". No fue hasta la 1 de la madrugada cuando los servicios de rescate se acercaron a esa zona y utilizaron el edificio de Ibermutua para refugiar a los rescatados.
En palabras de Arturo, "al final llegaron un bombero, con un guardia civil y otra persona. Habría bajado el agua ya como dos metros, y nos preguntaron si estábamos bien. Comenzaron a rescatar a los de los tejados. Dejaban a unos en Ibermutua y volvían a por otros, hasta que me tocó a mí. Para cuando me llegó el turno yo pude bajar al suelo y agarrados unos con otros cruzamos hasta Ibermutua. Las chicas se portaron de maravilla, la verdad".
Allí les dieron ropa seca y pasaron la noche, a oscuras y sin baterías en sus móviles. No durmió nadie. Sin embargo, la familia de Arturo ya se había puesto en marcha y al día siguiente hacia las 4 de la tarde "por pura casualidad nos encontramos, ya que yo no tenía móvil. Nos dimos un abrazo fuerte y hubo mucha emoción".
Los tres pasaron todo el miércoles en Valencia, y ayer jueves han emprendido el viaje de regreso a Calahorra. Arturo no ha tenido tiempo de reflexionar pero piensa que "bajarme a tiempo del camión me salvó la vida porque cuando se desbordó el barranco, que yo ya había logrado subir a la tapia el agua subió más de tres metros y medio. Lo sé porque llegaba al cristal de la ventana, que se rompió por la fuerza del agua".
Y a la pregunta de qué pensaba durante tantas horas encaramado al muro, no duda ni un segundo en contestar: "Pensaba que si salía de esa iba a poner en esa tapia una placa en la que ponga "Aquí sobrevivió de la DANA Arturo Gutiérrez, con la fecha y todo, para que quede para siempre".
Cuando se pase toda esta tragedia y cuando él se reponga buscará al dueño de la propiedad: "¡Ya lo creo que lo buscaré, y le pediré permiso, pienso hacerlo porque ahí salvé la vida". Arturo es miembro de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, que precisamente está dando todo su apoyo para la recogida de ayuda humanitaria que ha promovido el Ayuntamiento.